Las últimas semanas se parecen mucho a una montaña rusa emocional en la que se alternan a veces el optimismo con una mayor prudencia y hasta escepticismo. Pero ahora los socialistas creen tener la investidura de Pedro Sánchez al alcance de la mano. Cerca ya. Son conscientes de que no será fácil, pero están seguros de que lo conseguirán. La cúpula irradia una tranquilidad apabullante. Ahora bien, antes de continuar recorriendo el camino, sí exige a los independentistas gestos "públicos" de renuncia a sus "posiciones de máximos". Señales que asume que son costosas porque la "pugna", la pelea sin cuartel entre ERC y Junts, que les envenena y que preconiza la dureza de la lucha por la hegemonía del soberanismo en las próximas elecciones autonómicas, complica el escenario. Lo "dificulta", reconocen en Ferraz, aunque no tanto como para hacer descarrilar la reelección del presidente del Gobierno en funciones.

Este martes el PSOE daba un paso más hacia la investidura. Por partida doble. En el Congreso, el pleno, por 176 votos a favor, 169 en contra y dos abstenciones, tomó en consideración la proposición de reforma del reglamento, para permitir el uso de las lenguas cooficiales. Así, socialistas y Sumar recibieron el apoyo de sus socios habituales de la pasada legislatura (ERC, PNV, Bildu y BNG), más el de los siete diputados de Junts y el de la representante de Coalición Canaria, que saltó del bloque de la derecha al del Gobierno. La votación para la tramitación directa y en lectura única dibujó un resultado que Ferraz querría para la reelección de Sánchez: 179 a favor (CC incluida, por tanto) y 171 (PP, Vox y UPN) en contra.

Nogueras (JxCAT) habla de día "histórico", aplaude la "valentía" de Armengol y reconoce el "esfuerzo" de Albares por intentar que el catalán sea oficial en la UE

El jueves se aprobará la modificación y previsiblemente se repetirán los números. Era esta, pues, la segunda victoria parlamentaria de la coalición progresista, tras la sesión constitutiva del pasado 17 de agosto que aupó a la presidencia de la Mesa, por 178 votos, a la socialista balear Francina Armengol. El grupo de Carles Puigdemont confirmaba su aproximación al Ejecutivo en un tema que consideraban capital. La sesión discurrió, aunque algo bronca, con plena normalidad, sin problemas técnicos de ningún tipo y, al final, con el PP enredándose consigo mismo al utilizar el euskera su portavoz, Borja Sémper, cuando 24 horas antes había advertido de que su grupo no haría "el canelo" y no emplearía las lenguas cooficiales.

La portavoz de Junts, Míriam Nogueras, celebró que por primera vez en la historia del Congreso sus señorías pudieran expresarse en catalán, euskera o gallego —quien estrenó la nueva normativa, por cierto, fue el socialista gallego José Ramón Gómez Besteiro—, habló de día "histórico" e incluso aplaudió la "valentía" de Armengol. Pero es que ella misma, minutos antes de que arrancase el pleno, reconoció el "esfuerzo" del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, por intentar que el catalán goce de oficialidad en la Unión Europea. Palabras inusualmente amables por parte de una diputada que en la anterior legislatura no ahorró epítetos contra el Gobierno.

Y es que el segundo escenario del día estaba en Bruselas, en el Consejo de Asuntos Generales: los Veintisiete decidieron aplazar el debate hasta que esté más maduro y se cuente con más informes. Pero tras las reticencias de varios Estados miembros a tramitar la oficialidad de tres lenguas "a la vez", España ofreció priorizar el catalán, al ser el idioma con más hablantes que el euskera y el gallego. El gesto desairó al PNV, pero complació a Junts. De hecho, por la tarde, Puigdemont publicó un nuevo mensaje en X (antes Twitter) favorable al Ejecutivo: "Es cierto que nunca habíamos llegado tan lejos y nunca antes tantos países de la UE se habían mostrado favorables, y quiero agradecérselo" al Gobierno de Sánchez.

ERC, más distante

ERC respondió con una visible mayor frialdad. La portavoz del Govern, Patrícia Plaja, reprochó al Ejecutivo que no haya "cumplido" su compromiso y el catalán no sea oficial ya en la UE. Y, desde Madrid, desde el Congreso, Oriol Junqueras, presidente del partido, sí calificó de día "histórico" el primer pleno de la Cámara baja con las lenguas cooficiales ya en los discursos, pero añadió, como un pequeño aguijón, que la amnistía ya estaba en el pacto para la constitución de la Mesa, en agosto, como lo estaba el empleo del catalán, del gallego y del euskera. "En aquel acuerdo [de la Mesa] ya se especificaba que había que poner fin a toda forma de represión con todas las medidas legales necesarias", señaló el líder de los republicanos.

El Gobierno evita desmentir a Junqueras y subraya que el Ejecutivo "ha protegido la Constitución en todo el territorio durante cinco años" y que ha "resuelto" el conflicto catalán

Desde la Moncloa, la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, evitó desmentir a Junqueras y se aferró al argumentario que los socialistas llevan desplegando desde hace semanas: este es un Ejecutivo que "ha protegido la Constitución en todo el territorio durante cinco años" y "no hay más tranquilidad" que ese aval de los hechos. ¿Pero hacen falta más pasos, caminar hacia la amnistía para profundizar en la "convivencia" en Cataluña? Rodríguez sostuvo que el Ejecutivo heredó "la mayor crisis territorial que había sufrido España en toda su historia democrática" y la ha "resuelto", un hecho que "nadie cuestiona". Y lo ha logrado, presumió, por la vía del acuerdo, del diálogo y la política.

Al finalizar el pleno en el Congreso, fuentes socialistas del Gobierno negaron que en agosto se cerrara ya el compromiso con la amnistía. No obstante, los socialistas se mueven deliberadamente en la nebulosa, sin entrar en mayores concreciones por ahora. Porque lo que buscan es que los independentistas, y en concreto Junts, se apee de sus "posiciones de máximos". "Junts tiene que renunciar a ellas. Y al menos públicamente no lo han hecho. Ellos, los independentistas, saben cuál es la posición del PSOE y saben que tienen que avanzar en la posición que les hemos dicho", indican desde el núcleo de confianza de Sánchez, en el que prefieren no concretar cuáles son todas las líneas rojas que les han trasladado, precisamente por la relación de "confianza" que quieren tejer con los de Puigdemont. Una clara, no obstante, es la renuncia a la unilateralidad, paso que ERC ya sí ha dado de facto.

Los socialistas son conscientes de que Junts necesita "tiempo" para "virar un transatlántico". Quieren la investidura en octubre, pero no aventuran cuándo será

Ferraz lleva una semana recalcando que ERC y, sobre todo Junts, continúa en "posiciones de máximos", y pública y privadamente ha insistido en que si no da marcha atrás, entonces "habrá elecciones". Pero en la cúpula hay plena confianza en que los posconvergentes acabarán echando el freno, aunque necesitarán "tiempo". Primero, ha de pasar el sexto aniversario del referéndum ilegal del 1-O. Los socialistas son conscientes de que Junts tiene que recorrer un largo camino en poco tiempo, "virar un transatlántico" en apenas un mes, porque Sánchez quiere ir a la investidura "cuanto antes". Desearía que fuera en octubre, pero todo dependerá del ritmo de las conversaciones y del "tiempo" que pida Junts para hacer su propia digestión interna.

Porque hay otro elemento que se cruza y que también es decisivo: la "pugna" entre las dos formaciones soberanistas "dificulta de facto el acuerdo". "ERC y JxCAT están viendo quién capitaliza cada avance —explican desde el puente de mando socialista—. En el fondo, la gobernabilidad en España les importa relativamente, a ellos les importa quién tiene la hegemonía en Cataluña. El president [Pere] Aragonès tiene que poner en valor el trabajo de ERC estos cinco años y el empeño de Junts es demostrar que ERC no ha conseguido nada. Esa es la pugna. Están todo el día mirándose de perfil y esto es muy incómodo para todos. Para ellos y para nosotros".

"Nadie quiere elecciones"

Pero que la guerra de republicanos y posconvergentes enrede la situación no quiere decir en ningún caso, precisan en la cúpula socialista, que pueda hacer descarrilar la investidura de Sánchez. Es más, los negociadores del PSOE están convencidos de que finalmente habrá acuerdo. Su "intuición política" es que Junts va a "aprovechar la oportunidad" que tiene de sacar jugo de sus siete diputados, imprescindibles para dar estabilidad al Ejecutivo. "Tienen una posición que les permite visibilidad. No quieren elecciones. Nadie quiere elecciones".

El plan a, b y c de Sánchez es lograr la investidura, insiste, y se muestra razonablemente optimista. Subraya que hablará claro y evitará dar pábulo a especulaciones

La misma convicción trasladó, desde Nueva York, el propio Sánchez. No contempla una repetición de los comicios, les dijo a los periodistas en una conversación informal con ellos en el marco del arranque del nuevo periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU. El presidente en funciones subrayó que es razonablemente optimista para lograr un acuerdo que le permita ser investido, informa EFE. Ese es su plan a, b y c, enfatizó: que haya un nuevo Ejecutivo progresista, porque cree que los números le dan. En ese sentido, no dio mayor importancia a la rivalidad entre ERC y Junts: las dinámicas entre ambos, les aseguró, son las que son, pero no le impedirá conquistar la Moncloa de nuevo.

De nuevo, se escudó en que es todavía el tiempo de Alberto Núñez Feijóo, y no será hasta que pase cuando hable de posibles negociaciones y de exigencias como la amnistía. Sánchez prometió que en todo el proceso de investidura, y una vez que reciba el encargo del Rey, hablará de manera clara, y lo hará en público, para evitar dar pábulo a ningún tipo de especulación. Se le entenderá perfectamente y en todo momento se garantizará el respeto al marco constitucional, insistió.

¿Demandará por tanto la renuncia a la unilateralidad? El presidente no quiso concretar, pero apuntó tácitamente a esa condición al explicar que los catalanes apostaron masivamente por el PSC en las elecciones del 23-J y que las encuestas evidencian que menos de un 10% apuesta por la vía unilateral, por lo que defiende que él debe hablar para el 90% restante, porque esa es la responsabilidad de las fuerzas políticas, informa EFE. Él mismo confirmó que no quiere apurar los plazos para su investidura, pero rehusó adelantar cuándo será su propio debate.

El presidente indica que las críticas de los históricos no hacen mella ni en el electorado progresista ni en la militancia, y esgrime que hace lo mismo que González y Zapatero: transformar el partido y hacer avanzar el país

Estos últimos días, el nivel de crítica interna sí se ha reducido, aunque este miércoles el expresidente Felipe González arropará a su ex mano derecha, Alfonso Guerra, en la presentación de su nuevo libro en Madrid, acto al que por cierto intentará acudir el presidente de Castilla-La Mancha, el barón más crítico de Ferraz. Sánchez, en Nueva York, ratificó que esas críticas de los históricos no hacen mella ni en el electorado progresista ni en la militancia. Y aunque discrepe de algunas opiniones de González, siempre tendrá su respeto, dijo. El presidente esgrimió que él a fin de cuentas está haciendo lo mismo que González primero y que José Luis Rodríguez Zapatero después: transformar el partido y hacer avanzar el país. Las bases del PSOE, manifestó con confianza, apoyarán masivamente su apuesta.

Es evidente también que en la cúpula del partido y del Gobierno persiste un cierto malestar con el "protagonismo" que quiere buscar Yolanda Díaz. En su equipo reprochan a la vicepresidenta que busque el foco, que intente "capitalizar" una parte de la negociación, que enrede. Los socios parlamentarios también se dicen molestos con el afán de la titular de Trabajo. Pero el presidente en funciones aseguró en Nueva York que está coordinado con ella para lograr el objetivo de un Ejecutivo progresista, aunque no quiso hablar de la foto de la vicepresidenta con Puigdemont en Bruselas el pasado 4 de septiembre. Con quien se explayó más fue con Feijóo: lo presentó como un líder sin autonomía, actuando al dictado de José María Aznar y atrapado en una red de alianzas con Vox que no supo frenar en las comunidades autónomas, informa EFE. El acto-mitin-protesta de este domingo convocado por el PP es, para Sánchez, un disparate y una muestra más de esa falta de autonomía del dirigente gallego.

En el PNV reconocen que Junts emite señales de que quiere jugar en el nuevo escenario político, pero no descartan por completo las elecciones

En partidos socios de los socialistas como el PNV no son tan optimistas como Sánchez. Aunque reconocen que Junts está lanzando señales de que quiere jugar en el nuevo escenario político, trenzando acuerdos como el de la Mesa o el de las lenguas, puede que todo se tuerza al final, así que la opción de nuevas elecciones no es descartable. Cuentan en el equipo jeltzale en Madrid que, en efecto, la tensión entre ERC y Junts entorpece el diálogo, y puede que los puigdemontistas "no sepan jugar la pelota" esta vez. Distinguen su pugna interna a la que ellos mismos sostienen con EH Bildu, porque en el caso vasco ambas fuerzas miran hacia el futuro, con perspectiva, y su prioridad es evitar un Ejecutivo PP-Vox, por lo que, aun con condiciones, tienen claro que investirán a Sánchez. El escenario, creen en la formación nacionalista, se irá despejando en la primera quincena de octubre, cuando pase el 1-O. Y tienen claro que, si el líder del PSOE finalmente consigue la investidura, la legislatura será más inestable y más difícil que la pasada, porque todas las votaciones pasan por Junts, sin posibilidades de otras combinaciones. Pero eso ya es harina de otro costal y el botón nuclear del anticipo electoral lo tendrá de nuevo, entonces sí, Sánchez.