Opinión

En Cataluña el verano termina antes

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El adelanto de la vuelta al cole en Cataluña ha provocado un seísmo en la comunidad educativa y en El Corte Inglés, que ya ha cambiado las sombrillas y neveras por mochilas y agendas y, si te despistas, pronto lo hará por bolas de árbol de Navidad. Ni rastro del otoño.

El final de las vacaciones de verano en la comunidad autónoma venía hasta ahora determinado por la celebración el 11 de septiembre de la Diada, pero este año, la conciliación familiar va por delante de las sardanas y castellers, y de la ola amarilla que inunda las capitales de provincia ese día y grita libertad con diferente propósito al de Ayuso. O ese ha dicho que es el motivo el conseller d’Educació, Josep González-Cambray: la equidad y reducir las desigualdades sociales. “Beneficia al alumnado más vulnerable, que tiene dificultades económicas para acceder al ocio educativo”, señala. Como si la desigualdad fuera acorde al sonido del timbre de los centros.

En Cataluña el verano está llegando a su fin. Los niños se prueban los uniformes casi en las piscinas y los padres están entre ansiosos y cabreados por los carteles que anuncian una vuelta al cole más temprana que nunca. Libros, mochilas, zapatillas nuevas, y a pensar de nuevo en los ‘abuelos canguro’ con las maletas hechas para un viaje más corto de lo esperado o que, directamente, ya no será.

Este año el curso escolar se iniciará el próximo 5 de septiembre para todos los grupos de infantil y primaria, mientras que, los alumnos de ESO, bachillerato y ciclos formativos empezarán el curso el próximo día 7. Pero nada será como siempre. Durante el mes de septiembre, la jornada lectiva para los más pequeños será solamente de mañanas, siguiendo el mismo modelo que actualmente se hace en junio: clases de 9 a 13 horas, comedor de 13 a 15:30h y extraescolares durante la última hora, contratadas y gestionadas por los directores de las escuelas y que ejercerán monitores, de momento, inexistentes en muchos centros. Con ello desaparecen los cerca de 4.000 profesionales que se incorporaron por la pandemia con los fondos covid europeos, y solo se han aumentado las plantillas de toda una comunidad con poco más de 2.000 docentes porque más “no era sostenible económicamente”. Aunque sí debe serlo la partida de 12 millones de euros reservada para que los niños después de las 15:30h tengan una pelota en condiciones para pasar el rato. Y eso que otro de los motivos del adelanto era el de evitar tanto jolgorio y la desconexión de los niños “porque puede contribuir negativamente al proceso de aprendizaje”.

En sus declaraciones, González-Cambray también abunda que "este cambio nos acerca más a Europa" –que no a España, un país vecino para muchos–, y que todo está en una necesidad pedagógica de mejorar los resultados educativos de los alumnos; algo contradictorio con las nuevas reglas para pasar de curso y obtener títulos oficiales. Porque lo de la ley del mínimo esfuerzo ya ha pasado a ser algo bueno.

Y por supuesto que el verano sea más corto también tiene que ver con cuestiones de género. Siempre las hay. Que los niños vuelvan antes a las aulas se entiende también desde la igualdad de género en base a una reestructuración de los sistemas de trabajo y sociales, y con el fin de conseguir una participación más equitativa de hombres y mujeres en el mercado laboral y en la vida familiar. Lo que da por hecho que son las mujeres quienes llevan a sus hijos al colegio porque todavía viven en una cueva de cuatro paredes y visten con delantal, o que se es más feminista un 5 que un 10 de septiembre.

En Cataluña el verano casi ha terminado y otra vez, por razones e intereses más políticos que sociales que se debaten en verbenas que suenan a gralla y playas, y que, en mi entorno, escandalizado, siempre llevan a la misma pregunta: ¿y en Madrid qué piensan de todo esto?

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