Cualquier cosa puede pasar en el día de hoy. Poniéndome en el pellejo de Carles Puigdemont, cosa harto difícil, porque es imposible que yo fuera prófuga de la Justicia y encima estuviera dispuesta a administrar la legislatura a mi conveniencia, haría lo siguiente:

Votaría que sí en esta primera instancia, es decir, votaría a favor de Francina Armengol y de los demás vicepresidentes y secretarios de la Mesa del Congreso que haya propuesto el PSOE y a continuación me reservaría mis votos para ulteriores votaciones. 

Dado que los votos de Puigdemont son cruciales para Pedro Sánchez en cualquier votación, administraría estos con mimo para someter al presidente a todas las sevicias posibles para finalmente conquistar todo lo posible a mi favor, que no esté previamente prohibido por la Constitución, en cuyo caso hasta Pedro Sánchez sería reo de inconstitucionalidad.

Es imposible que Puigdemont vote a favor de Cuca Gamarra a menos que se haya vuelto más loco de lo que está, y lo está mucho, pero no lo bastante como para tirar piedras contra su propio tejado, lo cual haría si votara a favor de la lista ganadora. Porque entonces no habría ni negociación, ni diálogo, ni nada de nada, más que la reclamación del juez Pablo Llarena de traerse a España al prófugo de la Justicia.

Dado que los diputados de Junts están a las órdenes de su líder, y su líder es Carles Puigdemont, no habrá la menor resistencia a sus órdenes, que ya digo que en mi opinión irán en la dirección apuntada.

Sería mejor repetir las elecciones para despejar las incógnitas de Vox, que se deshará como se ha deshecho su cúpula

Pero en una mente tan calenturienta como la del líder de Junts, asesorado por sus abogados, todo puede suceder de modo que veremos como a las ocho de la mañana Puigdemont da las instrucciones y sus diputados las cumplen sin rechistar y sin apenas poder discutirlas porque a las 10 de la mañana se abren las Cortes con la Mesa de Edad presidiéndola y a partir de ahí todo empieza a correr. 

Tiene bemoles que estemos pendientes de saber lo que ocurre a partir de las ocho y que sepamos lo que finalmente va a ocurrir a partir de las 10 y que estemos pendientes de un prófugo de la Justicia porque el señor Sánchez se niega a pactar siquiera sea una mínima modificación legal con el partido ganador de estas elecciones, que es el Partido Popular, a quien por cierto no felicitó en la noche del 23J ni lo hizo después. 

Calculó que tenía los apoyos necesarios para sabotear la legislatura y con ese cálculo se enfrenta hoy a la constitución de la Mesa del Congreso teniendo como incógnita precisamente a Carles Puigdemont.

Puigdemont se ha convertido así en el árbitro de una legislatura que no se anuncia precisamente larga, habida cuenta de que más tarde o más temprano este señor planteará la cuestión de la amnistía para él y para todos los que estuvieran incursos en procedimientos penales derivados del golpe de Estado perpetrado desde dentro de las instituciones como sucedió en 2017. Y ahora nos vemos así.

Yo pienso que sería mejor repetir las elecciones para despejar las incógnitas de Vox, que se deshará como se ha deshecho su cúpula, y esos votos que se le retiren a Vox irán al Partido Popular porque no tienen otro sitio en el que refugiarse.

Antes cualquier cosa que asistir a este espectáculo en el que el prófugo de la Justicia más famoso de nuestros días administra a su antojo la vida de 46 millones de españoles sencillamente porque Pedro Sánchez no acepta un pacto -que sería lo lógico en cualquier democracia- con el ganador de las elecciones. 

Y así nos vemos, con la hipótesis no tan lejana de que nuestro país quede dividido en tantas naciones como nacionalistas haya con capacidad de extorsionar al presidente del Gobierno, que en este momento son tres pero pueden ser más en la medida en que tenga éxito el sometimiento de Pedro Sánchez al chantaje de los nacionalistas, incluida Navarra, donde la portavoz de EH Bildu, Laura Aznal, ha dejado las cosas muy claras a la señora María Chivite.

Mucho mejor la repetición de elecciones.