"Estoy en plena negociación". Esa aseveración, lógica y esperable, encierra buena parte de las explicaciones y de los silencios del presidente del Gobierno en funciones. Con las conversaciones abiertas de par en par, con una negociación tan "compleja" en marcha, entiende que su deber es ser prudente, y no dar por hecho nada ni lanzar frases lapidarias de difícil retorno. Por eso Pedro Sánchez fue deliberadamente inconcreto este jueves cuando se le preguntó por los contactos para su investidura, por sus perspectivas y hasta por la posibilidad de una llamada a Carles Puigdemont una vez que ayer charlara telefónicamente a Oriol Junqueras. El líder socialista no contempla por ahora esa opción, pero tampoco le cierra totalmente la puerta. Y no la cierra porque las conversaciones siguen y no sabe si el expresident demandará ese gesto. Los socialistas son plenamente conscientes de que han de cuidar cada uno de sus pasos para que la negociación no descarrile.

Sánchez fue preguntado por los periodistas durante la recepción que los Reyes (y la princesa de Asturias) presidieron en el Palacio Real con motivo del 12 de Octubre. Insistentemente. Y evitó quedarse atrapado por las palabras.

Yo hablo y me reúno con los grupos parlamentarios", recuerda. Este viernes se ve con los portavoces de Bildu y Junts, con los que finalizará la ronda de contactos

"Yo hablo y me reúno con los grupos parlamentarios", sostuvo. Recordaba así que lo que tiene previsto es, para mañana viernes, una reunión con la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua, y después con su homóloga de Junts, Míriam Nogueras, igual que ayer miércoles se vio con el representante de ERC, Gabriel Rufián, y antes con los diputados de UPN y Coalición Canaria.

Pero Junqueras no es presidente de su grupo parlamentario sino líder de ERC y, sin embargo, habló con él, apretaron los informadores. En ese punto, Sánchez apuntó que está siendo "coherente" en su actitud con los republicanos, porque su partido lleva colaborando con ellos en los últimos cinco años. Junts, en cambio, no ha sido socio y, como admiten fuentes muy próximas al presidente en funciones, persiste la "desconfianza".

Con ERC, pues, hay una "base de trabajo, de negociación", y los pasos que ha ido dando el independentismo catalán para bajarse de la montaña, añadió Sánchez, se debe al giro del partido de Junqueras y a su apuesta por el diálogo. El líder socialistas, por tanto, estaba tendiendo una línea divisoria entre ERC y Junts. La relación con el primero explica ese gesto de deferencia hacia Junqueras, al que su Gobierno indultó en junio de 2021 después de casi cuatro años en la cárcel.

La última pantalla queda lejos

Fuentes del Ejecutivo explicaban, en conversación informal con los periodistas, que Sánchez ha de ser forzosamente inconcreto y medir sus palabras. No puede dar por hecho nada —la amnistía, por descontado, pero tampoco ningún guiño a Puigdemont— por una cuestión de estrategia negociadora, para que sus interlocutores no suban el precio. Pero tampoco puede "provocar" al expresident rechazando de entrada que pueda haber una conversación con él.

En el Gobierno explican que no hay intención de que hable con Puigdemont, pero no puede darle portazo para no "provocarlo"

El mensaje es que el propio desarrollo de la negociación mostrará qué gesto demanda Puigdemont de reconocimiento político, de rehabilitación. En el círculo de Sánchez ni siquiera dan por hecho que deba producirse una reunión en Bélgica con el exjefe de la Generalitat, prófugo de la Justicia española: entienden que la negociación puede cerrarse sin esa foto. Pero, en todo caso, añadían, la escenificación del acuerdo será el último paso y todavía no se ha llegado a esa pantalla. Queda aún muy lejos.

El presidente subrayó, en esa línea, que las negociaciones "avanzan", pero son "muy complejas". Rechazó incluso contestar a la pregunta de si caminan a buen ritmo. "Avanzan", y ahí se queda. Sin más calificativos.

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, este jueves en el desfile por el 12-O en Madrid, presidido por los Reyes, en el que participaron 4.177 militares, 86 aviones y helicópteros y 142 vehículos terrestres. EFE / CHEMA MOYA

La prioridad de los socialistas, aseguró, es intentar conseguir y amarrar la investidura y armar un pacto de legislatura. "No creemos que haya que repetir elecciones. Los españoles dijeron [en las urnas del 23 de julio] que no a un Gobierno de PP y Vox y dijeron que no a la repetición electoral. Confío en que haya acuerdo pese a la complejidad, pero necesita su tiempo", sentenció el jefe del Ejecutivo durante su conversación informal con los periodistas en el Palacio Real.

Las negociaciones "avanzan", dice, pero son "muy complejas"

También admitió que esta negociación es, "sin duda alguna", mucho más difícil que la anterior, la de 2019. Entonces, el reto era acercarse a ERC. Ahora, la meta es lograr que Junts siga el mismo camino y se avenga a cerrar un pacto, porque depende de sus siete votos, cosa que antes no ocurría. Y todo lo complica la rivalidad que mantienen las dos formaciones soberanistas, razón por la que el PSOE es consciente de que ha de vigilar los equilibrios cada momento.

Políticas progresistas, convivencia, Constitución

Sánchez no dio ningún detalle acerca de la ley de amnistía, sobre la que su equipo está conversando con ERC y Junts. Señaló que hay cinco grupos que piden la medida de gracia, que representan 56 escaños —Sumar (31), ERC (7), Junts (7), Bildu (6) y PNV (5)—, 57 si se suma el BNG. "Escuchamos todas las opiniones, todas las propuestas —aseveró—. El PSOE tiene su opinión, tiene su posición, y cuando tengamos que exponer nuestra posición y explicarla, lo haremos. Pero hemos dicho siempre lo mismo", que el Gobierno se asentará sobre tres ejes, "políticas progresistas, convivencia y marco constitucional".

Sobre la amnistía, asegura que el PSOE tiene "su posición", y que cuando la tenga que exponer y explicar, lo hará. Garantiza que aquello que se acuerde será "constitucional"

¿Pero cabe la amnistía en la Carta Magna?, se le preguntó. "Lo que hagamos será constitucional", garantizó. No precisó si cree rescatable alguna idea del dictamen jurídico elaborado por los expertos juristas reclutados por Yolanda Díaz. Él estudia, escucha la propuesta de Sumar, le manifiesta "respeto", pero hasta ahí: no es ese el texto del PSOE. El presidente se impone (e impone a los suyos) silencio: hasta que no esté todo acordado, "discreción", mantuvo.

Sánchez llegó al Palacio Real directamente desde el desfile militar, en el que fue abucheado e increpado por parte del público. Le gritaron "fuera, fuera" y "dimisión", y se oyó perfectamente cómo algunos ciudadanos corearon "Que te vote Txapote" —grito de guerra muy escuchado en la campaña electoral del 23-J— o "Puigdemont a prisión". El presidente acusó a la derecha de "calentar la calle", de "no tener argumentos".

Pero eso es, analizó, "lo de siempre", porque "siempre ocurre" cada vez que hay un presidente socialista en la Moncloa. Le ocurrió también a José Luis Rodríguez Zapatero. A su juicio, es la derecha la que intenta "apropiarse de los símbolos comunes", los que son de todos: la Constitución, la bandera, la Fiesta Nacional. "Pero el problema lo tienen ellos. España es más diversa. Es más amplia que la que ellos ven. Entiendo que es muy frustrante. Pensaron que iban a arrasar [el 23-J] y los ciudadanos dijeron no. Los símbolos, la bandera, la Fiesta Nacional somos todos, no solo ellos".

El jefe del Ejecutivo deduce que "el problema lo tienen PP y Vox": lo "grave" no es que los ciudadanos profieran esos insultos o abucheen, o piten, sino que lo "alienten" los dirigentes de la derecha y la ultraderecha, y "nadie les exige rectificar", cuando se están "equivocando".

Acusa a la derecha de querer "apropiarse" de los símbolos de "todo" y de "calentar la calle" contra el Gobierno, pero "a quien beneficia no es al PP, es a Vox"

En los últimos días, el PSOE ha venido culpando a los populares de caldear el ambiente, y así se lo trasladó Sánchez a Alberto Núñez Feijóo en su reunión del lunes. Para el presidente, el PP "no asume cómo es España", "no tiene un proyecto político" y prefiere un estilo de oposición "muy destructivo". Y está convencido de que la estrategia de "calentar la calle", "a quien beneficia es a Vox, no al PP".

Este 12-O se produce en un contexto de guerra entre Israel y Hamás. Sánchez mostró la "preocupación" del Gobierno por la situación. Israel, dijo, tiene derecho a defenderse pero también ha de respetar el Derecho Internacional. No dio importancia al hecho de que España no figure entre los firmantes del comunicado conjunto que rubrican EEUU, Francia, Alemania, Italia y Reino Unido de "firme y unánime apoyo" a Tel Aviv y su rotunda condena a Hamás y a sus "actos de terrorismo": quienes respaldan ese texto, explicó, son simplemente "cinco países pertenecientes al G-7", club en el que nuestro país no tiene silla. Sánchez se congratuló de que el Ejecutivo ya ha podido culminar dos operaciones de evacuación de españoles y adelantó que aún no ha podido hablar con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.

Y sobre la presencia de la princesa Leonor en el desfile y en la recepción posterior, vestida de uniforme, el presidente se limitó a señalar que es un acto de "normalidad institucional".