Lo decía uno de los nuevos ministros el martes en su toma de posesión. Hay que "bajar el diapasón", observaba. Intentar que el clima político, muy tenso ya por la ley de amnistía, no se caliente y se desborde más. No contribuir a la "crispación".

En definitiva, moderación. La receta que prescribió el presidente del Gobierno a su nuevo equipo en la primera reunión del Consejo de Ministros. Les entregó uno a uno la misma carta, les demandó actuar con "unidad" —es decir, evitando la cacofonía de la legislatura anterior, en la que los choques entre el PSOE y Unidas Podemos eran constantes y públicos— y responder con "trabajo" a la línea de combate durísima que espera del PP. Una moderación que también reclamó a los conservadores la nueva portavoz, Pilar Alegría: el partido de Alberto Núñez Feijóo debe decidir qué "carta de presentación" prefiere, si liderar una "oposición constructiva" o bien cae "en el insulto o la confrontación". Lo que subyace es el deseo del Ejecutivo de templar los ánimos, al menos desde su posición institucional y una vez lograda la investidura y la constitución del nuevo Gobierno, aunque desde el PSOE se devuelvan los golpes con firmeza al PP.

No nos van a encontrar en la polarización", subrayan en la Moncloa. Y contrastan el arranque de la elaboración de los Presupuestos con una oposición que se dedica a "hiperventilar"

"No nos van a encontrar en la polarización", apuntaban con rotundidad fuentes del Ejecutivo este miércoles, tras la primera reunión del Consejo de Ministros. El propósito del Gobierno es, de hecho, dedicarse a explicar y vender gestión, justo lo que no ha podido hacer en estos meses de interinidad en los que se negociaba la investidura de Sánchez y en los que los socialistas estaban obligados a la absoluta discreción para que las conversaciones no descarrilaran. Tiempo y espacio que el PP ocupó para dirigir toda su artillería contra el presidente. Ahora, el jefe del Ejecutivo quiere recuperar el control de la agenda política y llenarlo con gestión. Por eso desde la Moncloa apuntaban como una señal clara la primera medida adoptada por el Gabinete: la orden ministerial que pone en marcha la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado de 2024. La contraposición, decían, entre lo que ya está haciendo el Gobierno frente a los que "hiperventilan". No por casualidad, la Moncloa estrenaba este miércoles eslogan: España gobierna.

"Los años pasan y aquí no se ha roto España, como dice el PP. Aquí lo que hay que hacer es trabajar. La tranquilidad, el sosiego, la serenidad... es obligación del Gobierno y también de la oposición. El PP se tiene que ir acostumbrando a que este Ejecutivo apruebe cosas, y haya cosas que le gusten y cosas que no", como sucederá con la amnistía, indicaban fuentes gubernamentales. Es decir, que los populares tendrán que encontrar su sitio y acomodarse en la oposición, porque ya no hay riesgo de nuevas elecciones generales. Así que "cuantos menos decibelios, mejor", apostillaban. La víspera, y tras su toma de posesión como nuevo ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, reconocido por su verbo guerrillero, ya advertía de que llegaba al departamento a "gestionar, no a ser un gallo de pelea".

Cuantos menos decibelios, mejor", prescriben en el círculo del presidente

En la carta que cada miembro del Gabinete tenía en su sitio este miércoles en la mesa del Consejo de Ministros, el presidente les pedía eso mismo, contención. "No somos ajenos al clima político actual. Un clima exacerbado por aquellos que no sólo niegan la legitimidad de origen a este Ejecutivo, sino que buscan cuestionar su legitimidad de ejercicio. A la crispación, responderemos con trabajo. Al ruido interesado, con diálogo y mano tendida. A la descalificación y el insulto, con una apelación sincera a la concordia y la convivencia que anhela la mayoría de la sociedad", les escribió.

El "tic patológico" que encuentra en Sánchez

La propia Alegría adoptó un papel más comedido cuando le preguntaron los periodistas por la actitud del PP. Por el "tic patológico" que Feijóo detecta en Sánchez, por ejemplo. La portavoz señaló que el jefe de los populares recurre al "insulto" ante su falta de argumentos, pero considera que ni la mayoría de los españoles, y ni tan siquiera los votantes que apoyaron al PP se sienten reconocidos en esas palabras. Los ciudadanos, dijo, esperan de los responsables políticos "mesura, tranquilidad, serenidad", y no que caigan en descalificaciones.

El líder del Gobierno reclama "unidad" a sus ministros, justo tras el portazo de las ministras Belarra y Montero y tras una legislatura turbulenta con Podemos

Y si la carta de presentación del Gobierno, apuntó, es su trabajo "para solucionar los problemas del país", desde la "serenidad", pero también desde la "determinación" y el "convencimiento" de que ha de aplicar una "política útil", la del PP ha de ser ejercer "una oposición constructiva", porque es la que "merecen los ciudadanos", y no una "basada en el insulto y la confrontación".

El aviso también se extendía a la tramitación de los propios Presupuestos. Porque así como el Gobierno tiene claro que sus socios no pondrán problemas, tiene una dificultad objetiva en el Senado, que controla el PP con mayoría absoluta. Tiene la facultad de devolverle al Ejecutivo la senda de estabilidad presupuestaria, y en ese caso el texto no retorna al Congreso, por lo que Hacienda se puede encontrar con que no obtiene el visto bueno previo a la tramitación de los propios Presupuestos. Alegría no aclaró cómo sorteará el Ejecutivo ese escollo, pero sí hizo una apelación a los populares. Si ellos "quieren poner palos en las ruedas, serán ellos quienes lo tengan que explicar" a los ciudadanos. Pero ese no será un argumento que, en principio, pueda ablandar a la oposición.

En la Moncloa se congratulaban del resultado de la primera comparecencia del nuevo Ejecutivo. "Estilos distintos" los de Alegría y los de su predecesora, Isabel Rodríguez, actual titular de Vivienda y Agenda Urbana, para "objetivos diferentes" en la nueva legislatura. Lo que no concretan en el círculo del presidente es cómo se aterrizará la "contención", cómo se logrará "bajar el diapasón". "Calma", respondían, "los ritmos los marca el presidente".

Sánchez reclamó a sus 22 ministros "unidad". No lo hizo en balde, porque en el anterior Gabinete la división era patente. Sobre todo por la alta tensión entre la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y las responsables de Podemos, Irene Montero (Igualdad) y Ione Belarra (Derechos Sociales y Agenda 2030). Ambas dejaron su cartera el martes con un sonoro portazo, acusando al presidente de haberlas "echado" del Ejecutivo, cuando en realidad quien decidió su salida fue Díaz. Alegría relató que el ambiente en la primera reunión del Consejo de Ministros fue "magnífico".

Sin alusión a Montero y Belarra

Lo corroboraron miembros del Gabinete: el clima fue "muy bueno". El presidente les resumió el contenido de su carta y después intervinieron los nuevos ministros y también aquellos que llevaban asuntos al Consejo. Alegría respetó la directriz de no dar protagonismo a Belarra y Montero. Aunque se le preguntó expresamente por ambas, la portavoz agradeció el "magnífico trabajo" desempeñado por los ministros salientes —no las citó por su nombre— y recalcó las "muchas ganas" e "ilusión" de los responsables de las 22 carteras, con Sánchez al frente. Su misión, añadió, es "aportar soluciones, atender a todos los españoles". O, como dice el escrito del propio presidente, "mejorar la vida de los españoles".

Sánchez encomienda a su Gabinete que se centre en "mejorar la vida de los españoles". "Lo que se acuerda se cumple", recuerda a su vez Pilar Alegría

O dicho de otro modo, "dar a nuestros ciudadanos y ciudadanas un horizonte de seguridades y certezas, con más y mejor empleo, más y mejores servicios públicos, más viviendas asequibles, más sostenibilidad, más igualdad, así como más cohesión territorial, más convivencia y más Europa".

El Gobierno intenta, pues, recuperar el control de la agenda y llenarlo el espacio de gestión. Pero no será fácil, con el marcaje de la oposición y también la presión que ejerzan los socios. Especialmente Junts. Alegría no quiso entrar en las mesas pactadas con ERC o los posconvergentes, porque son entre partidos, aunque sí dejó una frase lapidaria: "Lo que se acuerda, de manera clara, pública y transparente, se cumple".

El Ejecutivo quiere bajar el balón al suelo. La duda es si lo conseguirá, si logrará caminar en pistas de circo tan distintas y sin caerse.