Nada de esconderse, nada de seguir una estrategia vergonzante, nada de acobardarse. La decisión por parte del presidente del Gobierno está tomada: "Normalizar" las relaciones de su partido con Junts y con Esquerra, por completo, y al máximo nivel. Así que Pedro Sánchez está dispuesto a reunirse por separado, y no una, sino "varias veces", con Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. El momento no está claro aún, pero desde la Moncloa se apunta a que será después de la aprobación de la ley de amnistía, que puede llegar hacia la primavera.

El jefe del Ejecutivo no puso ningún reparo en reconocer que sí, que habrá foto con el expresident de la Generalitat —y otra con la que no se contaba, con el líder de ERC— en una conversación informal con periodistas este martes con motivo de la copa de Navidad en el palacio de la Moncloa. Fue el jueves pasado cuando el secretario general de Junts, Jordi Turull, avanzó que se produciría ese encuentro. Aquel día, Sánchez estaba en Bruselas por el Consejo Europeo y, aunque en ningún momento desmintió que esa cita fuera a producirse, señaló que no estaba agendada.

El presidente no concreta cuándo se producirá la cita con el 'expresident', aunque en su equipo subrayan que solo se producirá después de que se haya aprobado la amnistía

Sigue sin estarlo, pero la novedad es que el propio presidente asume sin rodeos esa entrevista con Puigdemont. Y lo hace porque entiende que es coherente con el proceso de "normalización" de relaciones con ERC y Junts que su partido lleva desplegando. El "fundamento" de esa estrategia, de hecho, es entender ese "camino de normalización de los actores políticos" y de distensión en Cataluña, y por tanto si el Gobierno ya concedió los indultos a los líderes del procés en 2021 y ahora está tramitándose en el Congreso la ley de amnistía, si su propósito es además incorporar a Junts y ERC plenamente a la vida política, lo lógico, incidió, es que el siguiente paso sea entrevistarse con Puigdemont y con Junqueras. Obviamente, por separado y en todo momento como "líder del PSOE". Sánchez reconoció asimismo que no será solo un encuentro, sino "varios".

¿Y cuándo? El presidente indicó que no está claro el momento, dejando la puerta abierta a que ese despacho con el expresident fuera próximo en el tiempo, pero después fuentes de la Moncloa insistieron en que ese encuentro se producirá solo después de que esté aprobada y en vigor la ley de amnistía. No es un dato baladí, porque si se vieran ahora, tendría que ser fuera de España, ya que Puigdemont sigue siendo, a ojos de la Justicia española, un prófugo, y desde 2017. Cuando la ley ya esté operativa, decaerán las órdenes de búsqueda y captura contra todos los implicados, por lo que el exjefe del Govern podrá regresar a España. Eso podría suceder en abril o más adelante, ya que todo dependerá de la tramitación parlamentaria. La mayoría que sostiene al Ejecutivo puede acelerar en el Congreso, pero en el Senado es el PP quien dispone de mayoría absoluta y apurará el tiempo máximo de dos meses permitido por la Constitución.

A la reunión con Aragonès irá el ministro Torres

Hasta ahora, solo había trascendido una llamada de Sánchez a Junqueras, la del pasado 11 de octubre, en plena negociación de investidura. El presidente alegó que la relación con ERC ya venía de atrás, de la pasada legislatura, y de ahí el trato preferente hacia sus antiguos socios. Pero no había habido reunión de los dos líderes, y de hecho el pacto lo firmaron en Barcelona unos días más tarde Junqueras y el titular de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños. Ahora, por tanto, Sánchez daría un paso más en esa "normalización" de relaciones con los republicanos, al entrevistarse con Junqueras. No obstante, lo que tiene ya dentro de dos días es una reunión con el actual president catalán, Pere Aragonès, en la que le acompañará el ministro de Política Territorial, el canario Ángel Víctor Torres.

En el equipo del líder reconocen que habrá que seguir haciendo "pedagogía", explicando esa "normalización" de las relaciones con los independentistas

Pero el salto es más abrupto con Junts: de darse la espalda los últimos cuatro años, los socialistas pasaron a negociar con los posconvergentes para lograr la investidura de Sánchez. El diálogo ha estado conducido por el número tres del partido, Santos Cerdán. Él firmó el acuerdo de investidura con Turull el pasado 9 de noviembre. Nadie del ala socialista del Gobierno se había reunido con Puigdemont, y de hecho cuando a primeros de septiembre se vio con él Yolanda Díaz, la Moncloa insistió en que ella lo hacía como jefa de Sumar y deslizó su malestar con esa iniciativa.

Ahora la estrategia es otra. Es ir de frente. "Si hay que dialogar, vamos a dialogar", con todo, resumían posteriormente en el círculo de máxima confianza del presidente. Es decir, nada de quedarse "en el medio" —esa es "la peor" opción—, sino asumir que el momento es el que es y que el camino está elegido, y que si eso incluye reuniones con Puigdemont y Junqueras, se harán. Sin tapujos.

Sánchez aseguró a los informadores que no teme el coste de esas fotos con los dos líderes independentistas catalanes. Recordó que los indultos estuvieron muy presentes en la campaña de las elecciones generales del 23-J, y el PSOE logró pese a todo cosechar un millón de votos más. Es decir, el análisis de la Moncloa y de Ferraz es que el impacto de la relación con ERC y Junts ya está más que amortizado por la ciudadanía, y de hecho su convicción es que la amnistía será comprendida cuando vaya pasando más tiempo. En el equipo del líder, se admite que habrá que seguir "haciendo pedagogía", explicando cuáles son los movimientos del Gobierno para salir de la página que dan por cancelada del procés.

Sánchez deja claro que el PSOE no apoyará que acudan jueces a las comisiones de investigación en el Congreso, por lo que no se aceptarán las peticiones de ERC y Junts

Sin embargo, el presidente también hizo hincapié en que habrá otros tantos temas en los que no haya convergencia con los independentistas. Por ejemplo, ERC y Junts quieren que los jueces comparezcan en las comisiones de investigación abiertas en el Congreso —sobre la operación Cataluña, sobre el espionaje con Pegasus y sobre los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils—. Él dejó claro que su partido "no está de acuerdo" con esa petición y, por tanto, la rechazará, así que no puede prosperar. En rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, de hecho, Bolaños subrayó que tanto la Constitución, en su artículo 76, como la Ley Orgánica del Poder Judicial impiden a jueces y magistrados comparecer en las comisiones de investigación parlamentarias.

Esa estrategia de normalización también vale para Bildu, de quien Sánchez valora su aportación a la gobernabilidad. Pero niega que el apoyo a la izquierda abertzale sea una contraprestación por darle sus seis votos en la investidura. El jefe del Ejecutivo ciñó la moción de censura a una clave puramente local, porque la actual alcaldesa, Cristina Ibarrola, de UPN, "ni siquiera se entendía con la derecha", con el PP, y además "hacía feos" a la presidenta de Navarra, María Chivite, y confrontaba con el Ejecutivo central, cuando fue el PSOE, adujo, el que le permitió conseguir el poder al votarse a sí mismo. Ahora es cuando empezaba la negociación de los presupuestos municipales, y ella incluso había renunciado a presentarlos antes de fin de año.

Sánchez cree que los ciudadanos de Pamplona entienden lo que ha sucedido y que la situación de la ciudad era ya insostenible. Y defendió que el acuerdo alcanzado por el PSN y Bildu es "muy razonable", a lo que se suma la figura del nuevo regidor, Joseba Asiron, que ya dirigió la capital navarra entre 2015 y 2019 y que siempre condenó el terrorismo. Para subrayar que esta moción es un hecho aislado, el presidente apuntó que no hay pretensión de arrebatar alcaldías a UPN. Ahora bien, recordó que la formación regionalista no para de llamar "escoria" a los socialistas. Un claro aviso de que las cosas pueden cambiar si siguen por ese camino.

Eso sí, aseguró que la relación con el PNV, que es partícipe de la moción de censura, es "de presente y de futuro", "indestructible". Dicho de otra forma, que no tiene que temer por la Lehendakaritza. Si los números vuelven a dar, el candidato jeltzale, Imanol Pradales, será jefe del Ejecutivo vasco con el apoyo del PSE.