Son dos vidas que han discurrido paralelas. Ambas se han desarrollado fundamentalmente en un tiempo en el que la política y la gestión de las instituciones empleaba modos y formas de hacer alejadas del férreo escrutinio actual. A los dos las puertas giratorias de la lealtad a su partido les han permitido abarcar una sucesión de cargos en ámbitos dispares. También el que puede ser el final de sus carreras políticas les ha vuelto a reencontrar. Eduardo Maiz y José Luis Sabas tienen en común su edad, rondan los 67 años, su simpatía política por el PNV y su larga trayectoria profesional de casi cinco lustros en la función pública, tanto en el Ayuntamiento de Bilbao como en la sanidad pública vasca y otros entes.

Mientras todo el país miraba hacia Murcia y su consejería de Sanidad, tras conocerse que sus máximos responsables se habían saltado los protocolos de vacunación para ‘colarse’ en la lista, en Osakidetza el foco no tardó en encenderse. Para entonces las informaciones internas procedentes del Hospital de Basurto y del Hospital de Santa Marina, ambos en Bilbao, había precipitado una investigación interna para verificar si era cierto que dos de los gerentes de hospitales en Euskadi, Maiz y Sabas, veteranos en los cargos de gestión en la sanidad vasca, se habían comportado del mismo modo que el titular de sanidad murciana. La investigación no requirió muchas indagaciones. Ayer por la mañana la consejera de Salud pedía a ambos gerentes que dimitieran. Uno accedió, el otro no, según afirmó la consejera Gotzone Sagardui quien aseguró que finalmente hubo que cesarlo.

La noticia irrumpía en la opinión pública vasca en uno de los peores momentos de la pandemia, con la capital vizcaína a puertas de ser confinada y su hostelería cerrada tras alcanzar la tasa de incidencia los 500 casos por cada 100.000 habitantes. Poco después, Maíz hacía llegar a través del correo interno de la organización una carta a los trabajadores del Hospital de Basurto –el segundo más importante de Vizcaya- para despedirse, sin desvelar la razón que poco después se haría pública, pero pidiendo perdón por adelantado por si se hubiera equivocado en algo durante su mandato como máximo responsable del centro hospitalario.

Ha sido el final de una larga trayectoria política. Con edad para jubilarse, Sabas y Maíz han escrito carreras profesionales que en muchos casos han discurrido de modo paralelo. Ambos comenzaron en el entorno sanitario cuando Euskadi despertaba tras la Transición y comenzaba a dar forma a sus instituciones. Entre ellas, Osakidetza, creada a mediados de los años 80. En 1985 José Luis Sabas, arquitecto de formación, ocupó su primera responsabilidad en el área que debía levantar la nueva infraestructura de la que tenía que dotarse la sanidad pública vasca. Llegó a ser nombrado director de infraestructuras e inversiones.

Hombres de confianza de Azkuna

En aquellos años Eduardo Maíz culminaba su formación como médico internista de la sanidad pública. No tardó en destacar y en gozar de la confianza de los responsables del Gobierno vasco. Entre 1990 y 2003 asumió la gerencia de dos de los hospitales más relevantes de Osakidetza, el Hospital de Basurto –del que años más tarde volvería a ser máximo responsable- y el Hospital de Donostia. Fueron responsabilidades que ejerció durante el periodo en el que la consejería de Sanidad vasca la lideró Iñaki Azkuna, entre 1991 y 1999.

Aquel carismático consejero que años más tarde llegaría a ser uno de los alcaldes más queridos de Bilbao, siempre confió en Sabas y Maiz. Lo hizo también cuando en 1999 dio el salto al Consistorio de la capital vizcaína, cargo que ocupó durante casi quince años. El primero en irse con Azkuna fue Sabas. Hombre socarrón, esculpido en la política de otro tiempo, amante del ordeno y mando y del contacto cercano con los ciudadanos, el alcalde contó con él a lo largo de las casi cuatro legislaturas que ejerció como primer edil. Le asignó las áreas de Cultura y Turismo durante los primeros cuatro años y la de Obras y Servicios entre 2004 y 2015.

La llegada de Maiz al Ayuntamiento fue posterior, a partir de la segunda legislatura. La primera responsabilidad que Azkuna asignó a este médico internista –con plaza en la sanidad pública desde 1979- fue dirigir la seguridad ciudadana en Bilbao. Hombre leal y templado, fue el encargado de la seguridad de la ciudad entre 2003 y 2011. En su última etapa como concejal ejerció como responsable del área de Acción Social entre 2011 y 2013 y del área de Urbanismo entre 2014 y 2015.

La muerte de Azkuna en marzo de 2014 abrió un periodo de interinidad con Ibon Areso como Alcalde. Tras las elecciones de 2015, el nuevo alcalde de Bilbao, también del PNV, Juan María Aburto, no contó con ellos. Pero para cuando él tomó posesión Maiz y Sabas ya tenían otro puesto público asignado. A Maiz sólo cuatro días después de que Aburto asumiera el Consistorio, la sanidad pública ya le había adjudicado la dirección de una Organización Sanitaria Integrada, la del Bajo Deba. Fue el único aspirante a la plaza en un proceso que apenas se resolvió en dos semanas. Dos años más tarde, en junio de 2017, fue designado gerente del Hospital de Basurto, cargo que ocupaba hasta ayer.

Retorno a la sanidad

Algo similar ocurrió con Sabas. Menos de una semana después de abandonar el ayuntamiento el Gobierno vasco le nombró director de la Red Ferroviaria Vasca, Euskal Trenbide Sarea (ETS). Sabas fue designado el 15 de junio de 2015 director de ETS. Ocupó el cargo apenas año y medio. A partir de ahí tuvo que retornar a la administración pública pero sin una responsabilidad específica sino en su condición de arquitecto. Acostumbrado a mandar, no tardó en mover hilos para que se le buscara algún cargo de mayor responsabilidad que la de mero funcionario.

La oportunidad que de nuevo el Ejecutivo vasco le encontró llegó sólo seis meses más tarde, a finales de agosto de 2017. Sabas regresaba a la sanidad pública, lo hacía como director gerente del Hospital de Santa Marina, un centro dedicado al cuidado de pacientes con patologías crónicas y especializado en cuidados paliativos.

Sus trayectorias volvían a encontrarse en la sanidad pública. A Maiz y Sabas la pandemia les esperaba para poner a prueba su capacidad de gestión en algunos de los episodios más complicados jamás enfrentados por la sanidad pública vasca. La situación fue especialmente compleja en el Hospital de Basurto, con la aparición de varios focos de coronavirus. Y ha sido el Covid quien ha estado detrás del final por la puerta de atrás a una larga trayectoria como gestores y responsables públicos. La dimisión y cese de sus cargos por haberse vacunado, saltándose el protocolo, ha puesto fin a casi cinco lustros de dedicación a la Administración pública vasca bajo gobiernos del PNV.