Política

Miembros del Gobierno piden la cabeza de Susana Díaz pero Ferraz decreta prudencia

Pedro Sánchez aboga por una solución pactada que el PSOE-A quiere retrasar hasta después de las elecciones generales

La aún presidenta en funciones de la Junta de Andalucía, Susana Díaz.

La aún presidenta en funciones de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. EFE

El desafío de Susana Díaz a Ferraz tras la debacle andaluza está acentuando las tensiones internas en el Gobierno socialista y en la dirección federal del PSOE entre los que reclaman una actuación urgente contra la baronesa y los que abogan por esperar a que la pérdida del Gobierno de la Junta le empiece a pasar factura y la debilite dentro de la organización en Andalucía.

Destacados miembros del Ejecutivo piden ya a Pedro Sánchez la cabeza de Susana Díaz. "El PSOE está obligado a intervenir en Andalucía. El golpe ha sido muy duro. La responsabilidad por completo es de Susana, que adelantó las elecciones, hizo las listas y organizó la campaña sin tener en cuenta para nada a Ferraz. El PSOE tiene que intervenir porque tiene la facultad y la obligación de preparar las municipales y renovar las listas", aseguran desde Moncloa, que reclaman una respuesta al último pulso de la secretaria general del PSOE-A.

El viernes pasado, Susana Díaz ofreció una rueda de prensa en Sevilla en la que mostró su intención de seguir al frente del partido y de volver a presentarse como candidata cuando se convoquen nuevas elecciones en Andalucía.  "La voluntad de los militantes se expresó en unas primarias y en un congreso regional donde tuve el respaldo de mis compañeros", advirtió. "Sé que voy a tener a todos a mi lado para devolver al PSOE al Gobierno de la Junta", aseguró en un nuevo desafío a Ferraz, que ya ha amagado con intervenir en la federación andaluza.

Miembros del Gobierno y de la dirección del PSOE consideran inaceptable esta posición de Susana Díaz de cara a las elecciones municipales y europeas de mayo, para las que exigen "caras nuevas" que muestren la voluntad de cambio en Andalucía tras la debacle de las andaluzas del 2 de diciembre. "Tenemos que renovar las listas antes y en el PSOE-A tienen que reflexionar y ser conscientes de lo que ha ocurrido", insisten desde Moncloa.

A pesar de esas presiones, Ferraz mantiene la calma y aboga por la  prudencia para no abrir una nueva guerra interna a las puertas de los comicios municipales y autonómicos. "No se dan condiciones objetivas para actuar a las malas", explican desde la dirección federal, que apuesta por una solución pactada con el PSOE andaluz para dar paso a un proceso tranquilo de renovación interna.

Esa buena voluntad de Pedro Sánchez se topa de nuevo con un muro en Andalucía. En el entorno de la presidenta advierten: "Si se produce una ofensiva estamos preparados para actuar". "Responderemos", aseguran en el PSOE-A, que está determinado a defender su soberanía frente a Ferraz en la elaboración de las nuevas candidaturas. De momento, Susana Díaz ha amarrado el  apoyo de los ocho secretarios generales provinciales que la respaldan sin fisuras y las diputaciones que ellos controlan se convertirán en los cuarteles de invierno del susanismo.

El plan de la baronesa es resistir hasta que se celebren las elecciones generales que podrían desalojar a Pedro Sánchez de la Moncloa, con el consiguiente debilitamiento orgánico que esa derrota le supondría. Como muy tarde, el PSOE-A las contempla en otoño de este año, una fecha que también barajan en el Gobierno. Díaz considera factible aguantar hasta entonces para ver si una alianza de PP, Cs y Vox también acaba con el Ejecutivo socialista en Madrid. En ese caso, Sánchez también sería un perdedor y la batalla orgánica no estaría tan desequilibrada como ahora, cuando ella está en la calle y él en la Moncloa. En ese caso, la baronesa cree que podría volver a conformar un frente antisanchista como el que desalojó al líder socialista de Ferraz en el Comité Federal del 1 de octubre de 2016.

Si después de los comicios Sánchez logra mantenerse en el poder, Susana Díaz sí rendiría armas y aceptaría un pacto con el presidente del Gobierno que le facilitara una salida personal: un puesto en Europa, en el Ejecutivo o en el Senado a cambio de la paz socialista en Andalucía.

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