Quienes la conocen de algunas de las pieles que vistió en el pasado coinciden en su maestría para armar relatos. “Es una persona muy inteligente, ambiciosa y con una gran capacidad de crear relatos en sentido amplio”, desliza un ex compañero. Curtida en el arte de los titulares ingeniosos, a Irene Lozano le costó poco camelarse a las cámaras en el Congreso de los Diputados. Como diputada de Unión Progreso y Democracia (UPyD) hizo suyo el término “amigante” creado por Emilio Lledó para referirse a los “amigos y mangantes” del PP y PSOE, a los que Lozano consideraba entonces nidos de corrupción. “No son la gran coalición sino la gran corrupción”, sostenía.

Y recurrió a esas habilidades como narradora para, en un requiebro digno de un sainete, tratar de justificar su estrepitosa llegada al PSOE, a los pasillos del mismo partido que había repudiado más de tres veces desde la Cámara Baja: “El hecho de que Pedro Sánchez me quiera incorporar a mi, una persona independiente ya es un síntoma de querer cambiar las cosas que no solo he criticado yo, que la sociedad estaba descontenta”. Autoproclamada símbolo de la “regeneración democrática” que anhelaba la opinión pública, Lozano ha hecho carrera en el PSOE: en 2015 fue número cuatro de la plancha socialista a pesar de que su inclusión escoció internamente; fue la primera secretaria de estado de España Global, una invención ya enterrada; pasó por la dirección del Consejo Superior de Deportes; y desde 2021 buscó acomodo en la Casa Árabe, un puesto menor pero bien remunerado (más de 90.000 euros anuales) donde no ha suscitado precisamente complicidades.

Este lunes llega a las librerías un nuevo capítulo de ese relato que ella hilvana con la naturalidad de quien respira. Se llama Tierra firme y es el libro en el que, con la mediación de Lozano, Pedro Sánchez narra los cuatro años del primer Gobierno de coalición de la historia patria. El tándem Sánchez-Lozano busca repetir el éxito de Manual de resistencia, las memorias publicadas en 2019 sobre la travesía del desierto que terminó en la moción de censura contra Mariano Rajoy y su llegada a La Moncloa. “Ellos ya explicarán a su debido tiempo cómo han escrito este libro”, insisten desde Península, la editorial del grupo Planeta que vuelve a servir de casa para las vivencias escritas del presidente.

El grado de implicación de Lozano en la narración de Sánchez es uno de los enigmas que rodea una publicación anunciada esta semana y rodeada de densos silencios. A las puertas de la navidad, la editorial confía en su éxito: la tirada inicial alcanza los 65.000 ejemplares. Como en el título previo, la portada de Tierra firme no lleva la firma de Lozano aunque ella reconoce hallarse detrás. Con ciertos recelos. “El autor es él, yo solo le he dado forma literaria porque me dedico a ello”, replicó en 2019 en pleno revuelo. La fórmula se repite ahora. “Es sorprendente. Resulta tan humillante para alguien que se considera escritora y que ha escrito libros antes. Es el papel de ser negro de un personaje como Pedro Sánchez. Significa asumir que te vas pagando la hipoteca a través de una sucesión de carguillos no muy relevantes”, comenta una persona que colaboró estrechamente con Lozano en sus años como diputada de UPyD.

Heridas sin cicatrizar

Han pasado ocho años de su abrupta salida de la ya disuelta formación, pero para algunos de los protagonistas de aquella aventura el nombre de Lozano sigue siendo difícil de digerir. Es como mencionar una herida no cicatrizada. La fundadora de aquel experimento, Rosa Díez, declina hablar con este diario sobre ella. Zanja la conversación en segundos. Su no es rotundo, inamovible. “Es que no perdonará nunca lo que consideró una alta traición”, desliza otra voz ligada a aquellos años en los que las siglas de Díez -respaldadas por más de un millón de votos- lograron hacerse un hueco en el Congreso de los Diputados, con los cinco diputados necesarios para establecer grupo propio. El sueño acabó fagocitado por el vendaval de Ciudadanos, otro suflé fugaz.

Al Congreso llegó como una outsider pero pillaba rápidamente todas las cosas y entendió en tiempo récord su dinámica

Lozano (Madrid, 1971) irrumpió en el Congreso de los Diputados en 2011 tras comparecer como independiente en el número 4 de la lista madrileña de UPyD. Para entonces llevaba algún tiempo colaborando con el partido de Díez y sus principales gregarios. Participó, por ejemplo, en la edición en formato libro de los artículos publicados por la ex socialista vasca en su blog. “A Rosa le pareció una buena idea incorporarla como candidata al Congreso”, rememora una fuente conocedora de cómo se forjó aquella relación. “Tengo un buen recuerdo de ella. Era una tía muy inteligente y muy lista. Al Congreso llegó como una outsider pero pillaba rápidamente todas las cosas y entendió en tiempo récord su dinámica. Eso lo percibí desde el primer momento”, narra uno de sus colegas magentas.

El archivo de su cuenta de X -anteriormente Twitter-, hoy consagrada a coleccionar alabanzas a Sánchez, aún guarda sus mensajes contra lo que llamaba el 'PPSOE'. También sus intervenciones desde la tribuna del Congreso: “La anti política es una práctica que antecede y abona ese discurso anti político. Y es una práctica que la han practicado tante el PSOE como el PP cuando han permitido las prácticas corruptas de cargos públicos, la impunidad de los cargos públicos acusados e imputados por corrupción, cuando han llevado corruptos en sus listas, cuando han utilizado las administraciones públicas y las instituciones para colocar a sus amigos...”, recitó en septiembre de 2012.

Una "voz cañera" contra el 'PPSOE'

Sus entonces compañeros de bancada la recuerdan como una de las voces “más cañeras” del grupo. “Estuvo en muchas cosas y la verdad es que fue una de las voces más potentes y con más potencia de UpyD”, apuntan. Una de las causas más sonadas que abanderó fue la de Zaida Cantera, la militar que denunció el acoso sexual de un superior y quien más tarde acompañaría a Lozano en su cambio de lealtades. Al final de aquella legislatura, la primera de Rajoy en Moncloa, Lozano protagonizó la metamorfosis. Antes había guerreado para liderar la formación, ya en plena desbandada, enfrentándose al ungido por Díez. “Y, en realidad, perdimos por poco”, apostilla un colaborador. En julio de 2015, en el Congreso Extraordinario de UpyD, Lozano cosechó el 40% frente el 43% de su rival Andrés Herzog. En octubre de aquel año renunció a su acta de diputada y se dio de baja como afiliada.

Ha habido un reconocimiento mutuo entre dos personas, Sánchez y Lozano, que tienen mucho en común

Comenzó su etapa socialista, convertida primero en una fiel escudera de Sánchez y más tarde en una biógrafa con ciertos miramientos de serla. Arrancó el idilio Lozano-Sánchez. “Ha habido un reconocimiento mutuo entre dos personas que tienen mucho en común: uno de los elementos en los que se reconocen es una ambición basada no solo en conseguir cosas sino en que no le importan muchas cosas que a los demás sí nos afectan”, desgrana alguien que la trató mucho. “Esa asociación que los hizo conocerse y apostar el uno por el otro es muy extraña. No es simplemente ser un trepa. Tiene más enjundia. Se consideran a sí mismos merecedores de todo y sin límites. Y da igual la circunstancia porque la justificarán en un bien mayor. Estarán siempre por encima de cualquier crítica. Ellos no fracasan: carecen de empatía y de debilidades, aunque en niveles diferentes”.

De España Global a Deportes

Su encaje en el grupo parlamentario socialista fue complicado. “No estaba cómoda. No le hicieron la vida fácil y salió enseguida”, evoca uno de sus ex compañeros. Muchos en el PSOE fueron los que llegaron a pedirle que pidiera perdón por lo que su boca había dicho previamente contra el partido. En la repetición electoral de 2016 renunció a presentarse de nuevo alegando motivos personales. Volvió a escena tras el triunfo de la moción de censura. Sánchez la nombró secretaria de Estado de España Global, un departamento de nueva creación que sustituyó al Alto Comisionado del Gobierno para la Marca España. “El cargo previo no estaba remunerado. El suyo sí”, incide con evidente retranca un ex camarada de los tiempos magentas.

Su debut al frente del organismo de nuevo cuño fue desafortunado: el logotipo de España Global fue diseñado y cedido de modo altruista por Myriam Maneiro, una diseñadora freelance que, entre otros proyectos, firmó la campaña para las primarias del PSOE en 2017. Los diseñadores montaron en cólera. La Asociación Española de Empresas de Branding (AEBrand) declaró: “España Global nace débil y está lejos de poder sintetizar los intereses que se tienen como país. Se trata de un asunto de Estado, no de Gobierno, al que se le ha dado un tono político localista que poco suma a escala internacional”. Experta en relatos, Lozano presumió de emblema por muy casero que resultaran el globo terráqueo y unas letras en Helvética: “Es un logo muy sintético que simboliza perfectamente la diversidad y el dinamismo que representa la España Global”.

Tan débil fue nacimiento como silente su muerte. La secretaría de Estado de España Global, que heredó Manuel Muñiz, desapareció con la llegada de José Manuel Albares al ministerio. El sepelio y las condolencias duraron un suspiro. Para entonces, Lozano estaba ya en otros menesteres. A principios de 2020 fue nombrada presidenta del Consejo Superior de Deportes, con rango de secretaría de Estado. Un cargo que, además de los emolumentos, le permitió familiarizarse con los palcos de estadios de fútbol como el del Bernabéu.

Malestar en Casa Árabe

En 2021 se afilió al PSOE y concurrió en las elecciones autonómicas madrileñas de aquella primavera en las que Isabel Díaz Ayuso barrió. Tampoco cuajó en la Asamblea de Madrid. En noviembre de aquel mismo año renunció al acta y fue nombrada directora de la Casa Árabe. Recaló entonces en un organismo vinculado al ministerio de Asuntos Exteriores. En la página web del organismo, Lozano es presentada como “pensadora, escritora y política española, autora de una decena de libros y distinguida con el Premio Espasa de Ensayo”. “Fue Secretaria de Estado de la España Global (2018-2020), donde dirigió la estrategia de reputación democrática de España con una intensa actividad diplomática y de comunicación internacional”, reza la biografía oficial, que omite su colaboración editorial con el presidente.

El proyecto languidece y Lozano es una directora ausente, más preocupada por sus columnas en los medios

Ninguna de la sucesión de loas a su trayectoria citada en Casa Árabe está ligada al norte de África y Oriente Próximo ni a la esencia de la institución: ser el centro estratégico en las relaciones de España con el mundo árabe. Su sorpresivo nombramiento -que cerró la puerta a un diplomático con veteranía y conocimiento en la región- fue el primer jarro de agua fría para quienes trabajan en Casa Árabe. Dos años después, el malestar interno empieza a ser un clamor: el proyecto languidece y Lozano es una directora ausente, más preocupada por sus columnas en medios, sus libros con Sánchez o sus retuits de la cuenta del presidente. El otrora empuje de la institución ha dado paso a un repliegue, una decadencia perceptible por sus funcionarios. En su último resumen ejecutivo, no obstante, se vende el renacimiento de la institución bajo el mandato de Lozano: "El nuevo impulso de Casa Árabe se ha caracterizado por un trabajo de conceptualización, reorganización, rearticulación y avances en todos los campos donde Casa Árabe actúa".

Inquieta, además, la cercanía a Marruecos y su embajada, en línea con el giro del Gobierno de Sánchez en el contencioso del Sáhara Occidental. Precisamente Lozano ha estado esta semana en Rabat participando en el coloquio internacional “La convivencia en Al Andalus”, organizado por la Academia del Reino de Marruecos, un ente dirigido desde el Palacio Real y en el que la libertad de cátedra e investigación resulta inexistente. Fuentes del Tribunal de Cuentas consultadas por este diario aseguran que no existe ninguna fiscalización en curso de la Casa Árabe. En lo que va de año Casa Árabe dice haber organizado 193 actividades. En los últimos meses el equipo de Lozano ha sumado la contratación de un gerente, un "captador" de fondos europeos y un responsable de comunicación digital. Ninguna de las redes sociales del ente supera los 30.000 seguidores. La cuenta de Lozano en X, en cambio, cuenta con 33.000 seguidores.

En X Lozano alterna algunos de los actos que preside en Casa Árabe -retuits en su mayoría de la cuenta del organismo- con los retuits de los mensajes de Sánchez y de sus columnas en medios de comunicación. “Feijóo quiso ver si esa España lograba con disturbios lo que él no consiguió con votos. Por eso no ha pronunciado ni una palabra de condena al acoso a las sedes del PSOE. Tampoco ha funcionado y ahora debe meter de nuevo en la lámpara al genio fascista”, escribe en uno de sus últimos artículos en eldiario.es.

Sus alabanzas al máximo líder sorprenden entre quienes fueron otro tiempo sus correligionarios. “Ella aspiraba a ser ministra de Exteriores. También quiso ser embajadora en Londres y París y la propia carrera diplomática bloqueó ese camino. Desde entonces lleva una carrera descendente. Y ahora parece como si llevara la correa puesta: te sostengo pero a base de humillarte. Es un servilismo y un abandono voluntario pero difícil de explicar de una voz propia. La han retirado o se ha retirado de cualquier portavocía personal y del perfil propio. Ahora la noticia es que Lozano ha vuelto a escribir un libro glorificando al resistente”, apunta un ex compañero de Lozano. Resistencias entrelazadas de quienes un día conocieron lo que era ser náufragos y hoy gozan de los réditos de hallarse en tierra firme. 

Cuando Lozano criticaba ferozmente a los dictadores árabes

La hemeroteca es caprichosa. Guarda las vidas pretéritas y proyecta, como un espejo empeñado en hacernos ver lo que evitamos, las incoherencias propias. En 2014, siendo diputada de UpyD, Irene Lozano criticó ferozmente a dos monarquías árabes desde su escaño: “España no debería dar la menor cobertura a una autocracia como la de Bahrein”, declaró. “Es un país pequeño pero muy cercano a otro país que es muy poderoso y un potencia regional como Arabia Saudí. En las primaveras árabe Bahréin sacó a la calle los tanques saudíes a la calle contra su población civil”, arguyó para oponerse a la firma de un acuerdo de cooperación militar. “En los países donde los activistas de derechos humanos sufren represión, toda la población sufre represión. Una democracia asentada como la nuestra no debe dar cobertura a una autocracia”, manifestó la hoy directora de Casa Árabe.

Otra de sus intervenciones parlamentarias censuró el acuerdo de pesca con Marruecos, afeó “el expolio de los recursos naturales de los saharauis” y defendió el derecho internacional que hoy cuestiona Sánchez con su giro copernicano en el contencioso del Sáhara. En 2012 dijo: “En el acuerdo de pesca con Marruecos nos separa una palabra, que es tabú para usted: Sáhara”. “El Sáhara es un territorio autónomo de acuerdo con la carta de la ONU. Y, por tanto, la explotación de los recursos naturales de un territorio autónomo, tal y como lo han dicho los informes jurídicos de la ONU y del Parlamento europeo, debe hacerse de manera que redunde en beneficio de la población saharaui o que responda a sus deseos”, manifestó entonces. “Da la sensación de que el acuerdo es una subvención encubierta a Marruecos”, deslizó quien hoy tiene cómodas relaciones con la diplomacia marroquí.