Juan Verde (Telde, Gran Canaria, 1971) no ha pegado ojo. No habría podido aunque hubiese querido porque el día después a la jornada electoral en Washington ha sido trepidante. Asesor de la campaña demócrata, fue subsecretario adjunto para Europa y Eurasia del Departamento de Comercio en la Administración de Barack Obama.

Ha trabajado también con los Clinton, y con Al Gore. En su presentación en la red social Twitter, en inglés, dice que es asesor de gobiernos y empresas, y destaca su trabajo por la economía verde.

Es de los pocos españoles que conoce de cerca al ex vicepresidente Joe Biden, quien se perfila como ganador en estas elecciones de 2020. Juan Verde reconoce los nervios de las últimas horas y la inquietud por la polarización que sufre Estados Unidos, que ha quedado clara en los resultados electorales.

Hablamos con Juan Verde por teléfono cuando aún sigue el conteo de las papeletas. No oculta su indignación con el presidente Donald Trump, quien, a su juicio, ha llevado al país a una profunda división. Combina la calidez canaria con ese sentido práctico de los estadounidenses.

Pregunta.- ¿Han sido una sorpresa estos resultados para los demócratas? ¿Y la reacción del presidente de atribuirse la victoria antes de finalizar el recuento?

Respuesta.- Nos habíamos planteado dos escenarios: o bien una clara y pronta victoria si hubiéramos ganado Florida, o lo que estamos viendo. Trump no quiere que se contabilice el voto por correo y quiere que intervenga la Corte Suprema para anularlo.

Llevamos meses preparándonos para la batalla legal. Contamos con un equipo de expertos"

No es una sorpresa. Era uno de los dos escenarios que manejábamos. Llevamos meses preparándolo. Contamos con un equipo legal experto en Derecho Constitucional. Una vez que termine el conteo, comenzará la batalla legal, primero en los condados, los estados y luego en el Supremo.

P.- ¿Cuál es la estrategia demócrata ahora? ¿Tienen esperanzas de ganar esa lucha en los tribunales?

R.- En primer lugar, nosotros solo queremos que se cuenten los votos. El nivel de locura y totalitarismo llega al nivel de decir que el voto por correo no es legal cuando es una herramienta que se utiliza en Estados Unidos desde la guerra civil. Nunca se ha cuestionado.

En mitad de una pandemia como la que estamos viviendo es una herramienta viable, factible y recomendable. Una vez que se termine el conteo, luego se hará oficial. Ya lo están cuestionando pero estamos preparados.

Sabíamos que esto podía pasar: el voto por correo iba a favorecer a los demócratas. Lo hemos visto en Michigan y Wisconsin. Y en Pensilvania también puede ser. En Filadelfia, por ejemplo, cuando quedaban 1,7 millones por contar, sabíamos que el 70% estaban inscritos como demócratas y muy probablemente votarían demócrata. 

P.- Trump llevaba tiempo insinuando que habría fraude en sus mítines. Pero ha dado un paso más allá: acusar a los demócratas de fraude sin pruebas y lo ha hecho desde la Casa Blanca.

R.- Si hubiese un manual del dictador populista, Trump lo está siguiendo punto por punto. A Trump le dan igual los valores democráticos, la legitimidad, representar la voluntad de la gente. Es maquiavélico. No obedece a una ideología republicana. Trump es trumpista

P.- No sé si os ha sorprendido el gran apoyo con el que ha contado Trump. Es decir, la gran participación ha movilizado a demócratas y a republicanos.

La gran sorpresa es que, ante el aumento histórico de los niveles de participación, no se ha materializado en una victoria demócrata

R.- Ha ganado más votos: más de cinco millones de votos. Pero nosotros hemos vuelto a ganar el voto popular [El candidato demócrata, Joe Biden, ha batido todos los récords, con más de 72 millones de votos, más que los logrados por Obama en 2008]. La gran sorpresa es que, ante el aumento histórico de los niveles de participación, no se ha materializado en una victoria demócrata. Efectivamente han votado mucho más demócratas y republicanos.

P.- La imagen es la de una sociedad extremadamente polarizada.

R.- Así es. Es una señal inequívoca de la polarización extrema de la sociedad norteamericana. Hay condiciones propicias para un estallido social o una situación de extrema alarma.

P.- ¿Teme que Donald Trump agite a sus partidarios y que haya violencia en las calles?

R.- Prefiero no barajar la posibilidad de que llame a sus partidarios a lanzars a las calles. Prefiero pensar que hay un proceso constitucional que va a seguirse. Y prefiero confiar en la fortaleza de los tribunales y de las instituciones públicas. Eso sí, es poco probable pero es posible.

P.- Pero si el voto por correo es legal, los demócratas ganarían en el Supremo.

R.- No es indiscutible. Los demócratas tropezamos dos veces con la misma piedra. En el año 2000 hubo una diferencia de 537 votos en un condado en el sur de la Florida. El Supremo lo que dijo entonces es que no se tomaba en consideración el recuento. Nunca sabremos quién ganó. Es lo que invoca Trump: que no se contabilice ese voto.

Hay que entender la idiosincrasia de Estados Unidos. Aquí tenemos la custom law, el Supremo interpreta la ley y sus decisiones pueden revisar otras tomadas previamente. Es lo que pretenden los conservadores con la ley del aborto, Rae versus Wade. Es una visión distinta.

En el año 2000 el Supremo no validó los votos en cuestión. Nunca sabremos quién realmente ganó. Es lo que invoca ahora Trump"

En el año 2000 los demócratas pidieron un recuento. La comisionada electoral del estado de Florida, designada por el gobernador Jeb Bush, hermano del aspirante republicano, descarta el recuento. Vamos al Supremo y ahí perdemos por un voto, de Clarence Thomas, que había sido propuesto por Bush padre. Ahora en el Supremo hay seis jueces conservadores de un total de nueve.

En teoría los jueces han de ser imparciales. Por eso son cargos de por vida. Veremos.

P.- Según el cronograma, el 8 de diciembre tendría que haber tomado una decisión el Supremo.

R.- Así es, pero podría posponerse. Y el 20 de enero juraría el cargo el nuevo presidente, tras la elección de los compromisarios y la confirmación del Congreso. Si no fuera así, tendría que haber una elección especial. No hay precedentes de algo así.

P.- Usted tenía esperanzas en el voto latino. Es un voto diverso, pero en Florida ha sido crucial para que venciera claramente Trump. ¿Por qué es tan difícil llegar a la comunidad cubana en Miami, por ejemplo?

R.- El voto latino no es homogéneo. En Texas casi ganamos por el voto hispano, en Arizona también ha ido bien, o en Filadelfia… Como bloque los demócratas han ganado el voto latino. Pero es cierto que perdimos Florida.

En cuanto a los cubanos, Trump lanza continuamente fake news. Es difícil contrarrestarlo porque apela a los sentimientos más básicos y negativos de las personas. Fomenta el odio, la división racial, la búsqueda de culpables... Es una campaña continua de desinformación.

¿Cómo va a ser Biden un socialista radical? Ha estado más de 40 años en el Senado. Ha sido ochos años vicepresidente. Es un moderado que emprendió proyectos con los republicanos en el Senado. Pero cuando son temas viscerales, es difícil convencer. Un cubano que ha perdido todo por el castrismo teme que le pase lo mismo... Pero si alguien tendría que saber detectar a un dictador, sería alguien que ha sufrido una dictadura. El miedo es un sentimiento muy difícil de combatir. 

P.- ¿Cómo pueden haber fallado de nuevo las encuestas?

Lo que ha hecho Trump al proclamarse vencedor sin que el conteo hubiera terminado, es un asalto a la democracia"

R.- Ha sido increíble. Se equivocaron hace cuatro años y la industria sufrió muchísimo. Nos juraron que habían mejorado la metodología, la capacidad analítica, pero en algunos sitios se han equivocado más aún. Esto llevará un tiempo de reflexión. Imagino que influyen factores humanos difíciles de tener en cuenta.

P.- Joe Biden se perfila como ganador. Tendrá una misión sumamente compleja: curar heridas y conciliar al país. ¿Cómo superar esa polarización?

R.- Lo que sabemos es que Trump no trabajaría por conciliar. Sería más de lo mismo. Estamos más polarizados, más divididos, hay más odio. Cuatro años más de polarización pondrían en peligro la democracia.

Con Biden hará cuatro años de política de conciliación. No será fácil. No sabemos si funcionará. Pero es el único que trabajará en esa línea. Lo que hemos visto con Trump, al proclamarse ganador sin haber terminado el conteo, es un asalto a la democracia.