Política

La gestión de la crisis del Open Arms vuelve a poner contra las cuerdas a Carmen Calvo

Los "bandazos" en la gestión del Gobierno español con la crisis del buque de rescate humanitario, de la que Calvo ha sido la cara visible, ha colmado el vaso de un verano en el que el halo de polémica no ha abandonado a la ministra

Pedro Sánchez y Carmen Calvo, en el Congreso.

Pedro Sánchez y Carmen Calvo, en el Congreso. EFE

Carmen Calvo "no ha estado a la altura". Carmen Calvo "miente" y "tergiversa la realidad". Carmen Calvo "politiza" causas sociales. Estas son solo algunas de las críticas venidas desde diferentes sectores sociales y políticos que han perseguido y desgastado en los últimos meses la imagen de la vicepresidenta del Gobierno en funciones. Y la crisis, ahora a priori zanjada, del Open Arms no ha hecho sino echar más leña al fuego a un verano especialmente negro para la ministra en el que ha copado infinidad de titulares por declaraciones no precisamente acertadas, rectificaciones, acusaciones e incoherencias en su discurso.

Es, quizá, lo que conlleva ser la cara visible de todo lo que ha acontecido dentro y fuera del Gobierno en funciones. Pero el conflicto en el que ha entrado Moncloa con los mandatarios italianos por un lado y con el buque humanitario por otro ha dejado una serie de incongruencias y polémicas que le han costado una petición de rectificación por parte de Podemos -con el que encara el desafío de evitar la repetición electoral-; una solicitud de comparecencia 'urgente' del lado de PP y Ciudadanos por los "bandazos" en la gestión del problema; un rifirrafe constante con Oscar Camps, capitán del barco; y un resultado en vano de las buenas intenciones del Ejecutivo enviando un buque de la Armada para recoger a los migrantes en el mismo momento en que la Fiscalía italiana daba la orden de que el Open Arms atracase en Lampedusa.

Los mayores momentos de controversia comenzaron en el mismo momento en que se produjo el gran anuncio: tras dos semanas de crisis en los que el Gobierno ni siquiera se había planteado la recepción del buque, España ofreció por sorpresa el puerto de Algeciras para que desembarcaran las entonces 107 personas a bordo ante la "inconcebible respuesta de las autoridades italianas". De por sí, el anuncio no gustó a las formaciones de la derecha -Pablo Casado acusó a Sánchez de provocar un "efecto llamada" y el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, lamentó que ni siquiera les "hiciera una llamada para, por lo menos, tener un principio de coordinación o cortesía"-.

El primer revés llegaría con el rechazo frontal del Open Arms a aceptar la oferta de España porque resultaba "insostenible" alargar cinco días más, el tiempo que tardaban en llegar a Cádiz, el "estado de emergencia humanitaria" en que se encontraba el buque, en el que incluso varios pasajeros se lanzaron por la borda con la esperanza de llegar a nado hasta Lampedusa. La presión hizo mejorar el ofrecimiento de Sánchez: brindaba a Camps Palma o Mahón, los puertos españoles más cercanos del punto de partida. La respuesta del barco continuó inamovible: la única solución era Italia porque se negaban a poner en riesgo "la seguridad psicofísica" del pasaje ante tres días de trayecto y unas "condiciones climáticas adversas".

El error con Malta

Y Carmen Calvo estalló. No entendía que, ante la pasividad del resto de potencias del Mediterráneo y la labor "ejemplar" de España, "estos migrantes que están en una situación muy difícil y tienen garantizada una travesía a puertos que están preparados para ellos" no aceptasen la propuesta española. Y llegó a cuestionar los verdaderos intereses de Camps, al insinuar que su intención era entrar en puerto italiano a toda costa ya que, según defendió, el Open Arms "rechazó entrar en Malta" aunque "pudo haberlo hecho" y "se fue para Italia" sin la certeza de que pudiese desembarcar.

Pero erró en sus declaraciones y le llovió, por ello, otra ola de críticas. Malta declinó desde un primer momento aceptar a las 151 personas que viajaban a bordo y según sostuvo la ONG en su momento, el país solo llegó a permitir el desembarco de 39 inmigrantes de un segundo rescate que se produjo el 10 de agosto, pero no de las otras 121 personas que había en el barco desde principios de agosto, por lo que el Open Arms decidió descartar la opción de este país por la amenaza de que se produjesen altercados a bordo.

Además, la ONG llegó a acusar al Gobierno español de haber llegado a un acuerdo con Salvini, evitando este dar su brazo a torcer, al abrir Mallorca, una afirmación que fue desmentida categóricamente por la vicepresidenta en funciones. Y el siguiente capítulo en esta historia de desencuentros no tardaría en llegar, concretamente en el día de ayer, cuando Calvo dejó caer la amenaza de emprender una sanción de hasta 900.000 euros contra el Open Arms, a estas horas incautado por las autoridades italianas, porque el buque "tiene autorización para ayuda humanitaria", pero "no tiene permiso de Fomento para rescatar". "Esto es un Estado de derecho. Todo el mundo sabe lo que puede hacer y lo que no", advirtió.

Las declaraciones de Calvo colmaron el vaso de la paciencia de los fundadores de la ONG, que llegaron a acusar a Madrid de 'abandono' por ofrecer ayuda cuando la situación ya era "inviable". El capitán del buque, que ya ha transmitido su intención futura de continuar con sus labores de rescate en el Mediterráneo, lanzó un durísimo mensaje a través de Twitter en el que comparó el discurso de la número dos de Pedro Sánchez con el de la extrema derecha de Salvini. "A menudo no sé si habla ella de verdad o Salvini es el ventrílocuo", publicó.

El Open Arms levó anclas del puerto de Barcelona en el mes de abril después de tres meses inmovilizado, y recibió luz verde con la única labor de transportar material humanitario a Samos y Lesbos. Según informa la AFP, el barco tenía prohibido rescatar inmigrantes en la zona de Libia, orden que no respetó al dirigirse a la zona y jugarse las sanciones de las que ahora habla Moncloa.

Un verano 'negro' para la ministra

La polémica se ha convertido en el primer asunto del día en la agenda de Carmen Calvo desde que comenzase este inusual verano cargado de actividad política. Y la primera oleada se produjo por unas controvertidas declaraciones de la titular de Cultura sobre feminismo, un movimiento que se lo ha "currado" el socialismo y que por tanto no es de todas. "¿El feminismo es de todas? No, bonita", llegó a decir, declaraciones en las que incluso llegó a reafirmarse. "El feminismo es patrimonio del PSOE", zanjó.

La rectificación no es un habitual en el discurso de Calvo, que volvió a ser protagonista de la telenovela entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez y la investidura fallida del mes de julio. En un contexto de máxima tensión y órdagos constantes, Ferraz llegó a filtrar un documento con las condiciones iniciales de Unidas Podemos para investir a Pedro Sánchez. Pero, según denunciaron los morados, Carmen Calvo cambió la palabra 'propuesta' por la de 'exigencias' del papel original para tratar, con ello, "dar la vuelta a la negociación". "La vicepresidenta, en estos momentos, tiene los niveles de incoherencia y legitimidad bastante bajos", denunció la portavoz de la formación en la Cámara Baja, Ione Belarra.

El desgaste mediático de la ministra como rostro visible de las negociaciones fallidas entre las formaciones de izquierda en el Congreso le está pasando inevitablemente factura. Podemos mueve ficha y Calvo quita de en medio el tablero. La derecha critica su gestión y ella pone la otra mejilla. La cuenta atrás para una nueva repetición electoral, de cuya fecha límite resta apenas un mes, y el intento de justificación por parte del socialismo en caso de confirmarse, sería el siguiente gran escollo en el que Carmen Calvo estaría, de nuevo, en el ojo del huracán político.

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