Es "un buen síntoma". Lo aseguran en el círculo más próximo al presidente del Gobierno y también en el núcleo duro del PSC. En una negociación tan delicada como la que está afrontando Pedro Sánchez, quizá el desafío más intrincado en su accidentada carrera política, cualquier movimiento importa. Y lo que está dibujando el jefe del Ejecutivo es una línea de puntos clarísima que, si se sigue, conduce a un único destino por ahora, el de un acuerdo a varias bandas que le procurará la investidura. El líder socialista, en los últimos días, ha ido sembrando el camino con gestos, señales, que indican que la alianza con sus socios de la pasada legislatura y con Junts va madurando. Y este miércoles dio un paso más, de enorme peso simbólico: la llamada telefónica a Oriol Junqueras, presidente de ERC. Algo impensable hace unos meses, unos años.

En la Moncloa y en Ferraz no quisieron confirmar lo obvio y que desde la dirección republicana sí admitían sin problemas: fue Sánchez quien levantó el teléfono. Fue a primera hora de la mañana, entre las 8 y las 9, y charlaron durante 30 minutos. A las 10, los dos partidos lanzaban sendos comunicados redactados en términos muy semejantes. El PSOE incidía en que Sánchez agradeció al jefe de ERC su respaldo en esta última legislatura y en que le expuso su proyecto de "avances" para los próximos cuatro años, su voluntad de construir una mayoría no solo de investidura. Junqueras le planteó la "necesidad de avanzar en la negociación de las principales demandas" que ha puesto sobre la mesa su formación, valoró la importancia de los "avances en clave política, social y antirrepresiva" fruto de los últimos años de entendimiento entre los dos partidos.

Los dos partidos ponen el acento en que la conversación es una muestra de "respeto mutuo" y un paso hacia la "normalidad política"

Pero tanto PSOE como ERC hacían hincapié en que la conversación había servido para mostrar "respeto mutuo" y para dar un paso más hacia la "normalidad política". Ahí estaba el mensaje más relevante. Que los dos partidos, que habían estrechado su relación en la última legislatura, ahora protagonizaban un movimiento clave: la llamada de sus dos líderes. Era la primera vez desde que Sánchez ocupa la Moncloa, según confirmaron fuentes de la cúpula republicana, y prueba de que había ido "muy bien" —una expresión utilizada en el equipo del presidente—, es que los dos pactaron publicitar su charla, sincronizando sus mensajes.

No era, en efecto, un contacto más. "Tenemos que hablar", le dijo Junqueras a Sánchez el 21 de mayo de 2019, en la sesión constitutiva de la XIII Legislatura en el Congreso. Entonces, el jefe de ERC estaba en prisión preventiva —la sentencia del Supremo se dictaría meses más tarde, en octubre— y el líder socialista estaba en funciones y, como ahora, a la espera de una investidura que, sin embargo, no llegaría hasta enero del siguiente año, 2020, tras una repetición electoral.

El momento es otro. Junqueras sigue inhabilitado pero la futura ley de amnistía podría devolverle sus derechos políticos. Como a Puigdemont

Aquella conversación, al menos que se sepa, nunca llegó. Hasta ahora. Junqueras fue condenado a 13 años por sedición y malversación por el procés y, tras casi cuatro años en la cárcel, fue indultado por el Gobierno de Sánchez, en junio de 2021. En este tiempo, el diálogo se canalizaba a través sobre todo del president de la Generalitat, Pere Aragonès, y en un escalón inferior, de su consellera de Presidencia, Laura Vilagrà. Junqueras no figuraba nunca en el mapa de contactos de los socialistas.

El momento político ya es otro. El PSOE vuelve a necesitar a ERC, y requiere del concurso imprescindible de Junts. El presidente de los republicanos continúa inhabilitado, como ratificó incluso el Supremo tras la supresión de la sedición y la rebaja de la malversación. La futura ley de amnistía podría devolverle todos sus derechos políticos. Como a Carles Puigdemont, aunque en este caso sin haber puesto un pie entre rejas y tras seis años huido de la Justicia española.

"Hoy es un buen día"

Con la llamada, Sánchez rehabilita de facto a Junqueras. O se acerca bastante a ese gesto, porque aún no hay foto de una reunión entre ambos. Ni está prevista por el momento. Pero la conversación decía ya mucho por sí misma, y llegaba además unas horas antes del encuentro que el presidente mantuvo con el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, cita en la que le acompañó el ministro de la Presidencia en funciones, Félix Bolaños, el responsable de la interlocución con las fuerzas independentistas catalanas.

Sánchez acudió a la cita con Rufián en el Congreso acompañado de Bolaños, de su máxima confianza e interlocutor con los grupos catalanes para la investidura

Ni en ERC ni en el PSOE se atreven a asegurar si la charla de Sánchez y Junqueras supone la entrada en la fase final de la negociación de investidura. Pero sí admiten que es una señal muy importante. Decisiva. Se rompía el hielo en la primerísima línea, la de los líderes, porque por debajo, entre los escuderos de ambos, la relación ya era muy fluida y constante. Con su gesto, el presidente proyectaba que mima, también, a un socio de la pasada legislatura, ERC, con el que sufrió altibajos —no apoyó la reforma laboral, entre otras normas—, y que ahora vive una competición agotadora con su rival por la hegemonía del independentismo, Junts. "Hoy es un buen día", celebró Rufián. "Nos parece normal, bueno y sano que hablen el máximo representante del PSOE y el máximo representante de ERC". ¿Puede haber una foto conjunta? "Ojalá", contestó el portavoz independentista, "sería bueno que hablaran y que se reunieran".

Claro que la llamada de este miércoles conduce irremisiblemente a la pregunta de si Sánchez también compensará a los posconvergentes y levantará el teléfono para hablar con Puigdemont el viernes, antes de que mantenga la reunión en el Congreso con la portavoz parlamentaria del partido, Míriam Nogueras. No hay respuesta aún. Patxi López, el hombre del PSOE en la Cámara baja, se limitó a contestar a los periodistas que no le "consta" que ese movimiento vaya a producirse. Pero no lo descartó, como tampoco descartó que pueda haber conversación del presidente con el jefe de EH Bildu, Arnaldo Otegi: "Todo lo estamos haciendo con discreción en las negociaciones pero con transparencia, por eso [la charla con Junqueras] ha sido pública".

Sánchez, pues, daba un paso más para estrechar la relación con ERC y, al tiempo, asfaltaba el camino, por si acaso, para un gesto con Puigdemont. La rehabilitación política del expresident también podría venir por otra vía: una reunión en Bélgica con un dirigente socialista. Y ahí quien tiene muchas papeletas es el secretario de Organización federal, Santos Cerdán, quien, como indica otro miembro de la comisión negociadora de la investidura, es la persona que está coordinando todos los contactos. Uno de los elementos añadidos de dificultad es la hostilidad existente entre ERC y Junts, lo que obliga a los socialistas a vigilar los equilibrios para evitar que una de las formaciones se cele, y a compensarlas a la hora de apuntarse los triunfos.

Los republicanos tienen tres carpetas en esta negociación y quieren avanzar en todas: amnistía, solución al conflicto político y mejora del día a día de los ciudadanos

A falta de información sobre los detalles de las conversaciones —no los hay, y ninguna de las partes los ofrece para que no se frustre una negociación tan extremadamente compleja—, casi la única forma de orientarse es escrutar los símbolos, los gestos, también las palabras en público, y todos esos elementos apuntan inequívocamente a que el proceso va madurando y se avanza a buen ritmo. La llamada a Junqueras es una de las señales más potentes. Lo era igualmente que Sánchez mentase el término amnistía el viernes pasado, y ante los presidentes del Consejo Europeo y de la Comisión.

Lo era, también, que Rufián no citase el referéndum como línea roja para el acuerdo. Son tres las carpetas que está negociando ERC con los socialistas. Una, la "reparación". O sea, la ley de amnistía, que el partido da por hecho, aunque no devela si debe estar registrada en el Congreso antes de la sesión de investidura de Sánchez. Dos, el compromiso de que "la resolución del conflicto político tiene que ser en una urna". "Entendemos que puede haber otras soluciones, pero estamos a la espera desde hace bastantes años y no llegan. La nuestra es votar", apuntó. Tercera carpeta, solucionar el día a día de los ciudadanos, con reclamaciones como el déficit fiscal, la financiación o el traspaso de la red de Rodalies (Cercanías). Rufián insistió en que ERC persigue avances en las tres materias y en que no habrá acuerdo si no se dan pasos en las tres.

No a los caminos que "lleven a la división y a la ruptura"

Pese a la retórica, los republicanos no ponen como condición un referéndum de autodeterminación. Son conscientes de que esa es la línea roja del PSOE, como luego recordó López: "[Sánchez] lo lleva diciendo desde el minuto uno: por caminos que lleven a la división y a la ruptura no vamos a transitar los socialistas de ninguna de las maneras". Rufián recordó que en el acuerdo PSOE-ERC de hace cuatro años, el que propició la elección de Sánchez en enero de 2020, ya se contemplaba la puesta en marcha de una mesa de diálogo entre gobiernos y la posibilidad de una votación. El texto firmado por los dos partidos, de hecho [aquí en PDF], señalaba que los acuerdos alcanzados en la mesa serían sometidos "en su caso a validación democrática a través de consulta a la ciudadanía de Cataluña, de acuerdo con los mecanismos previstos o que puedan preverse en el marco del sistema jurídico-político".

A Esquerra le bastaría con que se ratificase el compromiso de "validación democrática" de los acuerdos que firmó con el PSOE en 2020. "Lo que hicimos fue muy vilipendiado y de repente mola. Bienvenido sea", ironiza Rufián

A ERC le bastaría ahora que el PSOE ratificase ese mismo compromiso contraído a finales de 2019 y cerrado por las dos partes el 2 de enero de 2020. "Es bueno que reivindiquemos que hace cuatro años se consiguió algo que parecía imposible. Si seguimos así seguramente podamos avanzar", manifestó Rufián. Y lo reiteró más adelante en la rueda de prensa: "Lo que hicimos hace cuatro años fue muy vilipendiado [por Junts] y hoy de repente mola. Bienvenido sea". La proposición que impulsaron las dos formaciones separatistas en el Parlament, por la que se conjuraban para no investir a Sánchez si no se comprometía a trabajar para poner las condiciones de un referéndum, queda ya muy atrás. Aquel bache obligó a PSOE y PSC a enseñar los dientes y recalcar que no cabe ni cabrá una consulta de independencia, pero desde entonces las dos fuerzas han ido reculando.

Sánchez busca un pacto de legislatura para garantizarse "estabilidad" por cuatro años. Pero eso los republicanos dicen no estar en condiciones de ofrecerlo. "Los votos de ERC se sudan", ellos negocian "semana a semana", "la investidura es un partido y los Presupuestos serán otro partido", "quien crea que puede pactar con ERC una legislatura desconoce" su forma de funcionamiento, avisó Rufián. El portavoz no quiso bajar al detalle de las negociaciones, ni contar sus impresiones, ni si la fecha de la investidura puede tardar poco en llegar. "Desconfíen de quien habla mucho, hace cuatro años no se hablaba tanto y salió bien", aconsejó a los periodistas.

El diputado lanzó varios recados a Sumar, con quien su relación es tensa. "No necesitamos intermediarios para hablar con el presidente", azuzó, evidenciando que Yolanda Díaz no es para los republicanos una interlocutora. Y sobre el dictamen jurídico de los expertos reclutados por Sumar sobre la amnistía, sentenció, mordaz, que le "suena" a ERC porque es "exactamente la misma" que la que presentaron con Junts en 2021 y que no fue siquiera admitida a trámite por la Mesa del Congreso.

Los socialistas persiguen también el apoyo de CC, pero ofrece como máximo una abstención por la amnistía y porque ya su voto es irrelevante

Pero Rufián también cargó contra los posconvergentes. Los republicanos se duelen de las acusaciones de sus exsocios en la Generalitat de que han sido blandos y transigentes con el PSOE, cuando ahora son ellos los que están sentados también a la mesa frente a Ferraz y la Moncloa. Es bueno que ahora ellos negocien, dijo Rufián, porque así no repartirán "carnés de pureza" independentista. Una patada en el hígado de Junts. Clara.

Tras el 12-O, Sánchez retomará los contactos con Bildu y Junts. Y a partir de ahí la negociación vuelve a sumergirse en la discreción total, sin más fotos previstas. El PSOE debe armar un acuerdo a varias bandas no solo con las dos fuerzas independentistas catalanas, sino con PNV y Bildu, BNG y, por supuesto, Sumar. Todos ellos suman 178 votos, mayoría absoluta. Pero el presidente aún podría conquistar la abstención de Coalición Canaria. No será un , explicó su diputada en el Congreso, Cristina Valido, porque el partido rechaza la amnistía y ya es irrelevante en la aritmética de la investidura, pues Junts descartó la abstención y solo dará un o un no. CC pasará a la abstención si el PSOE acepta su agenda canaria, y también como señal de que los puentes resisten para toda la legislatura, pues sí está dispuesta a pactar Presupuestos y leyes, al margen de lo que ocurra finalmente en la investidura.

No hay fecha, ni señales definitivas. Pero la operación tan compleja de armar sí parece ir perfilándose. Y gestos como la llamada de Sánchez a Junqueras apuntalan en la misma dirección: la de que habrá Gobierno y no elecciones.