José María Aznar se refiere a aquella derecha o centroderecha suya y parece que abre las manos como para abarcar toda la enciclopedia Espasa, larga y negra igual que un tren de vapor que llenara las bibliotecas y también los partidos como se llena una estación. Por aquel PP y sus diversos tomos, tomos como coches litera, había centristas, liberales, democristianos, conservadores, meapilas, despistados y también fachas de toda la vida. Estaban todos reunidos en ese tren con destino común (gobernar) y reglamento común (la Constitución), de ahí que les viniera tan bien Aznar, con su pinta más de revisor que de líder o capitán. A Aznar se le ha quedado hollín de ferroviario y de bibliotecario bajo el bigote de tamponcillo y habla de reunir a la derecha como de volver a armar aquella Espasa de colegio de médicos. Otros muchos lo quieren también. El problema es que ya no hay reglamento común enganchando esas literas de comerciantes, funcionarios, aventureros y damas, como vagones de Poirot.

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