El acto de este sábado en el Palacio de la Prensa de Madrid será "importante", así lo indican desde la dirección nacional de Podemos. El partido, tras su desgaste institucional y "expulsión" del Gobierno de coalición con los socialistas y superado, en apariencia, por una propuesta más moderada, amable y verde, busca recuperar las proclamas del pasado, de los mejores momentos de la formación, en la que su papel era determinante para la gobernabilidad de la izquierda. La hoja de ruta planteada por los morados es clara: ven un margen de oportunidad para desplegar una opción política que no solo sea crítica con los contrarios a su espacio, PP y Vox. Se aboga por serlo con PSOE y Sumar para desplegar una agenda social máxima; por la transformación.

La actitud de los morados, no obstante, no preocupa a su exsocios magentas. Los de Yolanda Díaz creen que el impulso que ahora les hace imponer un discurso fuerte sin razonamiento, acabará rebajándose a un tono similar al de la coalición. "A veces da la sensación de que quieren ser más de izquierdas que nadie, lo que desentona en ciertas cuestiones", han llegado a deducir en las filas de Sumar. Lo cierto es que la dureza quiere impregnar el planteamiento de Podemos como en 2014. La vuelta a los orígenes se evidencia con una apuesta clara a volver a poner las bases sobre un proyecto ahora herido desde el escenario de las europeas; el mismo escenario que diez años atrás catapultó a la arena política a un grupo de profesores universitarios.

Lejos quedan ya esos tiempos. También sus principales voces, con Íñigo Errejón o Carolina Bescansa como principales bajas del partido en los años siguientes. Precisamente, la contienda con Sumar existente parece acercarse más a un retorno a la confrontación de dos corrientes enemistadas. La errejonista y la pablista, quien salió victoriosa de Vistalegre II. Esa propuesta socialdemócrata y transversal la ejerce ahora Díaz con el ex segundo de Iglesias. Los más vinculados a Iglesias, en cambio, actúan de resistencia desde la formación, aunque es el propio exsecretario general quien marca el paso desde Canal Red y su Diario Red.

La influencia de Iglesias ha sido constante en el rumbo del partido estos últimos dos años"

La influencia de Iglesias en estos años de transición de la secretaría general a Ione Belarra, durante su presencia en Moncloa, ha sido patente. Mucho más que la que pueden ejercer otros presidentes como José María Aznar en las filas del PP. Iglesias ha llegado a marcar el camino, y en el caso de las europeas y el cese de alianzas con Sumar, no ha dejado de ser el caso. Él mismo lo adelantaba con un editorial en sus medios. No habría más colaboración y se ejercerá autonomía, dijo, semanas antes de que su propio boletín 'adelantara' la fractura del grupo parlamentario con Sumar. Ahora, en recientes intervenciones, y mientras en Podemos aludían a la importancia de las europeas, Iglesias, dando por hecho la participación en solitario, determinaba que llegado el momento muchos comprobarán que "han hecho a Podemos más invulnerable".

La duda es si la promoción de Podemos se limitará solo a Montero, o si el propio Iglesias, como auguran algunas voces relacionadas con la formación, dará de nuevo el salto a la oficialidad y a las órdenes de Belarra. Su figura, en todo caso, quedará en la recámara.

¿Por qué son importantes las europeas?

Hay tres principales ejes que hacen importante estas elecciones a la Eurocámara. El primero es que Montero recupere un foco político desde el que dar su mensaje, aunque se trate de uno alejado como el Parlamento Europeo. La arena no tiene por qué ser permanente, sino transicional, como lo fue el de Iglesias y Errejón durante unos meses hasta las generales de 2015. Expulsada del Gobierno y el Ministerio de Igualdad, no hay mejor voz que la de Montero para ser críticos con los socialistas y Sumar. El segundo responde a la necesidad de contar con cifras frente a un relato: Podemos quiere que un escrutinio demuestre que a día de hoy siguen siendo el principal referente de la izquierda alternativa por delante de Díaz y sus socios. Con los votos en la mano, la oposición a Díaz y futuras negociaciones, de haberlas, podrán ser más exigentes. Internamente se denuncia que la elaboración de las listas de las generales, con cinco cargos electos, no refleja la relevancia de los morados.

La financiación es la tercera razón. Sin prácticamente ingresos territoriales, las partidas que se facilitan los cinco diputados del Grupo Mixto para gastos de actividad y dietas, así como la donación del 15% de sus salarios, deja a Podemos una vía de económica estable de unos 52.000 euros en sueldos y 27.500 en complementos. 350.000 euros en total. A ella se unen unos 1,6 millones que el Ministerio de Interior debería abonar por representación y votos obtenidos, así como gastos de la campaña electora. El 23% de los seis millones que debe percibir Sumar por esos mismos conceptos y que internamente están planteando disputar tras la salida de los morados. En Europa, hasta junio y por la incorporación de dos nuevas eurodiputadas al correr la lista por Sira Rego y Ernest Urtasun, Podemos percibirá en seis meses 170.480 euros por cada una. 512.000 aproximadamente por sus tres diputadas. De conseguirse al menos un escaño el año que viene, Podemos se asegura disponer al año de 340.960 euros sumados a los beneficios del Congreso.

Desgaste institucional

Podemos parte territorialmente desde cero. Los ingresos autonómicos son casi nulos. La representación es incluso menor a la de 2015. La formación se encontraba en ascenso, y todo era sumar. El balance fue de 42 diputados en el Congreso y 119 parlamentarios regionales ese año. La repetición de las generales le permitió ascender a 71 diputados en junio de 2016 tras su coalición con IU y otros grupos menores.

Podemos ha pasado de ostentar más de 119 escaños autonómicos de 2015 a 2019, a sobrepasar ligeramente los 40 y a bajar a 17 en 2023"

El desgaste empezó a achacarse en el ciclo electoral de 2019. Las dos generales dejó a Podemos, manteniendo la alianza, primero con 42 en abril y después con 35 escaños en noviembre. Ese descenso, en beneficio del PSOE, se reflejó en las comunidades. De esos 119, se descendió en abril a 37 representantes regionales. A ambas cifras hay que sumar los procesos electorales de Galicia y País Vasco en 2016 y 2020, donde se presentaron las candidaturas En Marea y Elkarrekin-Podemos. Catorce y once escaños respectivamente lograron las coaliciones con IU en ambas y otros partidos como Anova en Galicia. La vasca se mantuvo en la convocatoria de 2020, donde se descendió a seis cargos, cuatro de Podemos. La gallega se fracturó y Podemos, en solitario, salió del Parlamento.

Hubo dos adelantos añadidos en 2022 en Castilla y León y Andalucía. Se mantuvo el único escaño que quedaba en la primera región; se pasó de once de diecisiete dentro de Adelante Andalucía a tres de cinco dentro de la coalición Por Andalucía.

Ya en el ciclo de este año, con las municipales y autonómicas dejó a Podemos prácticamente sin oxígeno. A la dificultad de determinar la cifra exacta de representantes locales [en torno a 200-300 concejales de los 800 anteriores], por las múltiples marcas existentes junto a IU o grupos municipales, se unió la abrupta salida de enclaves parlamentarios esenciales como el madrileño o el valenciano que se suman al gallego. Hoy, Podemos cuenta con diecisiete cargos regionales y cinco nacionales: 22 en total.

La resistencia de Podemos

El choque con Sumar ha provocado un goteo de personas. Decisiones de salida de la formación que también se justifican, de acuerdo a los escritos trasladados para hacer los anuncios, a la bunkerización de los perfiles fuertes del partido. Especialmente en la toma de decisiones cruciales como la ruptura del Grupo Plurinacional en el Congreso y la marcha al Mixto. Es el caso de Roberto Sotomayor, excandidato al Ayuntamiento de Madrid; Carolina Alonso, su segunda en las listas y exportavoz en la Asamblea, o Jesús Santos, el excoordinador. En las últimas horas, se ha conocido la salida de Gloria Alonso, la número 'dos' de Podemos Galicia.

Revuelo ha causado que Podemos abra un expediente de expulsión a cinco militantes por exigir que se haga una Asamblea Ciudadana para designar un nuevo liderazgo que concluya el periodo de gestora. Por el momento, hay cinco comunidades en esa situación. A la asturiana se suman los aparatos madrileño, con la reciente disidencia de Santos; el valenciano, el aragonés y el balear. Internamente se aboga por el relevo, pero no se establecen fechas para ello.

De los cuadros que integran la dirección nacional [22 personas], solo siete ocupan cargos institucionales. La secretaria general, Belarra, es la líder del partido en el Grupo Mixto del Congreso de los Diputados. Junto a ella, están tres de los otros cuatro diputados de la marca: Javier Sánchez Serna como portavoz político en la Cámara, que es también el coordinador murciano; Lilith Verstrynge, secretaria de Organización, y Noemí Santana, secretaria general canaria. Martina Velarde, responsable andaluza, no tiene cargo en la dirección.

Del núcleo duro de Belarra no tienen representación ni Montero ni Ángela Rodríguez 'Pam'. La primera apunta a ser definida como candidata a las europeas, mientras que la segunda podría encabezar la candidatura gallega para hacer frente a Sumar. Idoia Villanueva, secretaria de Internacional y ex número uno de las listas de Sumar en Navarra [sin representación] sí ejerce de eurodiputada en el grupo The Left. En añadido a ella, son Irene de Miguel, coordinadora y diputada en Extremadura, y su homólogo en Castilla y León, Pablo Fernández, también portavoz nacional, quienes cierran la breve lista de cargos de máximo nivel.

Carecen de puestos nombres como Pablo Echenique, Juan Manuel del Olmo, Rafael Mayoral, Pilar Garrido [coordinadora en Euskadi], María Teresa Pérez, Antón Gómez-Reino y María Teresa Arévalo. Todos exdiputados. Tampoco el asturiano Alejandro Zapico o los exparlamentarios madrileños Serigne Mbayé e Isa Serra, también portavoz nacional. Apunta a relevar a Jesús Santos como coordinadora de Podemos Madrid.

En el ámbito de los coordinadores territoriales, solo Begoña Alfaro, de Navarra tiene representación institucional. Es vicepresidenta tercera en el Gobierno de la socialista María Chivite. El resto de cargos, al margen de ella, Fernández y De Miguel, son capas inferiores de los aparatos autonómicos. No se puede contar el escaño de la asturiana Covadonga Tomé, perdido con su salto al Mixto tras experimentarse tensiones con Madrid.

Este ciclo electoral que se abrirá el próximo año pone en peligro solo los cuatro miembros del Parlamento vasco. Sobre todo, por la incertidumbre de si habrá listas conjuntas con IU y Sumar que permitan aguantar en el espacio. De seguirse el camino gallego, la obtención de representantes en solitario será más complicada. En el caso de Galicia, la mínima representación sería un éxito frente a una izquierda dividida entre PSdeG, BNG, Sumar [a la espera de que IU y Anova elijan alianzas] y Podemos.