“El té es amargo como la vida, dulce como el amor y suave como la muerte” suelen decir los saharauis en el prólogo de la ceremonia del té. Lejos de ser una anécdota o una prueba de cierta condescendencia estoica, la conjetura sobre la infusión resume bien la travesía del desierto que ha perseguido a este pueblo nómada. Alrededor de 175.000 saharauis sobreviven en la hamada argelina desde hace 47 años a la espera de la celebración de un referéndum de autodeterminación, impedido por la realidad política.

El último proceso de descolonización en suelo africano, bendecido por la legalidad internacional y el derecho de autodeterminación de los pueblos reconocido por la ONU, lleva décadas en dique seco porque, sencillamente, el Consejo de Seguridad -y su juego de mayorías y vetos- no está dispuesto a asumir el uso de la fuerza en un caso evidente de quebrantamiento de la paz o acto de agresión como fue la Marcha Verde y la posterior ocupación de la antigua colonia española del Sahara Occidental por parte del Reino de Marruecos en 1975.

El cerca de medio siglo que separan aquellos acontecimientos de la realidad actual no está libre de cambios. El contexto en el que se produjo la invasión, marcado por la oposición “Este-Oeste”, ha dejado paso a un nuevo panorama internacional caracterizado por la disyuntiva “democracia-yihadismo” en la que los países del Magreb son interlocutores necesarios.

Desgaste político

Los 16 años de guerra (1975-1991) y los años posteriores de gestión por el Consejo de Seguridad de la ONU a través de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental (MINURSO) han desembocado en una lucha de desgaste político en la que no hay claros vencedores ni vencidos: Si bien Marruecos ha sabido aprovechar el apoyo de EE.UU. y Francia para intentar refutar la doctrina jurídica establecida por el Tribunal de la Haya, el Frente Polisario creó la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y ha logrado resistir en durísimas circunstancias.

Para algunos, entre los que se encuentra el ex enviado especial del secretario general de la ONU al Sáhara Occidental, Peter Van Walsum, la actual situación de bloqueo obliga a buscar una salida “realista”, que –ante las negativas de Mohamed VI al referéndum de autodeterminación- pasa por debatir la propuesta de estatuto de autonomía presentada por su reino y a la que, en un acto insólito, se ha sumado esta semana con entusiasmo el Gobierno de Pedro Sánchez, sin consultarlo ni consensuarlo con su socio, Podemos, y el principal partido de la oposición, el PP.

Una autonomía en una monarquía absoluta y un país feudal se antoja difícilmente alcanzable

Existe cierta unanimidad al afirmar que los términos de la misma son difícilmente alcanzables en un país que, pese a las promesas de democratización que acompañaron la llegada al trono del vástago de Hasán II, continúa siendo una monarquía absoluta que comete graves violaciones de los derechos humanos y un país feudal con tasas endémicas de desempleo y desigualdad social que empujan a sus súbditos hacia el islamismo radical o la emigración europea. La creación de una región autónoma con parlamento y ejecutivo propios y amplias competencias en planificación económica, fiscalidad, política social y explotación de los recursos naturales se presenta, pues, de difícil ejecución si no hay una transformación profunda de la arquitectura del Estado marroquí.

Las rondas negociadoras no han dado ningunos frutos por las continuas trabas de Rabat y han alimentado un status quo, doloroso para la dimensión humana del conflicto representada por los refugiados, especialmente por aquellos jóvenes que nacieron en el desierto y que se han formado en centros universitarios de países amigos como Argelia, Libia o Cuba. Además, hay síntomas de que la autoridad en régimen de exclusividad del Frente Polisario como administrador de los campamentos y portavoz de las reivindicaciones de todo su pueblo empieza a desgastarse a favor de una pluralidad de facciones.

La autodeterminación que torpedea Rabat

A pesar de todo, el Polisario sigue reclamando el derecho de los saharauis a su autodeterminación con la celebración de un referéndum que la MINURSO ha preparado desde del alto el fuego, que Marruecos frenó en repetidas ocasiones por su disconformidad con el censo de votantes y que rechaza desde 2004. “No habrá vuelta al punto de partida”, indicaron desde Marruecos cuando en 2007 anunció unilateralmente que había decidido iniciar un proceso de regionalización avanzada y gradual de los territorios ocupados.

Estas declaraciones dejaron poco lugar a las negociaciones y reforzaron la idea de que, con las actuales posiciones, asistiremos a una eternización del conflicto con tensiones ocasionales a propósito de futuros asentamientos saharauis en los territorios liberados, de la represión de la minoría saharaui en las ciudades controladas por Marruecos o de la explosión de minas en proximidades del muro marroquí. El Polisario cumplió en noviembre de 2020 su amenaza de regresar al conflicto armado, a pesar de que no cuenta ya con los apoyos financieros necesarios para mantener el coste de la contienda y, en palabras de Van Walsum, las armas “no incitarán al Consejo de Seguridad a imponer una solución”.

A todos los efectos, según la ONU, España sigue siendo el Estado colonial y la potencia administradora responsable

A todos los efectos, según Naciones Unidas, España sigue siendo el Estado colonial y la potencia administradora responsable, pero la actitud tanto de su diplomacia como de los dirigentes políticos ha sido errática y ha oscilado desde las promesas incumplidas de Juan Carlos I o Felipe González hasta el nacionalismo de José María Aznar, que con episodios como el de Perejil perdió cualquier oportunidad de interlocución. Sánchez se suma ahora al listado como el político español que renunció a la neutralidad y el respeto a la legalidad internacional.

En la retirada de 1975, algunos soldados españoles, indignados, se pasarían a las filas del Polisario. Uno de ellos expresaría con sencillez la esquizofrenia que aún pervive entre una sociedad civil cercana a las reivindicaciones de los saharauis y unos dirigentes instalados en la duda permanente: “No es España; es el Gobierno, que os ha traicionado. Pero el pueblo español os quiere”.

La incierta autonomía que bendice Sánchez

Aunque de partida parecen principios contrapuestos, la autonomía puede no ser incompatible con el derecho de libre determinación, siempre y cuando haya una consulta al pueblo concernido mediante sufragio universal. De hecho, los planes Baker ya incluían una fase de autonomía previa al referéndum y territorios, como Groenlandia y Puerto Rico, que figuraron previamente en la lista de territorios por descolonizar, ejercieron su derecho de libre determinación.

Las tesis de Marruecos recibieron un espaldarazo con el anuncio de Trump, estando ya en funciones

Las tesis de Marruecos recibieron un espaldarazo en diciembre de 2020 cuando, perdidas las elecciones y en un período de interinidad, el presidente estadounidense Donald Trump, reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, al tiempo que anunciaba la normalización de relaciones entre Marruecos e Israel, meses después de que hicieran lo propio otros países árabes.

“¡La propuesta de autonomía seria, creíble y realista de Marruecos es la ÚNICA base para una solución justa y duradera por una paz y prosperidad perdurables", escribió Trump en su cuenta Twitter. En unos términos similares a los que ha usado ahora Sánchez para consumar un giro histórico de una posición de Estado que ha provocado las críticas unánimes de la escena política nacional.

A juicio de Trump, ”EE.UU. cree que un Estado saharaui independiente no es una opción realista para resolver el conflicto y que una autonomía genuina bajo soberanía marroquí es la única solución viable”. Para el Polisario, en cambio, la resolución firmada por el mandatario norteamericano no cambia la naturaleza jurídica e histórica del Sáhara Occidental.

La ONU, por su parte, volvió a defender que la solución al conflicto debe basarse en las resoluciones del Consejo de Seguridad y aseguró que su postura no cambia en absoluto. La entonces ministra de Exteriores española, Arancha González Laya, pidió respetar las resoluciones de la ONU sobre el Sáhara Occidental, las mismas que ahora su sucesor, José Manuel Albares, ha dinamitado. Desde su llegada a la Casa Blanca, Biden no ha revertido la decisión adoptada por los republicanos.

Un chantaje que no cesará

Aceptar el estatuto de autonomía implicaría reconocer lo imposible, esto es, lo que los marroquíes llevan años proclamando: el territorio en litigio pertenece por historia y cultura a su nación cuando las instituciones internacionales lo han negado sistemáticamente.

La conducta poco fiable de Marruecos en el pasado anticipa que jamás quedarán satisfechos y pedirán otras concesiones

Que España se plantee ahora la vía de la autonomía muestra lo alejados de la realidad y la desmemoria que se hallan La Moncloa y quienes dirigen nuestra diplomacia. La conducta poco fiable de Marruecos en el pasado anticipa que jamás quedarán satisfechos y pedirán otras concesiones y ejercerán otros chantajes. No renunciarán a la reivindicación sobre Ceuta y Melilla y tampoco a la vía de presión de los flujos migratorios, jugando con las vidas que tratan de escapar de Marruecos.

"El respaldo del Gobierno español a la propuesta de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, además de desconcertante, es contraria a los intereses de España por varias razones", explica Javier Jordán, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Granada y experto en estudios estratégicos y militares. "Reconoce la ocupación militar de Marruecos en 1975. La conclusión que extrae Marruecos es que los hechos consumados funcionan", advierte.

"Pone a España en una situación delicada con Argelia en mitad de una crisis energética", agrega. Argel llamó ayer a consultas a su embajador en Madrid. "Si Marruecos da la cuestión del Sáhara por resuelta, lo siguiente será ejercer mayor presión sobre Ceuta y Melilla. Es una respuesta equivocada, que obvia las estrategias híbridas de Marruecos en lo relacionado con Ceuta y Melilla. Transmite imagen de debilidad. En definitiva, España necesita una reflexión estratégica profunda sobre qué lugar queremos ocupar en la escena internacional", concluye.

Si Marruecos da la cuestión del Sáhara por resuelta, lo siguiente será ejercer mayor presión sobre Ceuta y Melilla

JAVIER JORDÁN, POLITÓLOGO DE LA UNIVERSIDAD DE GRANDA

Una autonomía dentro de un régimen que no respeta los derechos humanos -con hostigamiento continuo a los activistas saharauis- y empuja a sus propios súbditos hacia la miseria y la migración no resulta, en ningún caso, una garantía de nada. Más bien al contrario.

La democratización y descentralización del Estado marroquí resulta llanamente una completa utopía. En un territorio gobernado por jefes tribales –que ya detentaban el poder cuando el Sáhara Occidental era una provincia española- e instituciones poco democráticas como el Consejo Real Consultivo para los Asuntos del Sáhara (CORCAS), una autonomía con garantías internacionales de respeto a los saharauis que apoyan la independencia es un espejismo para el andamiaje marroquí, instalado en la propaganda de las palabras bienintencionadas y la represión de su aparato policial.