Habría que declarar zona catastrófica no sólo Madrid, que es ahora como un invernadero rococó roto a pedradas, sino toda España. Si Sánchez se resiste y María Jesús Montero se enfada sobre su propio enfado perenne, como esas señoras que se cierran la rebeca ya cerrada, no es porque a Madrid le falte para llegar a la catástrofe, sino porque el Gobierno no tiene para tantas. A Madrid sólo se puede llegar en globo o en velero, por Madrid sólo puede uno moverse a espaldas de un esquimal, en Madrid han visto perseguir hogazas y prenderse todo de anafes como si siguiera la Navidad de los pastores y los lobos, y aún les resulta extraño o provocador que se pida la zona catastrófica. Y que la pida Ayuso, además, que se supone que debe cumplir con ese papel que le dio la izquierda, el de ser a la vez como la florista y el King Kong de la calle de Alcalá. Pero no, Montero se enfada, y es porque ya son muchas catástrofes y ellos sólo tienen un guapo para todo, como si fuera el butanero de toda España.  

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