En unas primarias para elegir al líder de una formación política de la entidad del PP no importa tanto como se llega sino como se sale, esto es, si después de la consulta a las bases hay posibilidades de restañar heridas y de integrar equipos para echar a andar con un proyecto de partido y de Gobierno. Porque si bien las primarias se convierten en un ejercicio de democracia directa, en muy buena medida contribuyen a acrecentar las discrepancias internas entre dirigentes que no discuten de programas sino de liderazgos y, sobre todo, de quién controla los resortes del poder.
En el caso del PP las posibilidades de unidad son limitadas en función de quiénes pasen la primera criba, tras la consulta a las bases de este jueves. A nadie se le escapa que el escenario más difícil de administrar es aquel en el que María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría superen el test de la militancia. Pero incluso si en esa ecuación está Pablo Casado, no es fácil hablar de integración, en muy buena medida por las acusaciones de "juego sucio" que ha venido lanzado contra sus dos compañeras de filas.
Salvo milagro, las dos mujeres más poderosas del PP parecen irreconciliables
Salvo milagro, las dos mujeres más poderosas del PP parecen irreconciliables. Es una enemistad política y personal que viene de antiguo. Al margen de las manifestaciones públicas de mano tendida cuando se les interroga al respecto, es poco menos que imposible que ambas diseñen un proyecto de unificación que cuente con la otra o con miembros de su equipo. Si son las que llegan al congreso extraordinario, medirán allí sus fuerzas en un intento final por atraerse los apoyos del resto de los candidatos derrotados. Que el ex ministro de Asuntos Exteriores José Manuel García Margallo, pudiera sumar su voto a los de Cospedal es un escenario plausible dada su indisimulada animadversión contra Santamaría.
A la búsqueda del apoyo de los perdedores
Lo que pudiera hacer Casado en esa circunstancia es una incógnita salvo que le ofrecieran, no tanto un hueco a él como a las personas más significadas de su equipo. Sin duda, es determinante para inclinar la balanza a favor de una u otra candidata, por lo que será uno de los más deseados en el escenario anterior al cónclave de los días 20 y 21 de julio en el Hotel Auditorium de Madrid. Ha querido dejar claro que no juega a ser el segundo o el tercero de nadie, y hasta ha llegado a insinuar que dejaría la política si pierde esta contienda no sin antes asegurar una salida honrosa a los suyos, donde tiene nombres tan significados como Javier Maroto, Andrea Levy, Isabel Díaz Ayuso, Ignacio Cosidó o José Ignacio Echániz. Ese sería el precio del ex portavoz del PP en caso de resultar derrotado hoy.
Hay otro decorado posible. Que Casado supere el primer test bien junto a Santamaría o Cospedal. En este caso, lo determinante es si es primero o segundo. En caso de ganar la consulta a las bases, los suyos no dudan en que podría ofrecer un acuerdo de no agresión a la que hubiera quedado segunda con la que llegar a la cita congresual en una sola lista, aunque no lo necesitase. Porque no cabe duda de que los compromisarios reforzarían su triunfo al sumar a los simpatizantes de la candidata derrotada.
Casado "quiere defender su proyecto hasta el final, hasta el congreso"
Pero si queda por detrás de la secretaria general o de la ex vicepresidenta, no parece dispuesto, a priori, a facilitar una salida de unidad, no al menos, hasta que se llegue a la primera jornada de la cita congresual. Y es que Pablo Casado "quiere defender su proyecto hasta el final, hasta el congreso", afirma tajante una persona de su entorno. Esto quiere decir que en el tiempo que media entre la consulta a las bases de hoy y el día 20 no escenificaría ningún tipo de unidad, confluencia o integración, aunque se la ofrecieran.
De hecho, tanto Cospedal como Sáenz de Santamaría le propusieron ir en candidatura conjunta a las primarias populares, ofertas que rechazó. Y ante la pregunta repetida de si estaba dispuesto a integrarse se descolgó un día con que ninguna de las dos le representaba y que la hipoteca "se paga también desde fuera".
Margen de maniobra de los compromisarios
En muy buena medida Casado sabe que si pasa la primera criba el congreso lo tiene ganado de antemano porque aglutina el voto, pero se trata de una hoja de doble filo, porque los delegados tienen margen de maniobra hasta cierto punto. Si no hay diferencias abismales de resultados entre el primero y el segundo candidato, los compromisarios no tendrán que rendir cuentas sobre el sentido de su voto. Ahora bien, si Casado queda segundo a bastante distancia de la primera -este es un juego a tres bandas- fiarlo todo a que el cónclave dé la vuelta a ese resultado es un riesgo que amenaza conflicto y posible cierre en falso.
Es verdad que el PP maneja mal la incertidumbre, pero, por cultura, mucho peor la discordia y la eterna contienda en una formación de férrea disciplina presidencialista . De eso sabe mucho más el PSOE.
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