Boris Johnson está cerca de encontrar la puerta de salida de la Unión Europea. Este martes las negociaciones sobre el Brexit entre el Reino Unido y los Veintisiete han estado marcadas por un optimismo prudente. El primer ministro británico habría cedido ante la UE en su demanda de establecer una frontera en el Mar de Irlanda, segúnThe Guardian. También la agencia Bloomberg apuntaba este martes que habría un punto de inflexión al final del día, según dos funcionarios comunitarios.

La libra ha experimentado su mayor subida en cinco meses, de un 1,5%, hasta 1,28 dólares, al conocerse estas previsiones tan halagüeñas.

Esa misma exigencia de la UE fue rechazada por su antecesora, Theresa May, quien aseguró que ningún primer ministro aceptaría algo similar. Sea cual sea el principio de acuerdo que se alcance, si se alcanza, ha de ser ratificado por el Parlamento británico. Cuenta con una frágil mayoría de un solo voto y habrá que ver cómo asumen las concesiones tanto en su partido, como la oposición laborista, y los unionistas norirlandeses. Parte de los laboristas tendrían que apoyarle para que el acuerdo pudiera salir adelante.

Los unionistas, una piedra en el camino

Si Boris Johnson quiere contar sí o sí con los unionistas, que representa el 36% del voto en Irlanda del Norte, la posibilidad de que haya un desbloqueo se aleja. Los unionistas han rechazado hasta ahora establecer la frontera en el Mar de Irlanda.

Según el investigador del Real Instituto Elcano, Enrique Feás, "hay una regla heurística para saber si el acuerdo es susceptible de ser aceptado en la UE: si a los unionistas les parece bien, no es aceptable".

Este martes se ha mostrado esperanzado el negociador para el Brexit, Michel Barnier, quien ha dado a Boris Johnson de plazo hasta la medianoche de este martes para que acepte la frontera en el Mar de Irlanda o bien se arriesgue a acudir a los Comunes sin nada que ofrecer.

En Madrid, el embajador del Reino Unido en España, Hugh Elliott, también se ha mostrado positivo sobre la evolución de las negociaciones entre los diplomáticos británicos y los comunitarios. Su mantra, que repite convencido, es: "Estamos trabajando para conseguir una salida consensuada". Ha asegurado este martes que ve factible el acuerdo y también cree posible que el Parlamento británico lo apruebe.

En caso de que haya fumata blanca en las próximas horas, se publicaría un borrador el miércoles. Después del encuentro con Barnier, el viceprimer ministro belga, Didier Reynders, ha reconocido que parece viable un acuerdo pero todavía quedan líneas rojas que salvar.

El primer ministro británico ha mantenido en los últimos días conversaciones telefónicas con distintos líderes europeos, entre ellos con el jefe del gobierno español en funciones, Pedro Sánchez.

Este martes Boris Johnson ha hablado con el presidente francés, Emmanuel Macron, quien ha reconocido que hay un ambiente propicio al consenso. Sería posible entonces que se precisara una prórroga técnica para afinar los últimos detalles.

"Momento político" en el Consejo Europeo

"El Consejo Europeo (del 17 y 18 de octubre) es el momento político de contar la historia, no de conversaciones técnicas. No podemos hacer las cosas precipitadamente", señalaba una fuente francesa al diario británico The Guardian.

La cuestión crucial que queda por resolver se refiere a cómo evitar la frontera interirlandesa. Ni la Unión Europea ni el Reino Unido quieren una frontera, pero si el Reino Unido deja la UE sin acuerdo, los Veintisiete necesitan establecer una frontera para asegurarse que los bienes que circulan por su territorio se atendrán a las mismas normas sanitarias, pagan los mismos aranceles y tienen el mismo régimen de IVA.

La cuestión de la frontera es política pero solo puede resolverse de forma técnica", señala Feás

"La cuestión de la frontera es política pero solo puede resolverse de forma técnica", señala Enrique Feás, investigador del Real Instituto Elcano. Los Acuerdos de Viernes Santo, que sirvieron de base para edificar la paz en Irlanda del Norte, fijan que no haya frontera entre las dos Irlandas.

Boris Johnson ya ha aceptado que los productos agrícolas y los industriales se atengan a las normas del mercado único, si bien faltaría por establecer qué aranceles se aplicarían y el régimen del IVA. La última propuesta británica también aboga por que la Asamblea Parlamentaria dé su luz verde sobre el acuerdo y que renueve su dictamen cada cuatro años. De esta manera, la salvaguarda sería temporal, lo que contradice el sentido de una salvaguarda.

En todo caso, nada está cerrado hasta que todo está cerrado, como bien saben los experimentados negociadores británicos y comunitarios. La fecha límite para que Boris Johnson pueda presentar un acuerdo de salida ante los Comunes es el 19 de octubre, después del Consejo Europeo.

Si no hubiera consenso, el Parlamento británico ha aprobado la llamada ley Benn, que insta al primer ministro a solicitar una prórroga, y así se evitaría una salida sin acuerdo. Boris Johnson asegura que su gobierno acatará la ley y que habrá salida el 31 de octubre.

Si hubiera salida sin acuerdo, sería con previo choque institucional en el Reino Unido. A ese choque de trenes, habría que sumar que Escocia pediría la celebración de un referéndum de independencia, como ha anunciado la ministra principal, Nicola Sturgeon.

Escocia votó a favor de permanecer en la UE, y en el referéndum sobre la independencia perdieron los independentistas por el mensaje pro europeísta que abanderó con gran astucia el ex primer ministro laborista, Gordon Brown. Un riesgo mayor sería que ese Reino Unido fuera de la UE sin acuerdo fuera un Reino Desunido, es decir, prácticamente Inglaterra.

En caso de un Brexit sin acuerdo, el sector turístico en España se resentiría especialmente. Unos 18 millones de británicos visitan cada año nuestro país. Según los cálculos de Exceltur, el lobby que agrupa a una treintena de empresas del sector, el agujero podría ser de más de 1.400 millones de euros en la actividad turística, especialmente por el efecto de una fuerte depreciación de la libra (de en torno a un 10% adicional a la caída que lleva acumulada la divisa británica frente al euro).

Sobre Gibraltar el interés común es asegurar un movimiento fluido a través de la frontera. Son muchos los trabajadores que dependen de la fluidez de ese paso", afirma el embajador británico en España

Gibraltar también sería un punto caliente. De ahí que el embajador británico, Hugh Elliott, haya remarcado este martes en Madrid que "el interés común es asegurar un movimiento fluido a través de la frontera. Son muchos los trabajadores que dependen de la fluidez de ese paso. Esperamos que esta contingencia nunca se tenga que aplicar».

Boris Johnson se juega mucho esta semana. Los efectos de una salida abrupta se notarían en el Reino Unido y en los Veintisiete, pero el efecto en su país sería mucho mayor. Según ha expuesto en una mesa redonda en el Colegio de Notarios de Madrid el economista Alvaro Anchuelo, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Alcalá de Henares, si en países como España el efecto sería de un 0,2 0 0,3% del PIB, en el Reino Unido sería de un 2 o un 3%.

Estamos en la cuenta atrás para ver si ese Brexit consensuado puede hacerse realidad, aunque no se lo crean.