Política

Pesos pesados del Ejecutivo pusieron duras condiciones a un gobierno de coalición con Podemos

Pedro Sánchez, durante la segunda sesión del debate de investidura.

Pedro Sánchez, durante la segunda sesión del debate de investidura. EFE

"Si hay gobierno de coalición, será un desastre". Así de rotundo se muestra un miembro del actual gabinete ante la pregunta de un amigo, horas antes de que concluya la agónica negociación para la conformación del primer gobierno de coalición de dos partidos de izquierdas desde la Segunda República.

La división que existe entre los asesores del presidente y algunos dirigentes del PSOE respecto al acuerdo con Unidas Podemos (UP) se da también en el Ejecutivo, en cuyo seno hay ministros relevantes que, sin disimulo, se oponen a la incorporación de sus miembros con carteras por diversos motivos.

He aquí algunas de las razones que esgrimen los que rechazan o ponen pegas al gobierno de coalición con el partido de Pablo Iglesias:

1ª Situar a miembros de UP en ministerios de gasto (Asuntos Sociales, Transición Ecológica, Trabajo, etc.) complicaría el cumplimiento de los objetivos de déficit y reducción de deuda pública que España está obligada a cumplir por imposición de Bruselas.

2ª El presupuesto de un gobierno de coalición sería necesariamente más expansivo que el acordado entre ambos partidos y que no pudo salir adelante por el rechazo de los independentistas. Los ministros de UP querrán vender sus éxitos y, por tanto, es muy probable que se produzcan enfrentamientos entre éstos y el responsable de la cartera de Economía (Calviño tiene todas las papeletas para continuar en el cargo en espera de que se dirima la candidatura a la dirección del FMI).

3º Si se crean nuevos ministerios, habrá que dotarlos y existe un riesgo elevado de que aumente exponencialmente el número de cargos de libre designación.

4º Los nombres que ha puesto sobre la mesa el equipo negociador de UP carecen de experiencia de gestión en la administración, por lo que es muy probable que se produzcan disfunciones y choques entre los distintos departamentos.

Algunos miembros del gobierno rechazan que los ministros de Podemos accedan a las comisiones delegadas de Asuntos Económicos, Seguridad Nacional y Asuntos de Inteligencia

El "miedo al desastre" ante la irrupción de dirigentes de UP en el Ejecutivo ha llevado a que algunos ministros hayan planteado al presidente Sánchez el establecimiento de líneas rojas que, en ningún caso, deberían traspasarse en la hipótesis de que las negociaciones terminen con éxito.

Se trata de evitar que los ministros de Podemos tengan acceso a tres de las comisiones delegadas más importantes: la de Asuntos Económicos, la de Seguridad Nacional y la de Asuntos de Inteligencia.

Esas demandas han sido atendidas, en principio, por el presidente del gobierno y por esa razón se niega en redondo a aceptar las propuestas de UP de hacerse con las carteras de Hacienda, Transición Ecológica o Asuntos Sociales, cuyos responsables son miembros natos de la Comisión Delegada para Asuntos Económicos, donde se dirimen las líneas maestras de la política económica y que está presidida por la ministra de Economía, aunque, excepcionalmente, también puede serlo por el presidente o la vicepresidenta del gobierno.

El enfado de Pablo Iglesias en la sesión de investidura tiene que ver con esa cerrazón de Sánchez a aceptar peticiones que UP él considera "razonables" y que se corresponderían con el peso político de su grupo. Iglesias y los dirigentes de Podemos consideran que la primera oferta gobierno era una humillación ya que los ministerios que se les ofrecían apenas tienen competencias (las de Vivienda, por ejemplo, están casi en su totalidad cedidas a las comunidades autónomas) o bien carecen de independencia administrativa y presupuestaria.

Lo que pone de manifiesto este desencuentro -independientemente de que todavía haya posibilidades de alcanzar un acuerdo- es la desconfianza del presidente respecto a la manera de comportarse de los dirigentes de UP. En realidad, el veto a Iglesias no era una cuestión personal, sino que trascendía a toda la cúpula de la coalición de izquierdas, con la que hay enormes diefencias en las políticas de Estado, como Sánchez ha repetido en diversas ocasiones en las dos últimas semanas.

Es esa desconfianza -que es mútua- la que lleva a una parte importante del gobierno a recelar de los compromisos que los líderes de UP puedan aceptar como condición para conformar un gobierno de coalición.

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