Política

Lo que Trump y Putin se llevarán de Helsinki

El presidente de EEUU y el líder ruso celebran su primera cumbre este lunes ante el temor europeo a concesiones a Moscú

Vladimir Putin y Donald Trump en su reunión en el G20 hace un año.
El líder ruso, Vladimir Putin, y el presidente de EEUU, Donald Trump, durante su encuentro en Hamburgo hace un año. | EFE

“¿Putin es un enemigo? No es mi enemigo. ¿Es mi amigo? No le conozco lo suficiente. Ojalá, algún día. Podría pasar… Le veo como un competidor”. Estas palabras del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en vísperas de la cumbre del lunes en Helsinki resuenan como música de Chaikovski en el Kremlin. Nunca antes en sus 18 años en el poder Putin había contado con un presidente estadounidense tan cercano a su visión del mundo.

 

Después de ejercer con éxito de anfitrión del Mundial de fútbol, Putin se dispone a recuperar la legitimidad internacional perdida de manos del presidente del país más poderoso del mundo. Rusia es, a ojos de Trump, una superpotencia por el hecho de celebrarse esta cumbre cuando su PIB es similar al de Italia y su gran aval es la fuerza militar, aun así a años luz de la estadounidense.

Donald Trump ha querido rebajar expectativas y asegura que "la relación con Rusia nunca ha estado peor", pero echa la culpa a la "caza de brujas" desatada en relación con la injerencia rusa en la campaña electoral de 2016, cuando resultó vencedor.

Helsinki, territorio neutral asociado a la Guerra Fría, época en la que se formó la mentalidad del ex jefe de la KGB, será el escenario de la primera cumbre entre Trump y Putin. El presidente finlandés Sauli Niinisto será su anfitrión en el Palacio Presidencial. Está previsto que empiece después del mediodía y comerán en la Sala de los Espejos.

Favorece a Putin, que no sea en EEUU, donde Trump suele permitirse gestos condescendientes y paternalistas con sus invitados (ese toque en la chaqueta del presidente Macron para quitarle una mota de polvo, en la memoria). En Helsinki se vieron en septiembre de 1990 el presidente George HW Bush y el entonces líder soviético Mijail Gorbachov para abordar la crisis del Golfo. En marzo de 1997 se encontraron en la capital finlandesa Bill Clinton y Boris Yeltsin y trataron sobre todo sobre cuestiones de seguridad.

No es la primera vez que Trump y Putin se ven cara a cara. Hasta hora, desde enero de 2017, cuando Trump asumió como presidente se han encontrado tres veces: en dos ocasiones durante la cumbre del G20 en Alemania en julio de 2017 y otra vez en Vietnam, donde se celebró el encuentro de la APEC, en noviembre pasado. Pero en Helsinki tiene lugar el 16 de julio su primera cumbre oficial.

Los dos se consideran líderes fuertes, machos alfa, en un mundo que se tambalea y donde está en crisis el orden liberal, que representa, sobre todo, una líder como Angela Merkel. A Merkel Trump le echa en cara sus tratos con Putin por la construcción del gasoducto Nord Stream 2, mientras que Putin ve a la canciller como un bastión de los valores liberales que él desprecia.

El interés de Putin es geopolítico: debilitar la alianza entre Washington y Europa, algo que Trump hace con eficacia", dice Mariano Aguirre

“Para Trump será un desafío. Tiene interés en llegar a un acuerdo entre grandes potencias. Entiende el mundo como una transacción, un negocio entre hombre con poder”, señala Mariano Aguirre, autor de Salto al vacío. Crisis y declive de EEUU. “El interés de Putin es geopolítico: debilitar la alianza entre Washington y Europa, algo que Trump hace con eficacia, y fortalecer sus lazos con China y Europa en la medida de lo posible”.

Aún sin confirmar, hay posibilidades de que incluso estén un buen rato sin traductores. Es decir, sin testigos, lo que inquieta profundamente por lo que pueden negociar a espaldas del mundo. Putin es un político experimentado que lleva casi dos décadas en el poder y Trump, que se considera a sí mismo un auténtico genio, es muy sensible al halago, como él mismo reconoce, y es un neófito en política, y más aún en cuestiones internacionales.

Las últimas novedades sobre la injerencia rusa en las elecciones de 2016, que habrían variado los planes de cualquier otro presidente, ni siquiera provocaron reacción inmediata del tuitero en jefe. El fiscal especial, Robert Mueller ha imputado a 12 espías rusos por haber hackeado al Partido Demócrata en la campaña electoral. El Departamento de Justicia alude a que no hay estadounidenses implicados. De esta manera, aunque hay pruebas fehacientes de que Rusia intervino en las elecciones en EEUU, Trump hace como si no hubiera pasado en el país que dice defender a ultranza.

Antes de conocerse esta última derivada de la investigación, Trump ya decía sobre la injerencia rusa: “Todo lo que puedo hacer es preguntarle si lo hizo. Y decirle que no vuelva a hacerlo. Pero probablemente lo negará”.

Los dos saben cómo sembrar la confusión al acusar de difamación a quien les pone contra la espada y la pared de los hechos. Les une ese desprecio por la libertad de expresión, que combaten a golpe de bulos (o fake news, como prefiere entonar Trump).

Putin llega a Helsinki con el viento a su favor. A su paso por Bruselas y Londres, Trump ha dejado una estela de desconcierto y desconfianza nunca visto. Las relaciones transatlánticas atraviesan uno de sus peores momentos. The Economist dibujaba una grieta con el perfil de Trump en su portada. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ya advertía hace un mes que “no está grabado en piedra que la organización sea eterna”.

Las demandas de Trump sobre mayor gasto militar han sido tan agresivas que los aliados han visto que su socio estadounidense puede dejarles en la estacada en cualquier momento. Y para Putin nada mejor en el horizonte que el fin de la OTAN.

Desde Estados Unidos han llegado los mensajes más alarmantes. Los representantes demócratas piden que se desconvoque la cumbre de Helsinki. Especialmente preocupado por la actitud de Trump está el senador republicano John McCain, muy enfermo pero aún activo en las redes sociales. También ha reclamado a Trump que cancele su viaje a Helsinki si no va a hacer pagar a Putin por su agresión al sistema democrático de EEUU.

“A diferencia de las cumbres en la guerra fría, que siempre eran motivo de esperanza, esta vez no sucede así. Lo mejor que puede pasar es que no pase nada. Que Trump no se salga del guión y que no sea demasiado amistoso con el presidente ruso”, indica Marc Marginedas, corresponsal en Moscú de El Periódico.

“En un contexto tan tenso y con alguien como Putin que sabe leer muy bien el lenguaje no verbal de su interlocutor, cualquier gesto tiene gran efecto. Y las palabras, más aún. Putin es un narciso, explota la debilidad del otro, pero no actúa claramente”, añade.

Sobre la agenda de Helsinki ha dado algunas pistas el presidente Donald Trump en Bruselas y Londres, donde no ha ocultado su alegría por que el Brexit se haga realidad finalmente por los beneficios que puede suponer para reforzar su relación comercial con el Reino Unido. Incluso ha llegado a ningunear a May por su Brexit blando para luego retractarse y echar la culpa a la prensa. May, muy crítica con Putin, le ha pedido "contundencia".

Trump afirma que hablarán de Siria, de Irán, de proliferación nuclear, algo que asegura que le preocupa especialmente, y ha insistido en que está convencido de que a Rusia no le conviene un presidente como él, dada su gran eficacia, y como prueba se refiere a cómo ha dejado la OTAN, más unida y convencida de que ha de aumentar el gasto militar. Es su realidad paralela. Mientras, en las cancillerías europeas, aun sin reconocerlo abiertamente, están preparando los funerales.

En un ejercicio de malabarismo geopolítico podemos anticipar qué se van a llevar Trump y Putin de su vis a vis en Helsinki. Acabará con una rueda de prensa durante la tarde del lunes, pero no habrá comunicado conjunto, según ha anunciado el portavoz ruso, Dmitri Peskov.

1. Una imagen vale por mil declaraciones. Desde 2014, cuando Putin se anexionó Crimea, en el primer cambio de fronteras por la fuerza desde la guerra en los Balcanes en Europa, Rusia ha sido aislada por la comunidad internacional. Apartada del G7 y sometida a sanciones, la crisis se acrecentó este año por las fundadas sospechas de que el Kremlin, o círculos ceranos, estaban detrás del envenenamiento con un agente químico del ex agente Skripal y su hija en territorio británico. Otro ataque sin precedentes que desembocó en una retirada masiva de diplomáticos. EEUU apoyó al Reino Unido en ese momento.

La foto para Putin ya es una victoria. Transmite la idea de que se sienta en la mesa donde se toman las decisiones globales", dice De Pedro

“La foto para Putin ya es una victoria. La idea que se transmite es que él se sienta en la mesa donde se toman las decisiones globales. ‘Aquí estamos mi amigo Donald y yo’ es el mensaje”, afirma Nicolás de Pedro, investigador principal del CIDOB. “A Trump le ven como una ventana de oportunidad”, añade.

Trump como hombre de negocios empezó a visitar Rusia en 1987. En su propio entorno han reconocido que cuando los bancos estadounidenses le cerraron el grifo encontró financiación en fuentes rusas.

De su estancia en 2013, cuando se celebró el concurso de Miss Universo, cuyos derechos tenía como magnate, el ex jefe del FBI James Comey dice en su libro Una lealtad más alta que habría información sobre Trump muy comprometedora (tratos obscenos con prostitutas). El presidente teme que salgan a la luz. Por esa razón Putin tendría un poder extraordinario sobre Trump.

El hecho de que Trump haga oídos sordos a las investigaciones sobre la injerencia rusa en las elecciones de 2016 es un éxito para Putin. Los dos coinciden en los términos al referirse al proceso como “una caza de brujas”.

2. Señal a la OTAN. Recién llegado de Bruselas, donde ha asistido a la cumbre de expertos paralela a la reunión de la Alianza, De Pedro asegura que “nadie sabe qué se puede esperar”, pero hay constancia ahora, más que nunca, de que “el paraguas americano puede dejar de estar ahí”.

A juicio de Marginedas, si Putin es consciente de que la OTAN ha dejado de tener capacidad de reacción por falta de apoyo de EEUU, “se sentirá fuerte y llegará donde quiera con riesgo cero”. El primer ensayo fue Crimea pero puede seguir por esa senda.

Trump leerá la imagen como una señal al mundo de que es un dirigente resolutivo capaz de entablar relaciones cordiales con rivales de antaño. Alguien que no se deja llevar por prejuicios del pasado y que busca que América sea quien elija con quien le conviene negociar, sin sujetarse a las normas de acuerdos multilaterales. También podría ayudarle para volver al G7, como ya comentó en la última reunión en Canadá, que acabó de forma desastrosa con la salida impetuosa de Trump sin firmar la declaración final.

3. Advertencia a la díscola Unión Europea, y en especial a la canciller Merkel. Putin y Trump son dos líderes ultranacionalistas y tienen en común su odio a la Unión Europea. Para Putin es un Pepito Grillo incómodo que habla de libertades y promueve revoluciones. Para Trump un grupo que se aprovecha de su fuerza común en el terreno económico para perjudicar a los estadounidenses. Está dispuesto a declarar la guerra comercial a la UE, China y quien se tercie.

“Los dos consideran a Europa como un ente incómodo. La UE es crítica por Crimea y también con la política migratoria de Trump. Es un compañero de viaje incómodo”, afirma José Antonio Gurpegui, catedrático de Estudios Norteamericanos del Instituto Franklin de la Universidad de Alcalá de Henares.

Trump trata a sus amigos y enemigos en función de los réditos que le da cada uno en política interna", señala José Antonio Gurpegui

“Trump actúa en política exterior en clave de política interna. Trata a sus amigos y a sus enemigos en función de los réditos que le da cada uno. Junto a Kim Jong-un o Putin sus partidarios en EEUU le ven como un líder que puede llegara a acuerdos con su enemigo. También su enfrentamiento con los europeos le hace mostrarse como un defensor de los intereses americanos, quiere que paguen menos y que los europeos más”, añade el catedrático.

De ahí surge el temor de que Trump lance alguna señal que favorezca a Putin y debilite la posición común de la UE con respecto a Crimea, por ejemplo, o a Ucrania. Los dos coinciden también en su odio al presidente Obama y su legado. Putin acusa a Obama de promover las protestas en Ucrania, y Trump también le considera culpable de la anexión de Crimea o de la devastación en Siria por su inacción.

“Hay preocupación de que haga concesiones en contra de los aliados. En Singapur ya le arrancó Kim la suspensión de los ejercicios militares con Corea del Sur. Sería demoledor cualquier relajación en la defensa de los Bálticos o la frontera oriental, o la relajación de sanciones”, afirma Félix Arteaga, investigador del Real Instituto Elcano.

4. Acuerdo sobre Siria y contención de Irán. Sobre el terreno Rusia directamente y a través de sus proxys se ha hecho con la situación en Siria. El presidente Trump ha mostrado su interés en dejar un conflicto, en el que lo que más le interesa es contener la expansión de Irán en la región, antes que acabar con el régimen del dictador Bashar Assad. Putin puede darle garantías de que mantendrá a Irán a raya y combatirá el terrorismo. Trump no ve los réditos en ejercer de gendarme mundial y Putin está deseando hacer ese papel o al menos que EEUU le reconozca como contraparte.

5. Control de armamentos. Trump no oculta que sueña con pasar a la Historia por haber dado grandes avances en el fin de la proliferación nuclear. “Depende de más países pero somos las dos grandes potencias nucleares”, afirmaba esta semana en Bruselas. Putin sabe que al presidente de EEUU le gustaría lograr en Helsinki una prórroga del Tratado START III o algún plan para la reducción de armamento, algo de lo que no se fían en el Pentágono por los incumplimientos rusos. “Sería en teoría un buen mensaje para ambos. La cuestión es a qué precio, cuáles son las concesiones que hay que hacer para que Rusia retome el diálogo y vuelva al escenario internacional como antes”, explica Arteaga.

6. Asociación entre Rusia y EEUU. Si hay sintonía entre los dos líderes, Putin puede incluso plantear a Trump ir más allá que nunca antes entre los dos países. El líder ruso sabe que al presidente de EEUU no le gustan los acuerdos multilaterales, que está desmantelando, y puede proponerle una asociación especial entre Moscú y Washington.

David J Kramer, autor de Back to Containment: Dealing with Putin’s Regime, explica en un artículo en The Washington Post que “Putin le puede decir que ya está bien de estas instituciones que bloquean a Rusia y explotan la generosidad de EEUU. Empecemos de nuevo, diría el líder ruso, y construyamos la mayor asociación entre Rusia y EEUU de la historia”. En Washington, sobre todo en las filas republicanas, se removerían los cimientos.

En Helsinki puede pasar todo lo imaginable y más allá. O que no pase nada. Como en una cita a ciegas, aunque los pretendientes sepan a quién tienen enfrente. En tiempos de incertidumbre se reúnen el zar del siglo XXI, el líder más experimentado que se recuerda en Rusia, y el político más novato y más impredecible que ha llegado a la Casa Blanca.

Algo se llevarán de Helsinki, aunque solo sea una foto para el recuerdo y alguna tableta chocolate Falzer, uno de los mejores del mundo. Lo bueno podría ser precisamente que con Trump nada puede darse por hecho con antelación.

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