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Harry y Meghan: carrera política, película en Netflix y ¿otra entrevista?

Harry y Meghan

Europa Press

No es ningún secreto que, más allá del amor que sentía, Meghan Markle albergaba grandes esperanzas profesionales cuando le dio el sí quiero al príncipe Harry en la capilla de San Jorge en Windsor. O si no profesionales, al menos mediáticas, puesto que se enfrentaba al gran trampolín de su vida: de actriz secundaria, con tan sólo algún papel destacado en su palmarés, pasaba a ser duquesa de Sussex con tratamiento de Alteza Real y se convertía de un plumazo en familiar directo de la mismísima reina de Inglaterra.

Meghan, como ya hemos apuntado más de una vez en El Independiente, es una mujer ambiciosa que se vio, prácticamente de la noche a la mañana, en la portada de todas las revistas del mundo. Lo cual le debió hacer pensar que se convertiría fácilmente en una nueva Diana o, cuando menos, en una mezcla entre Grace Kelly y Angelina Jolie. Meghan apuntaba alto: seguramente soñó con coronarse la nueva humanitaria global por excelencia, alguien que iba a recorrer el mundo con su flamante marido príncipe a su lado auxiliando a los más necesitados y avanzando causas importantes.

Pero la realidad es muy tozuda y, más que transformarse en la filántropa más reconocida a nivel mundial, el palacio de Buckingham tenía malas noticias para ella: Harry no era el heredero directo al trono, sino tan sólo uno más en la larga lista de sucesión a la corona, por lo antes que a los Sussex había que promocionar a unas cuantas personas. Daba igual que ella tuviera muchas ganas de involucrarse o de apostar por causas: la monarquía británica no es una institución meritocrática --ninguna monarquía lo es--, y en palacio se sigue un estricto orden de precedencia.

Inspirándose en los Obama

Meghan lo pasó muy mal y no hay duda de que unos cuantos tabloides le hicieron la vida imposible. Algunas veces por culpa propia y otras por causas ajenas, la estadounidense vivió una situación que iba subiendo en toxicidad por segundos. Hasta que ya no pudo más, tocó fondo psicológicamente hablando y necesitó poner tierra de por medio. Primero se instaló con su marido y su hijo en Canadá; luego pusieron rumbo a Estados Unidos, a una gran mansión en Los Ángeles que, según cuentan algunos tabloides, ya ha sido puesta a la venta.

Los Sussex anunciaron que, dado que la familia real no les dejaba ganar dinero por su cuenta (Harry dependía económicamente de lo que le pasaba su padre, el príncipe Carlos de Gales), dejaban la familia real. Traducción: querían cerrar acuerdos lucrativos, muy lucrativos. Se dice que se inspiraron en los Obama, los cuales en poco tiempo desde que dejaron la Casa Blanca han creado un pequeño imperio mediático, con productoras propias, acuerdos con Netflix y Spotify y acuerdos también multimillonarios con editoriales para publicar sus memorias.

Siguiendo este manual, los Sussex firmaron enseguida un acuerdo con Netflix (se rumoreó que por cien millones de dólares, pero la cifra nunca ha sido confirmada) y otro con Spotify. Lo de Netflix no ha dado de momento excesivos frutos: se sabe que Meghan quería hacer una serie animada, titulada Pearl, sobre las aventuras de una niña de doce años que se inspira en las acciones de algunas de las mujeres más influyentes de la historia, pero que Netflix canceló el proyecto (la plataforma ha perdido 200.000 subscriptores en poco tiempo y ha puesto fin a algunos proyectos que ya había aprobado inicialmente).

Sí se sabe que los Sussex han contratado a Liz Garbus, la directora de El cuento de la criada, para un futuro documental y también se sabe que han rodado otro sobre los Juegos Invictus, una especie de Juegos Paraolímpicos que Harry puso en marcha para ayudar a veteranos de guerra. Mientras el matrimonio estuvo en La Haya para la última edición de los juegos, se vio a un equipo de rodaje siguiéndolos a todos los lados.

¿Carrera en política para Meghan?

Lo que sí que parece que va en serio es una posible carrera política de Meghan o, al menos, una carrera política como gran activista por los derechos de las mujeres. No hay ninguna duda de que es una demócrata convencida y en el 2020 escribió varios posts de Instagram animando a los estadounidenses a ir a votar contra Trump.

Durante la pandemia, Meghan no paró de participar en foros online y llegó a escribir cartas personas demócratas tan destacadas como Nancy Pelosi para defender el permiso de maternidad remunerado (un derecho que, incomprensiblemente, muchas mujeres de Estados Unidos no tienen reconocido). También protagonizó junto a Harry la portada de la revista Time: los escogieron la pareja más influyente del mundo.

Hace tiempo, además, la vimos con la activista Gloria Steinem (una de las feministas más reconocidas y aclamadas del mundo) para defender la ratificación de la "Equal Rights Amendment", la enmienda de los derechos por la igualdad. Y hace tan sólo unas semanas, cuando el Tribunal Supremo de los Estados Unidos tumbó la sentencia de Roe V. Wade, que legalizaba el aborto a nivel nacional, Meghan no tardó en decir que estaba dispuesta a ir a Washington a manifestarse.

Pero hay más: Meghan dio una entrevista a Vogue en la que habló muy abiertamente sobre sus posiciones políticas en general y sobre su defensa del aborto en particular. Dijo que los hombres debían ser "más abiertos" (en el sentido de levantar su voz) para defender los derechos de las mujeres y desveló que Harry era feminista. También apuntó que "tenemos que trasladar todo este miedo en acción. Podemos empezar este noviembre con las midterms (las elecciones legislativas). Tenemos que votar".

Por si todos indicadores no dejarán lo suficientemente claro que Meghan tiene los ojos fijados en la política, aún hay más: en abril de este año se hacía público que Harry y Meghan habían contratado los servicios de Miranda Barbot, la especialista en Relaciones Públicas que formó parte del equipo de imagen de la campaña de Barack Obama por la reelección. Aunque los Sussex se afanaron a aclarar que la contratación respondía a su voluntad de "mejorar su imagen" (que había sido irremediablemente dañada tras el Megxit), a nadie se le escapaban las connotaciones políticas del tema.

¿Otra entrevista explosiva?

Mientras Meghan Markle se acaba de decidir sobre su futuro político, la prensa británica lleva semanas especulando sobre la posibilidad de otra posible entrevista de la pareja al estilo de la que protagonizaron con Oprah Wimfrey. De momento es un rumor y no hay nada confirmado, pero algunas revistas han publicado que a Meghan le sentó bastante mal lo que se está publicando últimamente sobre ella (sobre todo lo que se ha publicado en el libro The Palace Papers, de Tina Brown) y quiere dejar las cosas claras. En el libro, entre otras cosas, se dice que Meghan odió "cada segundo" que pasó en su viaje oficial a Australia y que encontró que la agenda de actos "no tenía sentido".

Meghan quiere cambiar la manera en que el público la percibe y la prensa la retrata. Una entrevista podría ser una manera de cambiar la "narrativa". Seguiremos atentos.

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