Pese a las tensiones despertadas en el seno de la coalición entre PSOE y Unidas Podemos y las dudas respecto a su implementación dentro de la esfera partidista nacional, el Ejecutivo espera presentar el ingreso mínimo vital el próximo mes. El ajuste de la prestación se entendía como uno de los puntos vitales del acuerdo de Gobierno, si bien las dificultades para establecer el formato y sus requisitos unido al impacto de una incipiente crisis económica derivada del Covid-19 han retrasado su presentación.

Pero la renta mínima, sobre la que el Ejecutivo sostendrá el denominado ‘escudo social’ para proteger a los sectores más vulnerables, más ante la devastación laboral que se prevé en los próximos meses, está a punto de ser una realidad. Ello ha provocado recelos desde diferentes estratos políticos y ha suscitado escisiones respecto a su idoneidad incluso dentro de la misma casa, como es el caso del PP.

Las voces que abogan por el optimismo respecto a la controvertida medida provienen de aquellos sectores que un día marcaron el camino de Génova y que, en algunos casos, siguen influyendo en la toma de decisiones de la actual dirección. La primera opinión a favor vino del ex ministro de Economía e Industria, Luis de Guindos, que sorprendía el pasado mes al coincidir con una de las medidas estrella de Unidas Podemos y defender la implantación de una "renta mínima de emergencia" en España por la gravedad de la crisis sanitaria y el "impacto brutal" que tendrá para la economía del país.

En una entrevista para La Sexta, el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) abogó entonces por el deber de "todos" a proteger a "la población más vulnerable". Insistió no obstante en que la medida, aunque necesaria, debía contar con el factor de la temporalidad y aplicarse en lo que dure la crisis del coronavirus, y no hacer del ingreso mínimo una iniciativa permanente, como plantea el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, que ha declarado no concebir la medida como una renta "puente".

Y no sería el único. Los siguientes en romper una lanza a favor del Gobierno serían un ex ministro de Hacienda y un ex presidente del Gobierno, ambos del PP. En una entrevista para Antena 3, Cristóbal Montoro se mostraba partidario de la ayuda, pero insistía en la línea marcada por Luis de Guindos respecto a su carácter transitorio. "Hay que hacerlo bien", apuntaba. Instaba además al entendimiento político respecto a la renovación de unos Presupuestos, una salida de la que Génova, al menos de momento, no concibe e insta a actuar "con medidas urgentes".

En este mismo sentido, FAES, la fundación presidida por José María Aznar, publicó un editorial en que defendía las bondades de la renta mínima como "mecanismo transitorio" para los más damnificados por la crisis. "Muchas personas y familiar pueden empezar a pasar por situaciones de alta necesidad en algo tan básico omo es la alimentación o la atención de sus obligaciones", recogía, al tiempo que instaba a un "sostenimiento extraordinario" para "buscar y encontrar trabajo".

No es la primera vez que Aznar, por medio de su Fundación, marca el camino a Pablo Casado. En un artículo publicado el pasado 14 de abril, antes de que el jefe de la oposición y el del Ejecutivo acordasen verse telemáticamente para gestar una respuesta coordinada a la crisis, el ex presidente del Gobierno instaba a Casado a afrontar los pactos de la reconstrucción poniendo límites a los acuerdos -finalmente el PP impuso como condición a su presencia a que se celebrasen en el Parlamento- y le aconsejó que acudiese a la llamada de Pedro Sánchez para exponerle "la visión estratégica" del PP para el "futuro de España", que pasa por pactar con el Gobierno en lo económico, dejando de lado las tesis de Unidas Podemos.

"Una medida demagógica, basada en el titular"

Todas estas opiniones presionan la postura indefinida del PP al respecto, al menos de puerta para afuera. Preguntado por ello tras la cita telemática que mantuvo con Sánchez el pasado lunes en el marco de iniciar los contactos para iniciar los acuerdos para la reconstrucción, Casado apuntó que, en caso de hacerse, debía aportar "seguridad" a los españoles, aunque evita hacer una defensa acérrima de la misma poniendo por delante que, antes de "hablar de escudos y de rentas mínimas" el Gobierno debe pagar todas las prestaciones a los afectados por ERTE "que no pueden llegar a fin de mes".

Pero de puertas para adentro, la medida se queda muy lejos de entusiasmar. Un dirigente cercano al líder popular defiende la tesis, argumentada también por las fuentes oficiales, de que el ingreso mínimo vital "no es una novedad" y que se aplica desde hace décadas en algunas autonomías. En concreto, las rentas mínimas de inserción de las comunidades supusieron en 2018 un gasto de más de 1.500 millones de euros. El ingreso mínimo vital que prevé el Gobierno no plantea su sustitución, sino servir de complemento.

"Si algo nos ha enseñado la renta mínima es que no funciona", continúa la misma fuente, al tiempo que tacha de "irresponsabilidad incuestionable" implantar una medida de este calibre a las puertas de una crisis económica de deuda, sea o no de carácter transitorio. "No se pueden plantear medidas de gasto sin espacio presupuestario", continúa, y achaca al "buenismo" de Podemos este tipo de iniciativas que "solo persiguen un titular". "Es una medida demagógica, que va a provocar más deuda y más recortes en el futuro", sentencian.

Ayuso, también en contra

Quien se ha manifestado abiertamente en contra de la renta mínima ha sido la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, cuyas declaraciones el pasado fin de semana en el marco de una visita al Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (Imidra) levantaron un polvorín de críticas en redes sociales de parte de algunas voces de la izquierda.

Ayuso consideró un "regalo" la medida del Gobierno por crear en los beneficiados una dependencia del Estado y constituir una herramienta "para igualar a la baja".

"Las personas quieren su trabajo, quieren tener sus metas, conquistar sus sueños. No quieren estar eternamente entregados en casa a la dependencia de una subvención, cuando lo que necesitan es tener un empleo para dirigir sus vidas a su manera", defendía.