El PSOE se impacienta porque la investidura no acaba de llegar. Junts tensa la cuerda y no da su visto bueno porque quiere ampliar el perímetro de la ley de amnistía y que contemple su definición de lawfare —de guerra sucia judicial contra el independentismo—. Y, mientras, la inflamación social crece en las calles, con manifestaciones en Ferraz y ante las sedes del partido de toda España cada vez más numerosas —la de este martes en Madrid, con 7.00o personas, acabó de nuevo con violencia y tuvo que ser repelida por la Policía—, con ataques a las agrupaciones locales. También, y lo dicen barones y dirigentes socialistas, con "insultos" que les dirigen los ciudadanos, indignados por la aprobación de una futura ley de amnistía. Expresiones de odio, aseguran, que llevaban muchos años sin escuchar, que prueban que la temperatura ha subido muchos grados. Y culpan no solo a la ultraderecha por calentar la calle, por ponerse en cabeza de las concentraciones contra el PSOE, sino sobre todo al PP por no hacer una condena "rotunda" de los hechos, por "instigar" las movilizaciones contra Pedro Sánchez en plena negociación de su investidura.

Este martes, parte de la actividad política se desenvolvió en el Senado, donde se celebró la primera sesión de control al Gobierno —todavía en funciones— de la legislatura, posible por la mayoría absoluta de que disfruta el PP. Y en los pasillos, senadores rasos, altos cargos, expresidentes autonómicos o exalcaldes socialistas con escaño en la Cámara alta hilaban un mismo relato. Muchos son muy conocidos a pie de calle por sus cargos anteriores, y han podido notar en los últimos días un crecimiento de la hostilidad de los ciudadanos hacia ellos.

Te llaman 'traidor', 'hijo de puta', que si vamos a romper España, que si somos unos vendidos... Todo el repertorio. Y luego las redes sociales de todos nosotros echan humo", afirma un ex alto mando del Senado

"Nosotros ya tenemos complicadito salir a la calle", señala uno de ellos. "Yo no he sido insultado físicamente, pero sí he sentido más acoso en las redes sociales", asegura otro. "A mí por ahora no me ha pasado. Pero no me extrañaría que pudiera pasar con la tensión que hay", manifiesta un tercer líder autonómico. Un senador que dejó hace no mucho sus cargos orgánicos señala que sí, que le increparon en los últimos días. Y otro parlamentario, integrante de la cúpula, que no es un rostro tan identificable en la capital, se sorprendió de que un ciudadano también se dirigiese hacia él para hacerle reproches. "Lo que estamos viendo es que en cualquier momento nos pueden pegar por la calle —verbaliza una compañera de partido, miembro de la dirección federal del partido—. A mí no me insultaban así desde la época de ETA, cuando los simpatizantes de la banda nos llamaban asesinos carceleros y se manifestaban delante de nuestras sedes y nos las pintaban. Así que de un totalitarismo a otro no hay ninguna diferencia, y lo peor es que el PP está ahí".

A un ex alto mando del Senado le ha pasado dos veces en muy poco tiempo. En la calle, en Madrid, y en un avión. "Te llaman 'traidor', 'hijo de puta', que si vamos a romper España, que si somos unos vendidos... Todo el repertorio. Y luego las redes sociales de todos nosotros echan humo. Pero no podemos sucumbir a estas presiones o coacciones. Esto no es una república bananera", reseña.

El empuje de las palabras de Aznar

Y el listado podía continuar. Porque no son casos aislados. En la dirección de los socialistas en el Senado cuentan que les han trasladado varios miembros del grupo que han recibido "insultos", que la agitación de la derecha claro que se nota. "Por supuesto que las palabras no son inocuas", apuntan. Se refieren a las declaraciones de la semana pasada de José María Aznar, que en un acto con Alberto Núñez Feijóo en Madrid llamó a todos a hacer lo que puedan, en su ámbito de actuación, para intentar frenar la ley de amnistía. No cabe "inhibirse", dijo el expresidente del Gobierno. "El que pueda hablar, que hable. El que pueda hacer, que haga. Cada uno en su responsabilidad tiene que ser consciente de la situación de crisis en la que nos encontramos". De ahí que algunos socialistas que han sufrido incidentes coincidan en precisar que la presión ha crecido desde hace una semana. Desde que Aznar llamara a la acción. Y por eso urgen al PP a atajarlo ya, a parar los ataques.

Distintos responsables advierten de que la deriva ultra no se cortará si el PP no lo para: "Cuando enciendes la mecha, nunca sabes cómo acaba"

Esa fue la exigencia que lanzó la portavoz del Gobierno en funciones, Isabel Rodríguez, este martes tras la reunión ordinaria del Consejo de Ministros. Que el PP, y su líder, Feijóo, condene "con rotundidad" los ataques al PSOE, porque "atentar contra los partidos políticos es atentar contra la democracia". "Es preocupante que la ultraderecha convoque ese tipo de manifestaciones ultras y violentas, pero casi es más preocupante cuando el PP y su líder provisional las justifican", abundó el titular de la Presidencia, Félix Bolaños, en los pasillos de la Cámara alta. Pero el jefe de los populares no lo hizo el lunes, tampoco después de la protesta de anoche en Madrid, en la que participaron, según la Delegación del Gobierno, 7.000 personas (el doble que el lunes), y que concluyó con un nuevo episodio de violencia extrema.

"No esperamos nada de quienes por acción u omisión apoyan el asedio a las casas del pueblo socialistas. Su silencio les retrata. El avance social y la convivencia merecen la pena. No quebrarán al PSOE", escribió el presidente Sánchez en X. Feijóo le responsabilizó del "malestar social", aunque agregó que las manifestaciones "deben partir del respeto y ejemplaridad que faltó siempre al PSOE y a sus socios". "No somos como ellos. Ni como la minoría que actúa igual", finalizó el líder del PP en la misma red social, llamando a las concentraciones del domingo a mediodía en toda España.

"Esto no se va a cortar si el PP no lo para. Feijóo es cómplice de lo que ocurra, porque si no puede lo lamente. Como ocurra algo, veremos", señala un reconocido senador. Una reflexión que se escucha también de labios de otros compañeros y de la propia dirección parlamentaria: "Cuando enciendes la mecha, nunca sabes cómo acaba".

En el grupo recuerdan asimismo que no se puede generalizar, que no se puede hablar de un ambiente enrarecido y denso en todo el país, porque el "hervidero" se siente sobre todo en Madrid, indican, y también porque las manifestaciones representan una minoría, aunque en ellas hayan marchado grupúsculos violentos, radicales y ultras. Y en todos anida la convicción de que estas movilizaciones no ayudan a la larga al PP, sino a Vox, que es quien las está agitando.

Sí se condenaron los ataques a Blanquerna en 2013

Los socialistas intentaron que la Cámara alta aprobara una declaración institucional de condena a los ataques a las sedes del partido. Para que saliera adelante, necesitaba la unanimidad de todos los grupos, y estaba claro que Vox no lo iba a apoyar, pero la dirección socialista en el Senado, capitaneada por Eva Granados, quería que al menos el PP se apartara de la línea de la ultraderecha y suscribiera el escrito.

Continúa el intercambio de papeles en Bruselas, aún sin resultados. El único plazo que existe ahora mismo, dicen en la cúpula, es el del 27 de noviembre

No fue así. Los populares ofertaron un texto en el que se condenaban los ataques a cualquier sede de cualquier partido. El PSOE se negó a aceptar esa formulación, porque son sus sedes, advertían en la cúpula, las que están sufriendo las agresiones. En la dirección recordaban cómo en septiembre de 2013 fue el propio PP, entonces en el Gobierno y con mayoría absoluta, propuso una declaración de "rotunda condena" a los ataques en Blanquerna, la sede de la Delegación de la Generalitat de Catalunya en Madrid, con motivo de la Diada. Escrito que sí concitó el apoyo del PSOE y de los demás grupos.

Todo ello en un día de ducha fría para la cúpula de Sánchez. Las negociaciones prosiguieron en Bruselas, pero sin resultados. Continuó el intercambio de papeles, se mantuvo la tarea de afinación de la ley de amnistía, pero sin que Junts ceda. El equipo del presidente ya daba este martes como muy improbable que la investidura pueda llegar esta semana, aunque no tira la toalla. El único plazo legal, insistían, es el que fija la Constitución: el 27 de noviembre, dos meses después de la primera votación fallida. Esta vez Ferraz sí reconocía, no obstante, que se está trabajando también en pulir el acuerdo político con los posconvergentes de Carles Puigdemont. Estos, mientras, presionan para que el PSOE asuma su definición de lawfare, para que así la norma dé cobertura a aquellos con causas judiciales que entienden abiertas por la "persecución" al independentismo, según publicaba El Periódico de Catalunya.

En el partido muchos cargos consideran que Sánchez no puede asumir la idea de lawfare, o permitir que la ley de amnistía blinde a miembros del círculo de confianza de Puigdemont con causas ajenas al procés, como su abogado, Gonzalo Boye, investigado por blanqueo de capitales por narcotráfico junto a Sito Miñanco, o Laura Borràs, presidenta de Junts, condenada por trocear contratos públicos para beneficiar a un amigo.

En el PSOE hay quienes creen que Sánchez debiera lanzar un órdago a Puigdemont: "Puede que Pedro lo haya hecho ya", desliza un barón

Los dirigentes quieren que la investidura se amarre cuanto antes para evitar todo el "desgaste" de estos días de zozobra que evidencian que el expresident es el que controla la escena y el que tiene en su mano a Sánchez. Pero a partir de ahí nadie se atreve ya a aventurar ninguna fecha. Unos creen que llegará "al límite" y que solo dará su brazo a torcer cerca de ese plazo legal del 27 de noviembre. Otros, que puede que dé su visto bueno muy pronto. Nadie tiene información de primera mano. Y los que sí disponen de ella, como los ministros María Jesús Montero y Félix Bolaños, se acogían a la prudencia y a la discreción. Las conversaciones "van avanzando", dijo escuetamente el titular de la Presidencia. Fuentes del círculo del presidente llamaban a la "calma" y pedían "paciencia". "No hay novedad", despachaban.

En el PSOE hay quienes creen que Sánchez debiera lanzar un órdago a Puigdemont. Fijando, por ejemplo, el pleno de investidura, para demostrar que es él quien controla los tiempos. "Es que puede que Pedro lo haya hecho ya, que haya lanzado ese órdago", deslizaba un barón con asiento en el Senado. Si lo hay, antes o después, se sabrá.