La situación en Pamplona era ya "insostenible". La ciudad estaba "paralizada", "bloqueada", con unos solos presupuestos municipales aprobados desde 2019, "sin proyecto". Y fue eso, además de una forma de gobierno "prepotente, unilateral, opaca y totalmente ajena al diálogo" de la actual regidora de Pamplona, Cristina Ibarrola, de Unión del Pueblo Navarro (UPN), lo que ha llevado al Partido Socialista de Navarra (PSN-PSOE) a firmar con EH Bildu una moción de censura para desalojarla de la alcaldía. Es decir, que no hay más que claves puramente locales, sin relación con la investidura de Pedro Sánchez, apoyada por la izquierda abertzale hace un mes.

Es lo que argumentan Ferraz y el PSN tras haber cruzado una frontera afianzada desde hace muchos años: no conceder el poder a Bildu en tanto no hiciera una autocrítica y una condena rotunda de la pasada violencia de ETA. Una operación de muchísimo riesgo político —como todas las que está emprendiendo Sánchez desde las últimas elecciones generales—, totalmente inesperada en Madrid —sí se barruntaba en Navarra— y que en la cúpula confían en que no afecte a las buenas expectativas electorales del Partido Socialista de Euskadi, que probablemente en primavera afrontará unas nuevas elecciones autonómicas. En la dirección del PSE-EE también creen que no habrá daño en las urnas, aunque por si acaso su secretario general y candidato, Eneko Andueza, salió enseguida a ratificar que no hará lehendakari al "candidato de EH Bildu", Pello Otxandiano.

Los socialistas achacan a Ibarrola su "incapacidad" para el diálogo y que UPN no haya podido aprobar más presupuestos que los de 2021, que sacó con el PSN y que fueron "incumplidos"

El pacto para hacer a Joseba Asiron alcalde de Pamplona —él ya había sido regidor de la ciudad entre 2015 y 2019, y fue sucedido en 2019 por Enrique Maya y en 2023 por Cristina Ibarrola, ambos de UPN— se conoció este miércoles a primerísima hora de la mañana. EH Bildu, con ocho concejales, se unía al PSN (5), Geroa Bai (2) y Contigo-Zurekin (1). Juntos suman 16 ediles, dos por encima de la mayoría absoluta, frente a UPN (9) y PP (2). La moción de censura se debatirá el 28 de diciembre a mediodía, pero tiene garantizado su éxito.

El secretario de Organización de los socialistas navarros, Ramón Alzórriz —o sea, el número dos en el partido de la presidenta foral, María Chivite—, y la coordinadora política de Bildu en la comunidad, Miren Zabaleta, suscribieron un acuerdo de cuatro páginas [aquí en PDF] para abrir un "tiempo nuevo" que "rompa el bloqueo" en la ciudad y acabe con el "menosprecio al conjunto de fuerzas políticas por parte de UPN" en el Ayuntamiento. A los regionalistas les achacan su "incapacidad" para el diálogo, porque en los dos últimos gobiernos, los de Maya e Ibarrola, no han logrado aprobar ningún presupuesto municipal más allá del que apoyó el PSN en 2021 y que "fue incumplido sistemáticamente". Las dos formaciones expresan su voluntad de que ese "tiempo nuevo" avance en "acuerdos plurales" y trabaje para que Pamplona sea "una ciudad de vanguardia, de tolerancia y de convivencia entre diferentes", priorizando lo que les "une" frente a las "divisiones y conflictos permanentes causados y provocados por UPN". El PSN no entrará en el Gobierno de Asiron.

Sesión de control teñida desde el principio

La tempestad se desató enseguida. Los regionalistas rompieron relaciones automáticamente con los socialistas y adelantaron que no participarán de la Federación Navarra de Municipios y Concejos (FNMC), que preside Bildu, porque la abandonarán y crearán "una nueva asociación de municipios que sea democrática y donde se respete la pluralidad de Navarra". También convocan dos manifestaciones el 17 y el 28 de diciembre para mostrar su rechazo. Y el PP, en Madrid, cargó de inmediato contra el Gobierno y contra Sánchez por su "pacto encapuchado" con la izquierda abertzale. La moción de censura en Pamplona tiñó la primera sesión de control al Ejecutivo en el Congreso de esta XV Legislatura. En los pasillos de la Cámara, tanto el secretario de Organización, Santos Cerdán —también navarro, con un poder y una autoridad crecientes en el partido—, como el portavoz parlamentario, Patxi López, insistieron en que no se había pactado el desalojo de Ibarrola como pago por los seis votos de Bildu en la investidura de Sánchez. El portavoz señalaba al argumento dado desde el primer momento: que la maniobra obedecía a la "paralización" del Ayuntamiento de Pamplona, a la incapacidad de la regidora de UPN para llegar a acuerdos. En el hemiciclo, y en respuesta al PP, el ministro de Transportes, Óscar Puente, era el primero en felicitarse del pacto que hará que haya en España una alcaldía de signo "progresista".

PSN y Bildu ya venían de estrechar su relación en los últimos cuatro años, y el pasado octubre la formación de Chivite aupó al candidato 'abertzale' a la Federación Navarra de Municipios y Concejos

Aunque el acuerdo no acabó de cuajar hasta estos últimos días, era evidente que el clima había cambiado mucho antes. En 2019, Cerdán convenció a Sánchez para que diera su visto bueno a que Chivite intentara un acuerdo con Geroa Bai —la coalición nacionalista de la que participa el PNV—, Podemos e Izquierda-Batzarre, pacto que, con la abstención de la izquierda abertzale, la haría presidenta. Y esa alternativa, que había sido cercenada desde Ferraz en el agostazo de 2007 y en 2014, fue la que prosperó. En aquel momento, también Bildu reclamó la alcaldía de Pamplona, pero el PSN facilitó que gobernara la lista más votada, la de UPN. En 2023, Chivite reeditó su Gobierno con Geroa Bai y Contigo-Zurekin (la suma de Podemos, IU y Batzarre) y la abstención de Bildu. E Ibarrola fue elegida alcaldesa como cabeza de la lista más votada. La candidata socialista, la exconsejera Elma Saiz, prometió en campaña y se reafirmó después que no apoyaría ni a la aspirante de UPN ni al de Bildu. El propio Sánchez replicó al PP en numerosas ocasiones con el caso de Pamplona, recordándole que su partido había dejado gobernar a los regionalistas, cerrando el paso a Bildu.

Pero en estos cuatro años, en Madrid y en Navarra se había ido estrechando la relación entre los socialistas y la izquierda abertzale. La normalización era un hecho, aunque PSOE y PSN (y PSE) no han dejado de reclamar a la formación heredera de Batasuna una condena explícita del terrorismo de ETA, que diera un paso más. Para la investidura de Sánchez, Bildu concedió sus apoyos sin que mediara ningún tipo de acuerdo, con el argumento de que sus votantes tenían muy claro que había que frenar a PP y Vox. Sí pidió una foto con el presidente, y la tuvo. De camino, a primeros de octubre, el PSN apoyó la elección de Xabier Alcuaz, alcalde de Tafalla, como presidente de la Federación Navarra de Municipios y Concejos. Era esa la primera vez que los socialistas respaldaban de forma directa a un candidato abertzale. El PSN venía de vencer en la comunidad en las elecciones generales del 23-J: con dos escaños, se colocó por delante de Bildu (1), UPN (1) y PP (1).

Para el PSN, es capital uno de los puntos alcanzados en el acuerdo para la moción de censura en Pamplona. En concreto, el número dos, en el que las dos fuerzas se comprometen a "trabajar para generar un clima político de entendimiento que mire al futuro, sin olvidar el pasado, desde la convicción política y ética de que es necesario el reconocimiento y reparación de las víctimas generadas por la violencia de ETA, evitando en todo momento que se puedan generar situaciones de humillación, así como manteniendo en buen estado los elementos de recuerdo y homenaje a las víctimas del terrorismo". Punto en el que también hizo hincapié Ferraz. Ahí se hace referencia, pues, a la reparación de las víctimas de ETA y a no "olvidar el pasado", aunque no se incluye la palabra "condena".

Las dos fuerzas incluyen un punto en el que subrayan como "necesario" el "reconocimiento y reparación de las víctimas generadas por la violencia de ETA". Pero no aparece la palabra "condena"

Alzórriz subrayó que es "radicalmente falso" que el acuerdo tenga que ver con la investidura de Sánchez. "No ha sido pago de nada ni de nadie", "no tenemos ni hemos tenido ninguna negociación ni pacto para tener el Gobierno de España o el Gobierno de Navarra con EH Bildu". El dos de Chivite reconoció que la dirección autonómica ha actuado "en coordinación" con la cúpula federal de Sánchez y remarcó que no firma ningún "pacto encapuchado" porque todos sus acuerdos son públicos. También Asiron rechazó que haya una relación de "causa-efecto" entre la reelección de Sánchez y esta moción de censura. Se ha negociado entre las cuatro fuerzas firmantes —PSN, Bildu, Geroa Bai y Contigo-Zurekin— "a nivel de Navarra".

"Nada" que ver la salida de Elma Saiz al Gobierno central

Fuentes de la cúpula de Chivite insisten a este diario en que la investidura del presidente y el giro en Pamplona son "cuestiones independientes". Lo mismo que ratifican en Ferraz. "Con el informe preparado por el PSN, sabemos que era claramente una situación insostenible", indica un alto mando de la dirección de Sánchez.

En Bildu también aseguran que se trata de un pacto en clave puramente local, aunque deslizan que tiene que ver más con la investidura de Chivite

En el grupo parlamentario de Bildu en Madrid, mientras, también ciñen el acuerdo a una clave puramente local, aunque deslizan que tiene más que ver con la reelección de Chivite —la formación abertzale se abstuvo entonces, sin nada a cambio— que con la de Sánchez. Y apuntan que allanó el camino que Elma Saiz fuera designada como ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones del nuevo Ejecutivo, porque con ella al frente del grupo municipal en Pamplona, habiendo comprometido su palabra a no apoyar a Asiron, era difícil materializar el giro. En Ferraz y en el PSN, sin embargo, recalcan que "nada" ha tenido que ver el ascenso de Saiz. El pacto, eso admiten incluso en Bildu, no se extenderá a más municipios de Navarra. Por cierto que este miércoles se vio entrar a la portavoz abertzale en la Cámara baja, Mertxe Aizpurua, entrando en la zona reservada al Gobierno para, eso contaron las dos partes después, abordar la negociación de los Presupuestos Generales del Estado de 2024, que en Bildu ven con buenos ojos.

El impacto de esta moción de censura resonaba casi de manera automática en el País Vasco. Por la contundencia también de Eneko Andueza al negar toda posibilidad de aupar al candidato de Bildu a la Lehendakaritza. El secretario general del PSE se vio obligado este miércoles a confirmar su posición: "Me ratifico en ello y llevaré esta decisión hasta el final", dijo Andueza desde Irún. Explicó que el acuerdo para Pamplona es una cuestión local que "no vale para Euskadi". "En Euskadi tomaremos las decisiones que tengamos que tomar cuando llegue el momento", pero el PSE-EE, reiteró "no va a hacer lehendakari al candidato de EH Bildu".

Fuentes muy próximas a Andueza muestran tranquilidad pese a la campaña segura de los populares en su contra. Recuerdan que las realidades de País Vasco y Navarra son muy diferentes: "El PP no vende un caramelo en la puerta del colegio en Euskadi. Y con Javier de Andrés [el candidato de Alberto Núñez Feijóo y nuevo líder del PP vasco], menos". En su equipo no creen que se erosione la credibilidad del PSE, porque es "muy larga la trayectoria de acuerdos entre el PNV y el PSE".

Si nos hubieran quitado la alcaldía a nosotros, podríamos estar preocupados, pero es que desalojan a UPN y nosotros estamos en ese pacto", indican en la cúpula del PNV en Madrid

Socialistas y nacionalistas vascos fueron retomando su relación tras la era Ibarretxe y el Gobierno de Patxi López de manera paulatina. De 2013 a 2015 apoyaron a Iñigo Urkullu desde fuera del Ejecutivo vasco y en 2015 firmaron los primeros acuerdos municipales y para las diputaciones forales con el PNV. Al año siguiente, en 2016, el PSE entró en el Gobierno de Urkullu. Pactos en los tres niveles —municipales, forales y autonómicos— que se han repetido desde entonces. Y la expectativa es volver a gobernar con el PNV tras los próximos comicios vascos, con un mejor resultado, esperan, en las urnas. En Ferraz están también convencidos de que el PSE obtendrá "unos buenos datos" en las autonómicas y que, por tanto, no se resentirá de la moción en Pamplona.

No dan importancia en la cúpula de Sánchez a los reproches de la derecha por el giro copernicano del PSOE, que siempre renegó de todo pacto que encumbrara en el poder a Bildu. Se trata, de hecho, de una nueva pantalla. "El que no cambia de opinión no cambia nada nunca. No nos importa que el PP diga que dijimos hace tiempo una cosa. El deterioro en Pamplona ha seguido. Las circunstancias cambian. Feijóo dijo que no venía a insultar al presidente, y no ha hecho otra cosa. Lo importante es tomar las decisiones que son mejores para los ciudadanos, porque te eligen para eso, y no para quedar bien".

Para Ferraz se trata de un giro copernicano en su estrategia: no se arrepienten porque se trata de un "cambio de opinión" motivado por un "deterioro" no frenado de Pamplona

El PNV no se alarmó por la maniobra en la capital navarra. El portavoz del partido en el Congreso, Aitor Esteban, recordaba a los periodistas que su formación (integrada en Geroa Bai) participa de ese acuerdo y estaba en la negociación. El PP había lanzado a los jeltzales en el Congreso su aviso: "Tomen nota, no vaya a ser que lo próximo sea que Bildu también sea lehendakari en el País Vasco", les dijo la número dos, Cuca Gamarra. Los nacionalistas se confiesan ya cansados de las advertencias de los populares y dicen no sentirse inquietos por el movimiento del PSOE. "Si nos hubieran quitado la alcaldía a nosotros, podríamos estar preocupados, pero es que desalojan a UPN y nosotros estamos en ese pacto", señalan desde la dirección nacionalista en el Congreso.

"Euskadi no es Pamplona"

En la cúpula del PSE se reconoce que el pacto en Pamplona "puede no venir bien ahora", pero creen que no es una cuestión que vaya a estar "en el día a día de la campaña". También porque las relaciones con Bildu están normalizadas, ya que es un grupo con el que los socialistas pactan recurrentemente iniciativas también en el Parlamento vasco. "Nosotros tenemos viento de cola y nos va a ir bien en el resultado, pero nos complica la campaña, porque vamos a tener que hacer un sobreesfuerzo para explicar nuestra posición, que es que no vamos a pactar con Bildu. Euskadi no es Pamplona, y sobre todo es que Pedro tiene que contentar a su otro socio imprescindible, que es el PNV, y que quiere la Lehendakaritza. Aquí las alianzas están muy asentadas", indica una dirigente de primera línea.

En el PSOE hay quienes admiten que no ha caído bien la decisión: "Lo aguantamos como podemos, apretando los dientes"

"Hay que entender", añade otra fuente de la dirección del PSE, "que ahora la situación de María Chivite va a ser más cómoda, porque si Bildu se pone estupendo con ella en el Parlamento navarro, ella podrá apretar en Pamplona, y además el choque institucional con Ibarrola era grande. Además, así Bildu cubre parte de la insatisfacción de sus votantes, que ven cómo su partido crece pero no gobierna". En Euskadi, agregan en el partido, PSE y PNV arrebataron la alcaldía de Vitoria y la Diputación de Gipuzkoa a Bildu, en ambos casos con la ayuda del PP.

En el conjunto del PSOE, por ahora domina el silencio, aunque hay dirigentes que no ocultan en privado su preocupación. "Lo aguantamos como buenamente podemos, apretando los dientes, pero es como rizar el rizo. Así no hay forma humana de colocar los debates territoriales. Es agotador", indica una responsable regional del aparato. "Bien no ha caído —resume un barón—, sobre todo para Eneko, que es el que tiene elecciones cerca. Para el resto es distinto, porque nos quedan años todavía". El único líder territorial que sí dejó constar públicamente su malestar fue el expresidente de Aragón Javier Lambán: "Lamento que los herederos de ETA —manifestó en X— vayan a hacerse con la alcaldía de Pamplona y me produce una profunda desolación que vayan a hacerlo con el apoyo de los socialistas de Navarra".

La decisión en la capital navarra tendrá cola todavía e impacto también en la política nacional. Pero lo que demuestra es que Sánchez y su equipo no se plantean arrugarse por las advertencias de la derecha.