El líder del PP ha conseguido en su tierra revalidar su liderazgo al frente del partido. Terminó la pesadilla que empezó hace una semana. El PP renueva su mayoría absoluta en Galicia con 40 escaños, dos menos que los que logró en 2020, pero suficientes como para que Alfonso Rueda gobierne en solitario durante los próximos cuatro años.

Ni las meteduras de pata de la campaña, ni algunos sondeos que daban como posible un gobierno de coalición del BNG y el PSdG, han alterado una realidad tan sólida como testaruda. La mayoría de los gallegos quieren que siga gobernando el partido conservador, que sólo perdió la absoluta en las elecciones de 2005. Los experimentos, con gaseosa. La alternativa al PP no era un gobierno de izquierda, sino una Xunta nacionalista con el apoyo de un PSOE sin perfil propio.

La semana postelectoral, que amenazaba tormenta sobre Génova, va a ser mucho más tranquila de lo que se esperaba. Feijóo (que el lunes reúne a su ejecutiva y el martes se reunirá con los barones) puede pasar al contraataque sin ningún problema, porque las elecciones gallegas no sólo han confirmado la barrida popular, sino que han mostrado un descalabro histórico de los partidos del gobierno (PSOE y Sumar).

Aunque desde el PSOE se intente maquillar esa sangría de votos (el Partido Socialista ha bajado de 14 a nueve escaños, mientras que Sumar no ha conseguido representación) como un efecto del voto útil que ha representado el BNG, la realidad es que la izquierda se ha hundido en Galicia, en favor del partido nacionalista.

Si Alfonso Rueda es el ganador de la noche en votos y escaños, la vencedora moral ha sido la candidata del BNG, Ana Pontón, que ha llevado a su partido a los 26 escaños, cuando en las elecciones de 2016 se quedó con tan sólo seis representantes en el parlamento gallego.

Feijóo se consolida en el PP con su clara victoria en Galicia. El batacazo de la izquierda es un varapalo a Pedro Sánchez

Si una derrota del PP hubiera tenido consecuencias graves para Feijóo, el batacazo de la izquierda representa un varapalo para el presidente del Gobierno. Estas eran las primeras elecciones que se celebraban con la ley de Amnistía sobre la mesa, que cuenta con el rechazo de la mayoría de los ciudadanos.

Escucharemos a los representantes del PSOE y a los ministros argumentar que en estos comicios Pedro Sánchez no se presentaba, pero el presidente ha puesto toda la carne en el asador para infligir una derrota en Galicia al PP que él no hubiera tenido inconveniente en interpretar en clave nacional

El triunfo en Galicia no sólo supone consolidar el liderazgo de Feijóo, sino que le permite al PP afrontar con moral de victoria las elecciones europeas del mes de junio.

Los números de estos comicios son contundentes. A pesar de perder dos escaños, el PP ha conseguido casi 70.000 votos más que en 2020. Mientras tanto, el Partido Socialista ha perdido más de 56.000 votos y Sumar, si la comparamos con Podemos, ha perdido casi la mitad de los votos (de 51.630 a 26.500). El aumento de la participación, al contario de lo que proclamaba la izquierda, ha beneficiado al PP.

Galicia le ha devuelto el sosiego al PP y, sobre todo, a Feijóo.