Era 2012 y el PSOE andaluz hacía campaña con unos dibujitos en los que Andalucía era la aldea gala de Astérix rodeada de las gaviotas del PP como águilas de chiringuito, unos pajarracos de mango de bastón y estandarte legionario. Entonces, casi todo el PSOE era el PSOE de Andalucía. El socialismo había rendido sus territorios y sólo resistía allí, a base de gazpachos mágicos y de un alarde de bigotes más de mariachi que de forzudo. Chaves ya se había ido, pero estaba Griñán, que había heredado el castillo y lo mantenía sin tocar nada, aportando sólo su presencia de fantasma cansado y como escocés. 

Para seguir leyendo Regístrate GRATIS