La mesa más larga del mundo tenía una explicación. Vladimir Putin y Emmanuel Macron se sentaron cada uno a un extremo de una mesa de más de cuatro metros de largo durante la visita del presidente francés a Rusia esta semana. El motivo, según informa Reuters, es que Macron se negó a la exigencia rusa de someterse a un test PCR realizado por el propio Kremlin.

Al no acceder a esa petición, aseguran las fuentes del entorno de Macron citadas por la agencia internacional de noticias, Rusia mantuvo a los dos líderes a gran distancia. En teoría, para cuidar del estado de salud de Vladimir Putin. Lo cierto es que la imagen trasladó la frialdad exacta que marca la actual tensión entre la OTAN y Moscú por el conflicto en Ucrania.

"No podíamos aceptar que consiguieran el ADN del presidente", aseguran las fuentes citadas por Reuters. En su lugar, Macron se realizó test PCR y de antígenos durante el viaje con su propio equipo médico. Pero eso, al parecer, no era garantía suficiente para los rusos.

La kilométrica mesa ya se ha usado en otras ocasiones con otros líderes europeos. Putin la desplegó recientemente con el húngaro Víktor Orban. Pero sin embargo, esta misma semana y tras la visita de Macron, recibió mucho más afectuosamente al líder kazajo Kassym-Jomart Tokayev.