Primer fin de semana de campaña de las elecciones gallegas del 18 de febrero. Tras una semana marcada por el frenazo de Junts a la ley de amnistía en el Congreso, el foco de la política gira hacia Galicia, hacia la primera contienda electoral desde las generales del 23 de julio. Unos comicios que se presentan más abiertos de lo que habría podido pensarse hace no demasiado tiempo. Esta es, de hecho, la competición más reñida desde 2009, cuando Alberto Núñez Feijóo arrebató al Xunta al bipartito de PSdeG y BNG liderado por Emilio Pérez Touriño, que solo rompió por cuatro años la continuidad histórica del PP en la comunidad. Las encuestas apuntan que el delfín de Feijóo, el presidente Alfonso Rueda, podrá mantener el Gobierno, aunque por los pelos, con una mayoría más ajustada. Esa incertidumbre hace que la izquierda vea más posible desalojar a los conservadores de San Caetano, la sede de la Xunta. Pero también parece claro que, en ese caso, quien relevaría a Rueda sería no el candidato socialista, José Ramón Gómez Besteiro, sino la aspirante del BNG, Ana Pontón, la mujer que rescató a su partido de la desaparición hace cuatro años y que en esta última legislatura se ha afianzado al frente de la oposición.

La pugna real, hasta el último voto, que pinta este 18-F, sumado al barniz nacional que tanto populares como socialistas han convenido dar a esta campaña, además de la fuerte polarización y el peso en el debate público de la ley de amnistía, han contribuido a elevar el rango de estas elecciones. No solo se libra la batalla entre Rueda, Pontón y Besteiro, y se ventila la lucha por la entrada en el Parlamento gallego de Sumar y de Democracia Ourensana. También se la juegan el líder del PP —Galicia es la comunidad que Feijóo dirigió 13 años, y en la que encadenó cuatro mayorías consecutivas— y el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Incluso para Yolanda Díaz es una prueba de fuego ineludible: es su tierra natal, son las primeras elecciones para Sumar, en las que se presenta su candidata, Marta Lois, y está obligada a sacar la cabeza frente a Podemos, que apostó por concurrir por separado después de su divorcio en el grupo parlamentario en el Congreso.

Ingredientes que hacen del 18-F un viaje fundamental en este arranque de 2024, al que seguirán, como poco, otras dos convocatorias: las elecciones vascas —se cuenta con ellas para abril— y las europeas del 9 de junio, las que si operarán como un plebiscito sobre el primer tramo del nuevo mandato de Sánchez, y con la amnistía ya previsiblemente en vigor.

El liderazgo de Feijóo, comprometido. Este sábado, el PP celebra su acto central de campaña, y lo hace en la plaza de toros de Pontevedra, un lugar emblema para el partido, y allí espera congregar a unas 10.000 personas. Rueda compartirá mitin con Feijóo y también con el expresidente Mariano Rajoy. Será de las pocas jornadas en las que el líder de los populares coincida con su sucesor en la Xunta, que debuta como candidato en unos comicios autonómicos. La mayoría de los días, "cada uno intentará estar en un lugar para cubrir el mayor territorio posible", según afirmaba el propio Rueda.

El PP tendrá una triple caravana: la de Rueda, la de Feijóo y la de Rajoy. Los populares buscan imprimir un fuerte sesgo nacional a la campaña

Y es que el PP ha diseñado una triple caravana: con el jefe del Ejecutivo autonómico, con Feijóo y con Rajoy. Génova ha querido imprimir un fuerte sesgo nacional a estos comicios, de ahí la implicación a fondo de su líder y la estrategia de campaña. El propio líder del PP pidió en precampaña a sus votantes "pensar en Galicia y en España" cuando fueran a depositar su papeleta.

Se trata de un movimiento arriesgado para los conservadores, que precisamente en las campañas anteriores —los comicios desde 2009, por cierto, venían coincidiendo con los vascos, pero en este 2024 irán por separado— buscaban un mensaje puramente autonómico, dadas las raíces del partido en el territorio y la fortaleza propia de Feijóo. Pero el PP lo fía todo al desgaste del PSOE y a la corrosión que presume que le genera la amnistía.

Alfonso Rueda (Pontevedra, 1968) persigue la quinta mayoría absoluta consecutiva para su partido aunque, de conseguirla, quizá no sea tan holgada como la actual, de 42 escaños de un total de 75. En estas urnas, las primeras en las que Feijóo no compite como cabeza de cartel en 15 años, se mide su fuerza y su tirón personal, y también la erosión de la marca, el PP, que ha gobernado 35 de los 42 años de vida de la autonomía.

Rueda persigue la quinta mayoría absoluta consecutiva. Las encuestas se la conceden, aunque a la baja respecto a 2020. El CIS sí indicaba que la Xunta peligra para el PP

Pero la prueba mayor, sin lugar a dudas, es para Feijóo. Galicia es su casa, el feudo histórico del PP, donde cosechó cuatro mayorías absolutas inapelables. Por eso estará muy presente en todas las esquinas de la comunidad este 18-F. Tropezar en su tierra después de no haber conquistado la Moncloa tras las elecciones generales del 23-J sería un varapalo de casi imposible digestión para él. Un "jaque mate", como cree el PSOE. Perder la Xunta reabriría probablemente las dudas sobre el liderazgo de Feijóo y sobre su estrategia de oposición, cimentada en la crítica a lo que llama "sanchismo" y a la ley de amnistía.

Las encuestas conceden al PP una reedición de la absoluta. A la baja y más apretada. La última de Sondaxe para La Voz de Galicia, publicada este viernes, deja a los conservadores en 39 diputados —la mayoría absoluta se sitúa en los 38 escaños—, por los 20 del BNG (uno más) y los 14 del PSdeG —que se quedaría como está—. Sumar podría entrar en la Cámara autonómica con un parlamentario, igual que Democracia Ourensana (DO), la formación del alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome. El CIS, sin embargo, sí indicaba que peligraba la Xunta para el PP: le otorgaba entre 36 y 38 actas, por las 20-23 del BNG y las 15-17 del PSdeG. A Sumar le concedía 0-2 escaños y a DO, 0-1. Ningún sondeo de los publicados hasta ahora da opciones a Podemos.

Primer examen a la alianza con Junts para Sánchez. El PSdeG parte del tercer cajón, en el que se instaló ya en las elecciones de 2016. Entonces fue superado por En Marea —que salieron del Parlamento cuatro años más tarde—, y en 2020, por el BNG. Los socialistas asumen que superar a los nacionalistas de Ana Pontón será una gesta prácticamente inalcanzable. Presumen de un candidato "potente", José Ramón Gómez Besteiro (Lugo, 1967), que iba a ser el cabeza de cartel en 2016 contra Feijóo, pero una cascada de imputaciones judiciales por la jueza Pilar de Lara, todas ellas deshechas con el paso de los años, le retiraron de la política. Ahora en el partido creen que le ha "faltado tiempo" para penetrar en el electorado, pero a cambio rema en esta competición con la federación unida en torno a él —y esa cohesión interna no era moneda corriente, ni mucho menos— y con todo el apoyo de Ferraz.

Los socialistas presumen de un candidato "potente" como Besteiro, pero al que convienen que le ha "faltado tiempo" para penetrar en el electorado

La dirección de Pedro Sánchez desplazó hasta A Coruña su convención política, del 19 al 21 de enero pasados, básicamente para arropar a Besteiro. Y, ahora, en campaña, seguirá estando muy presente. Sánchez desembarca este sábado en Ourense. El próximo 10 de febrero parará en Vigo, el feudo de Abel Caballero, y el jueves 15, la víspera de que se eche el telón, en A Coruña, aunque en Ferraz no descartan que esté en más actos y, sobre todo, en el cierre en Santiago. También se desplazarán a Galicia sus ministros y los miembros de la ejecutiva federal.

Pero quien se encargará de animar a la feligresía socialista será, de nuevo, José Luis Rodríguez Zapatero. El expresidente estará el martes en A Coruña y el domingo 11 en Ferrol. En la recta final, pisará Lugo y, ya el viernes 16, en la jornada de cierre, en Santiago.

Los socialistas repiten que la clave del 18-F reside en una alta participación y en que los ciudadanos perciban que hay una posibilidad de cambio. El reto, sin embargo, es complejo, porque la abstención ha sido tradicionalmente más abultada en las autonómicas que en las municipales o generales. Los números lo dicen todo: la participación fue del 53,63% en 2016 y del 48,97% en 2020, en plena pandemia. En cambio, en las locales del pasado mayo creció hasta el 65,60% y se quedó en el 61,41% el 23-J. PSdeG y PSOE intentarán repetir la movilización de los dos últimos comicios, donde cosecharon más de 420.000 votos, muy por encima de los 253.750 sufragios de las gallegas de hace cuatro años. Como expresa un veterano dirigente que ha tenido responsabilidades de primer nivel en el partido, "solo se podrá romper la mayoría absoluta del PP si el PSOE tira", porque eso significará que han ido a las urnas los que acuden en municipales y generales. El partido se centrará en las zonas urbanas, donde tiene su mayor granero de votos. Los socialistas gobiernan con mayoría absoluta Vigo y dirigen A Coruña y Lugo. El BNG lidera Pontevedra y Santiago, mientras que Ferrol quedó tras el 28-M para el PP y Ourense, de nuevo para DO. La formación cree que el efecto de la crisis de los pellets ya está amortizado.

El PSdeG parte como tercera fuerza y tiene difícil superar al BNG. Su principal reto es la participación, llevar a las urnas a los que apostaron por su papeleta en municipales y generales

El PSdeG desearía recuperar la segunda plaza en el Parlamento autonómico pero prioriza que la izquierda arrebate la Xunta al PP, aunque ello suponga apoyar a Pontón como presidenta. Aspira a estirarse electoralmente —algunas encuestas le asignan hasta 17 escaños—, pero en el peor de los escenarios se mantendría con sus 14 asientos. Bajar de ese umbral sí sería un auténtico fracaso, sobre todo porque no ha parado de bajar desde las 25 actas de Touriño de 2005 y 2009.

Personalmente, Sánchez se juega menos en estas elecciones. La estabilidad de su Gobierno depende más de la alianza con Junts que de lo que ocurra el 18-F. Pero estos comicios se podrán leer como el primer examen en las urnas después de su investidura, el primer test electoral de la amnistía, auténtica protagonista de la política nacional desde el 23-J. En Ferraz y en el PSdeG no creen que repercuta en los resultados, porque se votará en clave gallega y porque este es un territorio más sensible al nacionalismo, pero aun así prefieren que no sea un tema dominante en la campaña. El PSdeG sí busca un sesgo nacional en su camino hacia el 18-F, pero para poder exhibir la gestión del Gobierno en Galicia, para sacar pecho de "los 42.000 millones" invertidos por el Ejecutivo de Sánchez en la comunidad. Feijóo fustiga ya a Sánchez por la medida de gracia y por la debilidad parlamentaria del Gobierno, que se comprobó esta semana con el no de Junts a la votación de conjunto de la proposición de ley de amnistía.

Los comicios de Pontón, la alternativa de Rueda. En 2016, el BNG tocó fondo. Solo sentó a seis diputados en la Cámara autonómica, aunque aguantó su grupo parlamentario, cuando se preveía su muerte. Entonces la candidata ya era Ana Pontón (Sarria, Lugo, 1977). Ella logró resucitar a su formación cuatro años más tarde, cuando saltó hasta los 19 escaños. Ahora, los nacionalistas podrían crecer más aún. Pontón tiene más cerca que nunca convertirse en la primera mujer que alcanza la presidencia de la Xunta.

Pontón resucitó al BNG en los comicios de 2020, en los que pasó de 6 a 19 escaños. Ahora puede ser la primera presidenta de la Xunta

La líder del BNG pelea en estos comicios por ampliar su electorado y atraer a electores no nacionalistas. Antes del arranque de la campaña firmó una alianza estratégica con Anova, antigua escisión del BNG que lidera Xosé Manuel Beiras y que capitanea el exalcalde de Santiago de Compostela Martiño Noriega —a quien sondeó Yolanda Díaz como candidato de Sumar—. Así, Anova renunciaba a concurrir en estos comicios e instaba a sus votantes a apoyar a Pontón.

El BNG es uno de los socios minoritarios de Sánchez en el Congreso. Cuenta con un diputado, Néstor Rego, que apoyó la investidura del líder socialista. La alianza funciona sin problemas en Madrid y, si la izquierda conquista la absoluta, tendría su reverso en Galicia, en este caso liderada muy probablemente por los nacionalistas gallegos.

El difícil examen para Yolanda Díaz y su pugna con Podemos. Sumar debutó en las urnas directamente en las generales del 23-J, después de haber eludido las municipales y autonómicas del 28 de mayo. El 18-F es, por tanto, la primera convocatoria parcial para la formación de Yolanda Díaz. No es un examen fácil ni irrelevante para la vicepresidenta segunda del Gobierno. Hasta su salto a la política nacional, ella hizo carrera en su comunidad natal, en Galicia. Es allí donde tiene sus raíces, donde siente sus referencias, su anclaje.

La apuesta de Díaz en su tierra es Marta Lois, y su reto es obtener representación en el Parlamento. Podemos, según los sondeos, se queda fuera

Para su estreno en unas autonómicas, eligió como candidata a una persona de su máxima confianza, Marta Lois (Vigo, 1969), hasta ahora portavoz del grupo en la Cámara baja. Fue entre 2015 y 2019 concejala de Igualdad, Desarrollo Económico y Turismo de Santiago, por la candidatura Compostela Aberta, una candidatura plural que encabezaba Martiño Noriega, quien conquistó la alcaldía.

El objetivo de Sumar es obtener representación en el Parlamento, después de que En Marea saliese del Parlamento en 2020, tras obtener su mejor resultado cuatro años (14 asientos) en 2016. Las encuestas apuntan que está rozando esa representación, y donde más fácil lo tiene es en A Coruña y Pontevedra, las dos provincias más pobladas.

Con toda seguridad, quedará por debajo de Sumar su formación rival, Podemos, que decidió concurrir por separado después de firmar un preacuerdo con Díaz. Una postura, la de acudir a las urnas solos, que defendió el exlíder de los morados Pablo Iglesias y que las bases confirmaron. Su candidata en estos comicios es Isabel Faraldo (A Coruña, 1966), funcionaria del Servicio Gallego de Salud (Sergas).

La incógnita de Democracia Ourensana, la segura ausencia de Vox. Sumar puede entrar en el Parlamento, pero también podría quedarse cerca Democracia Ourensana (DO), la formación que Armando Ojea (Vilar de Barrio, Ourense, 1962) fundó en 2001 con Gonzalo Pérez Jácome. Ojea es todavía el teniente de alcalde de Jácome en el Ayuntamiento de Ourense, y también el portavoz municipal. La formación da su salto a la política autonómica después de revalidar la alcaldía de la capital gracias a un pacto con el PP, que permitió a este retener el mando de la Diputación provincial. Si Rueda se queda a las puertas de la absoluta y DO logra aunque sea un asiento, su papel será capital para que los populares conserven la Xunta. Los socialistas, en ese escenario, no cuentan por ahora con convencer a Jácome para que cambie de socio.

DO podría entrar en la Cámara y su diputado podría ser capital

Vox, salvo sorpresa, tampoco conseguirá entrar esta vez en el Parlamento, y la gallega es la única Cámara autonómica en la que no ha logrado nunca poner un pie. Su candidato es Álvaro Díaz-Mella (Vigo, 1961), presidente provincial del partido de ultraderecha en Pontevedra. Vox no tiene implantación ninguna en la comunidad: un concejal en Avión (Ourense) es su única representación en Galicia. Feijóo llegó a considerar "un error" que se presente la formación de Santiago Abascal, pues sus votos se perderán y pueden "dificultar" una mayoría de derechas.