“Busca tus vulnerabilidades y allí encontrarás al KGB”, decía Stanislav Levchenko, jefe de los espías rusos en Japón hace cuatro décadas. Ahora vemos al líder ruso, Vladimir Putin, que conoce bien que las democracias occidentales tienen unas debilidades que no afectan a las autocracias. Sabe que es más difícil que tengan líderes fuertes y sólidamente respaldados por la población, y que la unidad de acción, tan necesaria para frenarle en la guerra en Ucrania que cumple mañana domingo cinco meses, se puede tambalear cuando los intereses de los países son dispares. Y si se trata de sacrificios, sin solidaridad, siempre vencerá el que crea discordia. Este invierno será una prueba de fuego para Europa. 

La caída de líderes que han plantado cara a Putin como Boris Johnson y Mario Draghi se ha celebrado en el Kremlin. Putin compite con ventaja porque los autócratas no se someten al escrutinio de la población y de los partidos políticos como los líderes de países democráticos: así el líder ruso ha sobrevivido a cinco presidentes de Estados Unidos, cinco primeros ministros del Reino Unido, tres cancilleres alemanes, cuatro jefes del gobierno de España y diez jefes de consejo de ministros de Italia.

No es casual que el gobierno haya sido derribado por dos fuerzas políticas que guiñan el ojo a Putin"

Luigi di maio, ministro saliente de exteriores de italia

En este mes de julio ha visto cómo se anunciaba la marcha del primer ministro británico Boris Johnson, considerado un héroe en Ucrania, y de Mario Draghi, el primer ministro italiano considerado un faro en Europa, y claramente crítico con el Kremlin. "No es casual que el gobierno haya sido derribado por dos fuerzas políticas que guiñan el ojo a Vladimir Putin", dijo el ministro saliente de Exteriores, Luigi di Maio, disidente del Movimiento 5 Estrellas. Di Maio defendió el envío de armas a Ucrania frente a la opinión de Giuseppe Conte, líder de los grillini, y eso condujo a su salida del movimiento, que en su origen se especuló con que era filorruso. Junto con la Liga de Matteo Salvini, acordaron en 2018 presionar para que se eliminaran las sanciones al Kremlin. 

El senador Antonio Saccone, de Fuerza Italia, señaló que la salida de Draghi del Palacio Chigi ponía en riesgo la estabilidad de Europa. "Habéis hecho un favor a Putin", dijo a quienes provocaron la caída del ex presidente del Banco Central Europeo. Entre los que maniobraron para que a Draghi se le hiciera difícil seguir está Silvio Berlusconi, anfitrión de una cena en su villa romana donde se tramó el ultimátum del centro derecha. El catedrático emérito de Ciencia Política, Gianfranco Pasquino, nos recuerda en una entrevista cómo Berlusconi es un oligarca que se lleva bien con Putin. "Estoy convencido de que los rusos intentarán influir en la campaña electoral italiana", nos confesaba Pasquino. 

De hecho, Berlusconi renegó de Putin poco antes de la invasión de Ucrania. Salvini ha flirteado con el Kremlin incluso hasta querer abanderar una misión de mediación sin el visto bueno del gobierno de Draghi. La menos partidaria de Putin es Giorgia Meloni, líder de Fratelli d’Italia, ferviente atlantista, en línea con el partido en el poder en Polonia, Ley y Justicia, muy afín. 

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, se despedía afectuosamente de Draghi. "Sinceramente agradecidos a Mario Draghi por su inquebrantable apoyo a Ucrania en la lucha contra la agresión de Rusia y la defensa de los valores europeos, la democracia y la libertad". 

Más efusivo fue con Boris Johnson, el primer ministro saliente del Reino Unido, que había visitado Kiev por segunda vez poco antes de verse forzado a anunciar su salida del poder. "Todos acogemos esta noticia con tristeza. No solo yo, sino toda la sociedad ucraniana, que se solidariza mucho con usted", dijo Zelensky. "Es un héroe al que todo el mundo en Ucrania quiere". Muchos le llaman en las calles ucranianas, donde es casi más popular que en el Reino Unido, Boris Johnsoniuk. "No dudamos de que el apoyo del Reino Unido continuará, pero su liderazgo personal y su carisma lo hicieron especial", dijo Zelensky.

El odio del Kremlin a Boris

En el Kremlin, sin embargo, no ocultaron sus sentimientos. "No nos gusta como nosotros no le gustamos a él", dijo el portavoz, Dmitry Peskov, poco después de que Boris Johnson anunciara su decisión el pasado 7 de julio, cuando tuvo palabras de apoyo al pueblo ucraniano.

El portavoz de la Duma rusa, Vyacheslav Volodin, le llamó "payaso" y dijo: "Es uno de los principales ideólogos de la guerra contra Rusia. Los líderes europeos deberían pensar a qué conduce ese tipo de política". Desde antes de la invasión de Ucrania, el pasado 24 de febrero, Boris Johnson avisó de la irracional ambición de Putin. Reino Unido es uno de los países que más armamento ha enviado a Ucrania y defiende las más duras sanciones. 

La moraleja de la caída de Boris Johnson sería: no busques la destrucción de Rusia. Quien se atreva acabará destruido"

maria zajarova, portavoz del ministerio de exteriores de rusia

La portavoz del Ministerio ruso de Exteriores, Maria Zajarova, puso de ejemplo su caída del declive de Occidente, que a su juicio se dirige a una crisis politica, ideológica y económica. "La moraleja de la historia sería: no busques la destrucción de Rusia. Rusia no puede ser destruida. Quien se atreva a intentarlo acabará destruido". 

Cuando más se necesitan liderazgos claros y fuertes en las democracias occidentales, más faltos estamos de ellos. A la inminente salida de Boris Johnson y Mario Draghi, se suma la debilidad de Emmanuel Macron, tras las legislativas en las que su partido perdió la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, y el titubeante liderazgo del canciller alemán, Olaf Scholz, que aún apenas lleva un año en el cargo tras los 16 años de era Merkel. Al otro lado del Atlántico, Joe Biden está en niveles mínimos de popularidad y cada día preocupa más su estado físico. Cumple 80 años en noviembre y sufre lapsus frecuentes. 

“Putin no tiene la culpa directa de estos cambios. Rusia no es la causa directa pero mira con buenos ojos que la vulnerabilidad interna en la Unión Europea está creciendo. Es fundamental que Europa esté unida para infringir daño en el Kremlin. Ahí veo problemas. Necesitamos liderazgos como el que tenían Churchill y Roosevelt pero no los tenemos”, afirma Mira Milosevich, investigadora senior del Real Instituto Elcano

Milosevich diferencia entre Draghi, que sí que sabía "cómo dominar una Italia caótica, donde puede que el próximo gobierno sea más benévolo con Rusia", del papel de Boris Johnson en Ucrania. "Boris Johnson lo que hacía era distraer la atención de la opinión pública británica y demostrar que el Reino Unido es una gran potencia más allá de la Europea. Sus razones eran egoístas. No era un líder con la conciencia de Churchill o Roosevelt". 

Putin estará más contento porque con Draghi no había posibilidad de concesiones, pero en Italia hay líneas rojas que no se pueden sobrepasar"

andrea noferIni, profesoR del CEI Y DE LA UNIVESIDAD POMPEU FABRA

Es cierto que los Estados, tanto Italia como el Reino Unido, o la Francia de Macron y la Alemania de Scholz, están firmemente comprometidos con la UE y la OTAN. Como dice Andrea Noferini, profesor del CEI, International Affairs, y de la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona, "Putin estará más contento porque con Draghi no había posibilidad de concesiones, pero Italia es curiosa porque por un lado es inestable por la gran cantidad de cambios de gobierno pero su estabilidad institucional es muy fuerte. Hay una serie de poderes que reconocen el barco dentro de los cauces de Europa. Hay líneas rojas que no se pueden sobrepasar". Ahí es donde interviene el presidente de la República, que marca los límites. 

La amenaza de la división y la fatiga

A pesar de todo, siempre puede haber retrocesos, que suelen producirse por falta de liderazgo. "Los líderes no solo gestionan, también han de orientar, reformar, cambiar y para ello se necesita que estén legitimados. Desde ese punto de vista con la salida inminente de Draghi y Johnson, Putin logra una victoria indirecta porque son dos dirigentes que le habían plantado cara. Macron está debilitado y Scholz tiene menos capacidad de acción que Merkel y Alemania es el país más vinculado a Rusia por sus acuerdos sobre energía y difícilmente puede hacer de muro de contención frente a Putin", señala Andrea Betti, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas. 

A Pedro Sánchez le gustaría tener un papel más protagonista pero tiene una minoría anti OTAN en el gobierno y a medida que se acerquen las elecciones habrá más fricciones"

andrea betti, pfofesor rrii en la universidad pontificia comillas

"A Pedro Sánchez le gustaría tener un papel más protagonista pero tiene una minoría anti OTAN en el gobierno que en el pasado tenía fascinación con Putin y preveo que habrá cada vez más fricciones a medida que se acerquen las elecciones", añade Andrea Betti.

Hay que empezar a tener en cuenta también a otros líderes, a quienes están en el Este de Europa y que han sido muy claros en su política frente a Putin. Es el caso del primer ministro polaco, Mateus Morawiecki. Es simbólico que antes de que viajaran en tren a entrevistarse con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, Macron, Scholz y Draghi, lo hicieron el polaco Mateus Morawiecki, con el esloveno, Janez Jansa, y el checo, Petr Fiala. 

“Su posición está clara pero solos no pueden liderar el proceso. En el Este también se abre otro cisma con el húngaro, Viktor Orbán, más cercano a Putin por el tipo de liderazgo y por la cuestión energética, ya que la dependencia de Hungría del gas es elevadísima. De hecho, sigue comprando a Rusia”, dice Betti. 

Con el gas el Kremlin está haciendo lo que mejor sabe hacer: sembrar la discordia. Como dice Milosevich, “el objetivo no es dejar de exportar el gas a Europa, porque necesita esos ingresos, sino poner a Europa frente al espejo y aprovecharse de sus vulnerabilidades”. Rusia sabe que cuantas mayores sean las dificultades de abastecimiento en la Europa acostumbrada al bienestar más discrepancias habrá. 

Hay serio riesgo de fatiga. El momento es muy crítico. Es justo el momento en el que se echan de menos líderes fuertes y no los tenemos"

mira milosevich, investigadora senior en el real instituto elcano

“Hay serio riesgo de fatiga. El momento es muy crítico. Por un lado, mucho se decide en el campo de batalla, donde hay cansancio en las tropas rusas y en las ucranianas, pero también en Europa. Es justo el momento en el que se echan de menos líderes fuertes y no los tenemos”, indica Milosevich. En ese contexto es cuando es más fácil que surjan divisiones sobre la conveniencia de poner fin a la guerra. Siempre han estado presentes: hay quienes son más pragmáticos y temen mucho el impacto de la crisis energética, que será enorme en Alemania, por ejemplo, mientras que los países del Este son los más convencidos de que solo la derrota clara de Putin sería aceptable.

El amigo iraní

En el Kremlin son conscientes de que han de moverse en varios escenarios. En primer lugar, las sanciones que están aplicando EEUU, la UE y afines a los valores occidentales, suponen un 16% de la población mundial, aunque producen el 62% del PIB. Hay gran parte del mundo que no se posiciona en esta guerra. Y ya esa neutralidad juega a favor de Rusia. Especialmente en el caso de China. El acercamiento entre Moscú y Pekín es muy preocupante. “Una pesadilla para Europa”, en palabras de Andrea Betti. 

Esta semana, además, Vladimir Putin, ha salido excepcionalmente de su burbuja rusa por primera vez desde el inicio de la guerra en Ucrania para verse con el líder iraní, Ali Jamenei, y con el presidente de la República, Ebrahim Raisi. Justo tres días después de que el presidente Biden restableciera el honor perdido de Mohamed bin Salman, heredero de Arabia Saudí, en una visita a Riad.

Con el acuerdo nuclear suspendido por Trump, este gesto de Teherán de acercamiento a Moscú indica que no hay espacio para el optimismo. Putin sabe cómo hacerse amigo de los enemigos de sus enemigos. Y persigue que Irán le venda unos cientos de drones para reponer los que han perdido en la guerra. Según ha publicado The New York Times, una delegación rusa ha visitado al menos dos veces en las últimas semanas un aeródromo en el centro de Teherán donde habrían revisado drones Shahed-191 y Shahed-129.

Al encuentro acudió el presidente turco, Racip Tayyip Erdogan, con quien discrepan sobre Siria. La misión de Erdogan tenía que ver con el acuerdo sobre la exportación de cereales de tres puertos del Mar Negro, suscrito en Estambul el viernes. Turquía, que forma parte de la OTAN y vende material bélico a Ucrania, no se ha distanciado de Putin. Erdogan es de los pocos líderes mundiales capaz de hacer esperar a Putin, como pasó en su encuentro esta semana. Apenas 50 segundos, eternos para el líder del Kremlin. Son esos gestos que tanto le agradan cuando es él quien los orquesta. Era un pulso entre machos alfa.

Nada que ver con la exquisita educación de un Mario Draghi, ni siquiera con los estrambóticos modales de Boris Johnson, irónicamente respetuoso. No son las formas lo que deben modificar los líderes que se enfrenten a Putin, sino su resiliencia, su vehemencia y su convicción en defender sus valores. Quedan fuera de juego los que solo son máquinas electorales. Y Putin lo sabe.