La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, ha asegurado este jueves que "la libertad de expresión no lo resiste todo y no lo acoge todo" y por eso considera que la Unión Europea tendrá que empezar a revisar de forma conjunta la legislación sobre este asunto. Calvo ha hecho estas consideraciones al inaugurar la XVI Jornada de Periodismo de la Asociación de Periodistas Europeos, que este año se pregunta "¿quién paga la mentira? ¿Es de pago la verdad?".

"Necesitamos seguridad", ha dicho la vicepresidenta del Ejecutivo, quien ha recordado que algunos países europeos están tomando decisiones sobre regulación en el ámbito de la libertad de expresión y del derecho a la información. "Están tomando decisiones sobre regulación, es decir, de intervenir; se lo están planteando Francia, Alemania, Reino Unido e Italia, que están abandonando el famoso eje de que la mejor ley que regula el ámbito de la libertad de expresión y del derecho a la información es la que no existe", ha asegurado Calvo, quien ha eludido hacer declaraciones a los medios.

Necesitamos empezar a tomar decisiones que nos protejan', ha dicho la vicepresidenta del Gobierno en relación a los medios de comunicación

Según la vicepresidenta, la situación es "tan inquietante que estamos llegando al otro lado de ese dilema" y, a su juicio, el riesgo "ya es tan grande que necesitamos empezar a tomar decisiones que nos protejan porque por encima de los negocios legítimos y de las responsabilidades profesionales de los hombres y mujeres en los medios de comunicación y de quienes asumen responsabilidades políticas está la violabilidad del modelo educativo".

Ese modelo, según Calvo, "es un bien superior a proteger, un valor colectivo muy por encima de nuestras individualidades". "De todas, del negocio, de la profesión, albergados en un derecho sin el cual la democracia no funciona", ha comentado. "No estamos en el plano de lo que puede ser una sensación de amenaza para todos nosotros como ciudadanos de una democracia -ha dicho Calvo-, sino todo lo contrario, en el plano donde las democracias regulan para proteger bienes colectivos, superiores a los individuales y concretos, no sólo en el ámbito del negocio".

El ejemplo del Congreso

La mayoría de los ciudadanos, según la vicepresidenta, ya no confía en lo que leen u oyen. A su juicio, se ha conseguido en España y en cualquier lugar del mundo, "algo contrario a lo brillante", y es que una "sociedad entera se haya divorciado" de "toda una profesión", asentada en los derechos fundamentales de información y libertad de expresión.

"¿Saben que sólo el 14 % de los españoles piensa que en el Congreso de los Diputados hacemos cosas que les benefician y son interesantes para ellos? ¿qué hemos hecho? ¿cómo desandamos este camino y lo volvemos a ordenar? ¿dónde están las responsabilidades de todos?" se ha preguntado.

Para Calvo, que sólo el 14% de los españoles piense que el Congreso trabaja en su beneficio es resultado de la mala praxis de los medios

Para Calvo, "todo tiene límites y los derechos de todos concurren y se pueden practicar porque están limitados". "La ética es lenta porque tiene límites y tiene la capacidad de autocontrol de saber que tu espacio lo compartes con otro y que donde tú traspasas la línea del exceso, a veces del delito, estás destrozando en algunos casos sin reparación posible libertades y derechos del otro".

Necesitamos información, pero "veraz" porque -ha dicho- "si no no debería existir". "Si este derecho pudiera existir sobre el simple negocio de las noticias no habría manera de construir el sistema", ha agregado. "La información falsa sobre la noticia/bulo es rápida y gratis en términos materiales y carísima en términos del peligro que eso alberga para la convivencia y la propia democracia". Es un asunto -ha añadido- en el que "siempre hay negocio" detrás, de ahí que nos tengamos que tomar "muy en serio" este asunto porque esto es "la guerra con otros medios".

Por eso, según Calvo, "no es asumible" que una sociedad libre, diversa y democrática albergue falsas noticias porque "el destrozo son los derechos del otro, y en algunos casos irreparables". Opina que es el momento de empezar a reconsiderar la situación, "saliendo del dilema regulación o autoregulación". Y ahí Calvo deja una pregunta en alto: "¿Qué ocurriría si sobre cualquier otro asunto capital de la convivencia, de la democracia, de las libertades de todos hubiéramos decidido que lo mejor es no intervenir?.