Como la anaconda, Santiago Abascal ha conseguido un objetivo muy importante para Vox en su evolución como partido político: asfixiar a su presa e incrementar la presión contra más se resiste ésta. Aplicado al terreno electoral, los pactos postelectoral alcanzados entre su formación y su rival más directo, el PP, no solo le garantizan partir en este nuevo ciclo con más poder territorial. También afianzar una situación de dependencia mutua que ya venía proyectando desde febrero Abascal en cada intervención. Igualmente desde la última moción de censura, donde pidió a Alberto Núñez Feijóo hacer "borrón y cuenta nueva", y "votar juntos hoy [la moción]" para "entendernos mañana".

Un mes después de las elecciones municipales y autonómicas, con unos 140 pactos de coalición en consistorios, dos gobiernos autonómicos establecidos [frente al de Castilla y León, quedan flecos sueltos por cerrar en la Comunidad Valenciana] y tres negociaciones más abiertas con una presidencias de las Cortes adjudicada para Vox [Baleares ya cerrado y con la competencia de las Cortes incluida], una de las conclusiones a las que se llega en el partido es que el PP tiene unas semanas muy complicadas por delante. Hasta el punto de afirmarse que este acercamiento, en el que se impone la realidad de dependencia por los resultados frente al relato que ha impulsado Génova, "rompe la idea del 'voto útil'.

La explicación que dan fuentes de Vox sobre este asunto es que a mayor número de pactos factibles materializados, menor sentido tendrá esa demanda para aglutinar el voto de la derecha. "Porque al final eso adelanta que, de necesitarse, habrá pacto nacional", determinan esas voces del partido ultraconservador. Identifican que, al vislumbrarse ese escenario de entendimiento, las personas que han votado a Vox y tienen dudas de apostar por Feijóo como garante de 'desalojo' de Pedro Sánchez de la Moncloa, pueden replanteárselo. En definitiva, el contrapeso de apoyos será irrelevante si un gobierno de la derecha pasa por un acuerdo firmado y sellado con un apretón de manos entre el gallego y el de amurrio. Y si suman los números y son "determinantes", ha adelantado este miércoles el propio Abascal, "parece razonable" que se transite hasta una coalición.

Frente a esta idea, que al final describe subjetivamente una posible tendencia electoral, públicamente Feijóo sigue insistiendo en un compromiso ya marcado en su presentación oficial como presidente del PP hace ya más de un año en Sevilla. También También en la XXVI Interparlamentaria popular, en la que pidió ayuda para volver a las mayorías de Aznar y Rajoy frente a la política de bloques. "Lo dije y lo digo. Quiero una mayoría suficiente para gobernar. Ese es mi objetivo", dijo el número 'uno' de Génova a mediados de junio desde Cantabria, la excepción de pactos que no pasa por Vox, sino por el PRC de Miguel Ángel Revilla. Ello, con el pacto ya sellado entre su barón valenciano y el candidato de Vox en la región para establecer el segundo gobierno de coalición a la derecha del tablero sumado al de Castilla y León.

De hecho, desde el PP se rechaza la idea supeditación única a Abascal pese al veloz acuerdo en Valencia o en la escala local. No se sienten presos, indican. Al margen de Extremadura, donde la imagen de los populares ha quedado debilitada por las contradicciones en el discurso [María Guardiola negaba un pacto de coalición y daba por zanjado el diálogo por "líneas rojas" como la violencia de género o los derechos LGTBI, y ahora se ha abierto a reabrir el diálogo por 'presiones' internas], Murcia se mantiene sólida a rechazar la integración de Vox. Y en Aragón, como ya ha ocurrido con Baleares, se espera que se de un pacto externo y solo programático, con cesiones como la presidencia de los respectivos parlamentos ya dadas. Aunque cabe destacar que Vox tocará poder en el consell de Mallorca con competencias de Medio Ambiente y Caza.

Abascal dice que si suman con el PP es razonable que se transite hasta una coalición tras las generales"

Como rebaja a esos pactos, a parte del acuerdo de investidura firmado con el PRC para lograr presidir Cantabria o el acuerdo de coalición con Coalición Canaria en las islas, se unen menciones a los apoyos al PSC en Barcelona o al PNV en diversos enclaves del País Vasco para evitar gobiernos independentistas o con presencia de EH Bildu. Y se hace inciso en que solo se ha pactado con Vox en cinco de 32 capitales de provincia [incluido Ceuta y Melilla], apostando así por gobiernos en solitario y minoría. A ellos se sumen, cabe recordar, 14o pactos locales con las siglas de Abascal.

El PP juega la carta de la "estabilidad"

En una nueva demanda más reciente a esa capacidad de gestión, pronunciada este domingo tras la victoria en las elecciones legislativas de Grecia de su homólogo Kyriakos Mitsotakis, de la conservadora Nueva Democracia. "Felicidades a mi buen amigo por su contundente victoria electoral. Grecia va a tener un Gobierno fuerte, con una mayoría amplia para poder implementar su programa sin ataduras, que repercutirá en la estabilidad de la Unión Europea", unas declaraciones dirigidas al líder griego con una clara lectura en clave nacional. Esa es: los gobiernos de coalición como el actual no dan estabilidad. Tampoco con Vox. Los rifirrafes cotidianos en Castilla y León no son precisamente un aliciente.

Mientras que las renuncias programáticas frente a las exigencias para la gobernabilidad a nivel local o regional no suponen grandes consecuencias generales, la factura en el ámbito nacional sería más costosa para el PP. Sobre todo, en lo referente a cuestiones como los derechos de la mujer, climáticas o de conquistas sociales como los derechos LGTBI que los populares abanderan en esta semana del Orgullo, entre otros. Y no solo en el ámbito interno, también el externo. De cara a Bruselas, otro pacto nacional más que incluya al populismo de la ultraderecha [como ya ocurre en Italia, Hungría, Polonia, Finlandia o Austria] será recibido de forma agridulce. Más cuando se intuye que de cara a la próxima legislatura el apoyo de los reformistas europeos del ECR será crucial.

Vox ve un refuerzo en los últimos meses

En las negociaciones entre PP y Vox, cuando se ha producido un pacto, sistemáticamente los de Abascal lo han anunciado y trasladado los puntos de acuerdo. Antes que los equipos populares. Eso demuestra quién ha marcado los tiempos y lo hace en este momento.

De cara a la convocatoria electoral, y frente al llamamiento de Feijóo a aglutinar el mayor voto posible bajo sus siglas, Vox afirma que su tracking interno le da mejores datos que hace dos meses. Entonces, se movía en torno a los 40 escaños. Pero donde fijan la mirada para reflejar el fortalecimiento es al nivel de afiliación. Frente a bajas semanales de unas 30 personas, lo compensan con cien entradas en el mismo plazo.

Un aliciente que los de Abascal recalcan en relación a la posible desactivación de ese 'voto útil' es que el cambio de criterio sobre los pactos y la apuesta por distintas fórmulas deja en cierta evidencia a los de Feijóo. "Nuestro votante no se siente confundido como en el PP, que tiene una base social con un importante porcentaje que ve favorable un pacto con Vox. Otro sector no tanto", argumentan apelando al discurso cambiante de los populares. "Vox ha mantenido el mismo desde el principio", añaden.