El PSOE no remonta. No se recompone. No puede. No sabe hacerlo cuando día tras día tiene que vigilar las portadas de los periódicos, los informativos de radio y televisión, los avances de la instrucción judicial, las declaraciones del "triángulo tóxico" de Santos Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García. Es un partido atemorizado, desesperado por la falta de decisiones de su jefe, con el ánimo destruido, a la deriva, inseguro, en el que ya nadie se fía de nadie. Ni siquiera su líder, Pedro Sánchez, el hombre que parecía de hierro y que ha forjado su carrera política a base de toneladas de resistencia, es capaz de domeñar la ansiedad, el pánico, de sus cuadros y bases. Ni siquiera él, que compareció el pasado lunes en el templo socialista de Ferraz por segunda vez en apenas cuatro días, con un rictus muy distinto —del gesto afligido y hundido que siguió al inapelable informe de la Guardia Civil sobre Cerdán al tono retador y a la ofensiva que interpretó tras la reunión de la ejecutiva—, ha sido capaz de tranquilizar a su partido. El presidente del Gobierno sabe que se encuentra enredado en un laberinto sin apenas rendijas, y por eso explora salidas, escucha a algunos barones y dirigentes de peso, y se aferra a su agenda internacional, a su batalla contra Donald Trump por el gasto militar como vía de escape para, al menos, tener atados a sus socios. Pero el escenario es totalmente volátil y no hay certezas. Ninguna.

Las conversaciones con mandos socialistas de distintos niveles siguen arrojando un mismo panorama sombrío. Incluso los más veteranos, que recuerdan con horror el final del felipismo, no recuerdan una situación como la actual, porque son dos los secretarios de Organización, y consecutivos, investigados por presunta corrupción, y con afectación lógica al Gobierno. Una potentísima bomba en la sala de máquinas del poder. "Los protagonistas están en el corazón del partido, y eso hace diferente a esta crisis. El caso Filesa [de financiación ilegal del PSOE] implicó sobre todo al PSC, y a segundas filas. Y estos audios son tan terribles. Se suma que Ábalos mantiene el acta, y que sigue mintiendo. Lo que hay, lo que sigue habiendo en el partido, es rechazo, dolor, vergüenza. Nuestra gente está impresionada", describe un responsable con muchos años de carné y experiencia y un total conocimiento de las entrañas del PSOE. En las filas socialistas todavía continúa reinando un estado de absoluto shock porque nadie esperaba que Cerdán, un dirigente más discreto, de vida aparentemente más ordenada, de formas bastante cuestionables para algunos, fuera el hombre que descubre la UCO en su retrato entregado al juez del Tribunal Supremo, Leopoldo Puente, el presunto cabecilla de una trama criminal que germinó hace una década en Navarra, con Koldo como brazo armado, y que se extendió al Ejecutivo cuando Sánchez aterrizó en la Moncloa en 2018, con Ábalos como muñidor necesario. Al relato de la corrupción sórdida y noventera se agregaron —y aún duelen tanto o más al PSOE— las grabaciones del exministro y su exasesor sobre sus citas con prostitutas, el cuajo y la "desvergüenza" del primero el día del registro en su casa de Valencia, con una modelo a la que la Guardia Civil pilló con un disco duro oculto cuando se disponía a sacar a pasear al perro.

Como recuerda un veterano, lo que hace distinta a esta crisis de otras anteriores, como el 'caso Filesa', es que los protagonistas "están en el corazón del partido", y también unos audios que "son terribles". "Lo que hay es dolor, rechazo, vergüenza", describe

El caso Koldo ya tiene, además, una poderosísima imagen: la de la UCO entrando a la sede de Ferraz para proceder al clonado del correo electrónico de Cerdán. El reverso del registro que en 2013 acometió la UDEF, la unidad de élite de la Policía, en el cuartel general de los populares, en la calle de Génova. Para la cúpula y para el Gobierno, ya se daba por descontado que habría intervención de la Guardia Civil, y sin demora, una vez que el ex número tres dejó su escaño en el Congreso el lunes y, con él, su aforamiento. Su blindaje. De ahí que, puertas para dentro, la entrada en Ferraz no suponga una escalada en la causa. Sí lo sería, y aquí coinciden todos los cuadros consultados, si se descubrieran indicios de financiación ilegal o apareciera salpicado el propio Sánchez. Ese punto no ha llegado ni llegará, cree la dirección. Pero el material requisado es tan ingente y de tal calibre el carrusel de declaraciones solo en los próximos siete días —este lunes, Ábalos y Koldo, el 30 de junio, Cerdán—, que todo puede cambiar. La siguiente estación orgánica será el sábado 5 de julio. En la reunión del comité federal del PSOE. Cita en la que se espera una reorganización de la ejecutiva y, sobre todo, decisiones de Sánchez. El líder al que todos miran, intentando escrutar sus movimientos. Nada se moverá hasta entonces, insisten en la Moncloa.

La foto de los agentes de la UCO en Ferraz era casi paralela a la noticia del encuentro que mantuvieron en la Moncloa Sánchez y el president de la Generalitat, Salvador Illa. Automáticamente se desataron las especulaciones, por si sobre la mesa pudiera estar la posibilidad de una sucesión. Pero, según ratificaban tanto desde el Gobierno como desde el equipo del jefe del Govern, esa opción, la de que el primer secretario del PSC abandonara Cataluña para someterse a un incierto proceso de investidura —es más que dudoso que ERC y Junts votaran a su rival directo— y dirigir un Ejecutivo muy debilitado y con apoyos mucho menos firmes, está fuera de toda lógica. Los entornos de ambos insisten en que se trató de una reunión privada, "como tantas" que tienen, en la que el presidente sobre todo quería "escuchar", porque se fía de Illa y de su criterio. El president era y es una persona muy cercana, de su absoluta confianza, discreta y sólida, y está al frente de la primera comunidad en manos de los socialistas. Es, de hecho, el segundo dirigente con más poder tras el propio Sánchez, y en pleno ciclo al alza.

Los equipos del presidente y de Illa insisten, tras su reunión del viernes en la Moncloa, en que no está sobre la mesa la opción de que el jefe del PSC tome las riendas del Gobierno. Él no quiere abandonar la Generalitat: "No estamos en eso ni de lejos"

"Salvador no deja la Generalitat seguro. No hay nada de sucesiones ni historias de esas. No estamos en eso eso ni de lejos", apuntala un cargo de la ejecutiva del PSC muy cercano al primer secretario. En el Govern recuerdan que Illa no lleva ni un año en el cargo —fue investido en agosto de 2024—, no le ha dado tiempo a "consolidar su proyecto" ni preparar a un sucesor, y sería por tanto insensato arriesgar Cataluña, cuando durante años "se ha puesto toda la carne en el asador" para darle la vuelta a la situación, estabilizarla y arrebatársela a los independentistas.

En realidad, la conversación de Sánchez con Illa no fue la única. El viernes también habló, aunque telefónicamente, con la presidenta de Navarra, María Chivite, y con la presidenta del Congreso y secretaria general de Baleares, Francina Armengol. Y este sábado continuó la ronda con los barones y con otros dirigentes "de peso". El presidente ya lo había adelantado en la rueda de prensa del pasado lunes en Ferraz: ya había hablado con algunos de los líderes territoriales —cinco de ellos se sientan en su Consejo de Ministros—, pero prometió dialogar con todos para intercambiar impresiones. Y, sobre todo, pensar salidas. "Está colgado al teléfono todo el día, se ha echado el partido a la espalda", subrayan en su entorno directo.

Sánchez ya había hablado con Chivite "varias veces" desde el estallido del caso Cerdán, porque a fin de cuentas el ex número tres era un dirigente muy cercano a ella misma —fue su secretario de Organización entre 2014 y 2017, cuando él ya partió para Madrid— y porque la presunta trama corrupta comenzó a operar en la comunidad foral. Además, la UCO encontró una escritura de 2016 en la que el empresario Antxon Alonso transfería el 45% de la constructora Servinabar, aunque tanto el exjefe del aparato socialista como la empresa niegan que hubiera sido socio. El escándalo ha provocado también la caída de la mano derecha de Chivite, Ramón Alzórriz, como vicesecretario general del PSN-PSOE y portavoz parlamentario, porque este no le confió que su pareja trabajó en Servinabar.

El presidente está conversando con barones y dirigentes de peso y de los que se fía. Ya lo ha hecho con Illa, con Chivite o Armengol. Quienes han hablado con él le hallan "afectado" por el golpe

"Estaba afectado, como no puede ser de otra manera", "le encontré sereno, pero afectado. Ha sido más un proceso de escucha", señalan dos máximos responsables territoriales que pudieron conversar en las últimas horas con el presidente, pero que rehúsan entrar al detalle de la charla. "No veo avances ni novedades respecto a las decisiones que pueda tomar", prosigue este último, "veremos en el comité federal del 5 de julio. Lo que ahora mismo hay es miedo a que salgan más cosas".

Esa sensación, el pavor, la describen todos, absolutamente todos, los dirigentes consultados. El pánico ha echado raíces. La "psicosis", como la definen muchos, la inquietud por la basura que vaya acumulándose, por el alcance de las nuevas revelaciones, ha sumergido al partido en una ansiedad y una angustia irrefrenables. "Es que no está perimetrado el incendio, y esta situación es una ruleta rusa", subraya este último barón regional.

Lo decía este sábado la titular de Ciencia y secretaria general de los socialistas valencianos, Diana Morant: el PSOE, dijo, no tiene miedo a lo que le ocurra a "tres sinvergüenzas" cuya actitud "repugna". Pero al partido sí le "preocupa" y sí está "asustado" por lo que le pueda ocurrir a una organización "que representa la decencia de tantas personas que trabajan por sus vecinos" y la "dignidad de aquellos que incluso perdieron la vida luchando por la democracia", remachó la ministra, en declaraciones a los medios desde Llombai (Valencia). Precisamente ayer dos sedes del PSPV en la capital del Turia fueron vandalizadas, ataques que también inquietan a todos en el partido. "Una putada... y lo que queda de la mierda de audios del tío loco de Koldo…que se supone que hay mogollón", apunta con pesar un alto mando de la federación, la segunda más potente de todo el país, tras Andalucía.

Esto no se remonta en cuestión de días. Hace falta tiempo para metabolizar el golpe, para perimetrar, estabilizar y encapsular el tumor. Aún nadie sabe por dónde hay que amputar, si solo una mano, el antebrazo, todo el brazo... El paciente está en 'shock'", ejemplifica un responsable conectado con la Moncloa

La incertidumbre "es máxima", coincide un cuadro territorial, "y al pasar el tiempo se contempla todo aunque Pedro no lo contemple. ¿Por qué? Porque cada vez se ve con más claridad que si queda más por saber o por salir es difícil seguir como si no pasara nada". "Esto no se remonta en cuestión de días. Hace falta tiempo para metabolizar el golpe y, sobre todo, perimetrar, estabilizar y encapsular el tumor. Aún nadie sabe por dónde hay que amputar, si solo una mano, el antebrazo, todo el brazo... —ejemplifica un responsable muy conectado con la Moncloa—. El paciente está en shock, abatido y bloqueado. Así nos sentimos todos. Yo mismo estoy muy abatido. Nos mantiene el pie la rabia, la rabia de que unos desaprensivos destrocen la reputación de nuestra organización, dañen al sistema en beneficio de la extrema derecha y arruinen el legado de estos siete años". "No se sabe cuántos órganos vitales están afectados por el tumor. Mientras el diagnóstico no sea certero", añade esta misma fuente, "no es posible diseñar y desplegar la terapia".

Hace una semana, se extendió en algunas federaciones del PSOE la petición de un adelanto electoral como vía para atajar la sangría. También otras fórmulas, como el congreso extraordinario, la cuestión de confianza. Pero la ejecutiva del lunes cerró —al menos, de momento— todas esas puertas. El secretario de Política Institucional, el sevillano Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, sí planteó la idea de un congreso, pero no para elegir nuevo líder, sino para apuntalar a Sánchez y acallar las críticas internas, otros plantearon una conferencia política, otros asambleas abiertas. Es decir, más protagonismo de las bases. Pero quedó claro, y lo sancionó el presidente en su comparecencia posterior, que no se plantean soluciones drásticas. Se comprometió una tercera auditoría de las cuentas, una comisión de investigación parlamentaria, se aprobó un equipo interino que pilotará Organización hasta el comité federal. Muros insuficientes, a ojos de muchos, para contener la riada. La desesperación es patente.

El sector no alineado con Ferraz admite que no tiene fuerza para derribar a Sánchez, aunque quisiera, porque las normas cambiaron en 2017 y ha de ser él quien decida qué pasos va a dar a partir de ahora

Por eso todos los dirigentes miran a Sánchez. Es quizá el cambio más significativo en los últimos siete días. "Ahora estamos más pendientes de lo que él haga, más de aventurar salidas", resume un dirigente regional con asiento en las Cortes Generales. El PSOE está, pues, a la expectativa de los siguientes movimientos de su jefe. Porque creen que lo que hizo el pasado lunes fue, en realidad, "ganar tiempo" a la espera de cómo avanza el proceso judicialmente y porque saben que está escuchando a los barones, y eso en sí mismo ya es una novedad, ya que desde que pasó a la Moncloa se desentendió del partido, dejó manos libres primero a Ábalos y luego a Cerdán. Este, además, actuó sin contrapesos internos desde julio de 2022, cuando la entonces vicesecretaria general, Adriana Lastra, dimitió tras verse sometida a una "operación de derribo" por parte del secretario de Organización.

Hasta los más críticos con Sánchez reconocen que están a la espera, que ahora a quien le toca actuar es a él. Y niegan que se estén urdiendo maniobras orgánicas para tumbarlo. Todos ellos recuerdan que no tendría sentido ninguno porque no hay masa crítica en el partido suficiente contra el secretario general, porque él controla orgánicamente todos los resortes. Desde 2017, desde las primarias que ganó a Susana Díaz, se cambiaron los estatutos para que la aristocracia socialista no pudiera repetir el asesinato de su jefe, el que ocurrió en el infausto comité federal del 1 de octubre de 2016. Para que caiga el líder, haría falta que promoviese su censura más del 50% del máximo órgano de poder y que luego, en el plazo de un mes, la militancia lo confirmara. Un blindaje casi absoluto. "Es que es absurdo pensar que los críticos vayan a hacer nada —señala un miembro de este sector que goza de un gran respeto interno—. Solo las federaciones que Pedro controla (Andalucía, Valencia, Madrid, Aragón, Canarias y PSC) pesan ya más del 75% en el PSOE. Si hay una solución a esto, vendrá de ellos mismos, de la dirección, no de la crítica interna".

Agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil acceden a la sede federal del PSOE, en la calle de Ferraz, a petición del Tribunal Supremo, para clonar el correo corporativo del exsecretario de Organización del partido Santos Cerdán, investigado por adjudicaciones presuntamente irregulares, este pasado 20 de junio de 2025. | EFE / RODRIGO JIMÉNEZ

Los no alineados con Ferraz, lo constatan muchos mandos contactados, no tienen tropa, y eso es capital en el partido. El que acumula mayor poder orgánico es, lógicamente, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, pero en su círculo y fuera de él se repite que jamás tendría pegada entre las bases socialistas, más escoradas a la izquierda que los votantes. "Nadie nos ha llamado para estar en ninguna conspiración. Sí nos están llamando compañeros —muchos candidatos locales y alcaldes— y personas diferentes de otras federaciones para mostrarnos una preocupación límite, pero no para estar, ni mucho menos liderar, movimientos o revueltas internas", "no estamos en eso, para nada", sancionan dos dirigentes muy próximas al barón castellanomanchego.

En el entorno de Page insisten en que no liderará ningún movimiento orgánico. Lo que sí recibe son llamadas de compañeros para mostrarle "una preocupación límite". Ahora el PSOE está en tensión y "todos hablan con todos"

Lo que sí ha ocurrido en esta ocasión, a diferencia de otros episodios anteriores de choque con Sánchez, es que en las tesis de Page concurren diversos dirigentes territoriales. Es decir, que hay inquietud por el futuro del partido, que se teme un desastre si no se celebran antes las generales que las autonómicas y municipales, que no se percibe una salida clara. Y lo que sí hay, constatan distintas fuentes, son "llamadas de todos con todos", porque el partido vive en agitación continua, muy preocupado. "Pedro sigue controlando orgánicamente el partido, y las bases son de él a día de hoy. La salida que haya es la que decida Pedro. Nadie tiene poder para condicionar nada. Y los críticos no pueden preparar ningún asalto. Eso no existe. Emi jugará a moldear el futuro cuando toque, como todos, pero no será el líder, y él lo sabe", abunda un cargo que sabe perfectamente cuál es el latir del partido. "Cuando Pedro se vaya será porque pierda en las urnas y no pueda gobernar o porque aparezca algo grave que le obligue a dimitir. Las etapas se cierran, y se cerrará esta como antes se cerraron las de Felipe [González] y [José Luis Rodríguez] Zapatero", resuelve un experimentado dirigente.

En el partido se consolida la idea de que Sánchez intentará aguantar si no hay más golpes severos y sobre todo si los socios de investidura no le abandonan. En su naturaleza, insisten distintos responsables, no está huir, "salir corriendo", sino echarse el partido a la espalda. En la Moncloa y en Ferraz también rubrican que no hay "novedades", que el presidente planea resistir, que es su obligación, y que no está a la vista ninguna dimisión. Sí la búsqueda colectiva de una salida. "Yo tampoco sé cuál es la solución —apunta un alto cargo del Ejecutivo—, pero no veo que él se vaya. El PSOE es mucho más que ellos tres y las políticas están ahí". Hay quienes siguen creyendo que, además de una remodelación muy profunda de la cúpula, harán falta cambios en el Gobierno, para "coger impulso", más aún si el avance de las investigaciones acaba tocando alguna pieza —las especulaciones se centran ahora en el ministro Ángel Víctor Torres y en la presidenta del Congreso, Francina Armengol—, pero el líder, por ahora, no ve necesario hacer ajustes en su Gabinete. Incluso parece que la reestructuración de la dirección será bastante limitada, circunscrita a Organización —en el partido es un clamor que debe ser una mujer— y a su equipo, aunque hay muchas voces que piden un rediseño profundo del puente de mando.

En el partido se consolida la idea de que Sánchez intentará aguantar si no hay más golpes severos y sobre todo si los socios de investidura no le abandonan. Él no prevé cambios en el Gobierno y para Organización el PSOE le pide una mujer. No habrá decisiones, en principio, hasta el comité federal del 5

"El mensaje es resistir", comparte un jefe de un aparato autonómico, "yo diría que es mayoritaria la opinión de que no hay que convocar elecciones ahora porque sería dar la victoria a los que manejan los hilos del golpe". "Es una agonía ver qué dice la prensa mañana, y pasado. La gente está entre cansada y expectante. Me duele mi partido y mi presidente, porque le conozco y le tengo aprecio personal —confiesa un responsable que luchó desde aquellas difíciles primarias de 2017 a su lado—, y creo que es un tío de órdago. Lo que ocurre es que él está digiriendo todavía la decepción personal con Santos".

Ese componente, el de la traición, el engaño, no es menor, porque Sánchez es un líder que se rodea de un estrechísimo círculo de confianza. En él estaba Cerdán, y él le mintió hasta el último momento, según la versión oficial. El palo para el presidente, dicen todos, ha sido durísimo.

Una tabla de salvación podrían ser los Presupuestos de 2026. Si los lograra aprobar, una misión que hoy se percibe más titánica aún de lo que ya lo era, tendría algo más de margen. Aire para cumplir su propósito de arribar a 2027. Pero si no llegan, ese objetivo se haría, a ojos de muchos en el PSOE, imposible. Y los aliados exigen más explicaciones, más medidas, marcan distancias.

No se esperan giros bruscos en las próximas horas —"nada antes del comité federal, tranquilidad", insisten en la Moncloa—, aunque cada aseveración esté impregnada de una provisionalidad total. Sánchez liberó su agenda el jueves y viernes con el argumento de que tenía que preparar la cumbre de la OTAN del martes y miércoles próximo, aunque en realidad ha llenado también sus horas con conversaciones a varias bandas para seguir meditando los siguientes pasos. Pero la cita en La Haya no es menor. El Gobierno ya había advertido, antes del informe de la UCO, de que no aceptaría un gasto militar del 5% del PIB por "arbitrario", por "imposible". Pero la posición quedó reconfirmada este pasado jueves a través de una carta al secretario general de la Alianza, Mark Rutte: un no claro al 5% y la propuesta de que sea un marco flexible, de tal manera que haya países que puedan descolgarse. Sánchez estaba dispuesto a dar la batalla contra Trump, pero lo ocurrido le ha envalentonado porque no puede abrirse otro frente con los socios en un momento de máxima debilidad. Es más, esto "cohesiona al bloque de investidura", admiten en la Moncloa. Hay quienes incluso ven en el partido este plante como "un arranque de la campaña electoral" que podría estar por venir en un futuro quizá no tan lejano.

El jefe del Ejecutivo ya tenía previsto plantarse ante Rutte (y Trump) antes del estallido del 'caso Cerdán', pero su decisión, justo ahora, "cohesiona al bloque de investidura". Pretende mantener su pulso hasta el final

El desafío no es menor ni es anecdótico. Preocupa en la OTAN y ha obligado al presidente de EEUU a responder, a recalcar que la Alianza deberá "lidiar con España" para que se comprometa a un gasto del 5%. Sánchez no está dispuesto a ceder, cuentan en su equipo, porque no es asumible una inversión en defensa de más de 80.000 millones de euros anuales —para este 2025 será de 33.123 millones, el 2% comprometido en la cumbre de Gales de 2014—, que con seguridad obligaría a recortar gasto social, una línea roja para el Ejecutivo y más roja aún para sus socios de izquierdas. El Ejecutivo esgrime que las capacidades acordadas con la OTAN exigen a España un gasto del 2,1%, según las estimaciones de las Fuerzas Armadas. Muy lejos, por tanto, del 5% que quiere imponer Trump con la complicidad de Rutte.

Sánchez se refugiará, pues, en su agenda internacional en los próximos días, porque tras la cumbre de la OTAN llegará el Consejo Europeo (26 y 27 de junio), en Bruselas, y la Conferencia de la ONU sobre Financiación al Desarrollo (30 de junio al 3 de julio), en Sevilla. El sábado 5, ya sí, el decisivo comité federal del PSOE, y el miércoles 9, la comparecencia en el Congreso, en la que pretende mezclar las explicaciones (y las medidas) sobre la corrupción con la rendición de cuentas de sus citas en el exterior. Pero, en realidad, el Gobierno, el partido y él saben que todo basculará en torno al avance del caso Koldo / Ábalos / Cerdán, con la esperanza de que el "triángulo tóxico" no se amplíe. Si es así, el futuro de Sánchez y del PSOE estarán más aún en peligro.