El arroz que nos comemeremos a finales de este siglo no será tan nutritivo como el que comemos hoy. Y es que un grupo de investigadores han descubierto que a mayores concentraciones de dióxido de carbono se asocia con menor niveles de proteínas y otros nutrientes en el arroz.

El estudio, publicado en Science Advances, plantea cómo en los niveles de CO2 que se esperan para finales de este siglo (568 to 590 partes por millón), el arroz cultivado tendrá menores niveles de cuatro vitaminas B clave. Además, tendrá menos proteínas, hierro y zinc.

El arroz es la comida principal para más de 2.000 millones de personas. Un deterioro nutricional podría tener un impacto desproporcionado en la salud para los países más pobres y dependientes del arroz, según los investigadores, entre los que se incluye la Escuela de Salud Pública y Medicina de la Universidad de Washington.

“El arroz ha sido la base de la dieta durante miles de años para muchas poblaciones en Asia”, afirma Kristie Ebi, coautor del estudio y director del Centro de Salud y Medio Ambiente de la Universidad de Washington. “Una reducción en la calidad nutricional del arroz afectaría a la salud de millones de madres y niños”, añade.

Los investigadores realizaron el estudio sobre 18 tipos comunes de arroz y confirmaron esa disminución de los niveles de proteínas, hierro y zinc del arroz en concentraciones de CO2 similares a las esperadas para el siglo XXI. Además, el estudio revela también un descenso en las vitaminas B1, B2, B5 y B9 (en niveles del 12,7 al 30,3%), esenciales para que el cuerpo convierta la comida en energía.

La reducción en proteínas fue del 10,3%, del 8% en la concentración de hierro y del 5,1% en zinc, comparándolo con las concentraciones actuales de CO2.

Estos déficits nutricionales golpearán más a los países donde el arroz es más importante en la dieta. Unos 600 millones de personas, la mayoría en el sureste de Asia, toman más de la mitad de sus calorías y proteínas diarias del arroz. Para los investigadores, estos cambios podrían “exacerbar la carga global de enfermedades y afectar al desarrollo temprano de los niños”.

“La gente dice que el CO2 es la comida de las plantas, y así es. Pero cómo las plantas responden al incremento inesperado de comida afectará a la salud humana, desde déficit nutricionales a alergias estacionales, en formas que aún no podemos entender”, afirma Lewis Ziska, del Departamento de Investigación Agrícola de Estados Unidos.

Los cambios en los nutrientes afectan a la fisiología de las plantas, aumentando su contenido en carbohidratos – como almidón y azúcares – y reduciendo las proteínas y minerales.

Los autores dicen que es necesaria mayor investigación interdisciplinar para definir la naturaleza de los cambios que el CO2 inducirá en la salud pública, así como identificar opciones que reduzcan o eliminen los riesgos, como estudios sobre modificación genética que puedan mejorar la calidad del arroz.