A un mes de las elecciones generales el PSOE no termina de despegar en las encuestas. En Ferraz mantienen la calma y fían una mejora de los resultados de abril a los efectos de la acción del Gobierno en lo que resta de precampaña con dos hitos principales: la respuesta a las protestas independentistas por la sentencia del procès y el impacto de la exhumación de los restos de Francisco Franco.

El equipo de Pedro Sánchez sigue confiado en alcanzar el 30% de los votos que se emitan y que el bloque de la moción de censura sin las fuerzas independentistas sumen la mayoría absoluta en el Parlamento. Tras el 28-A, la suma de PSOE, Unidas Podemos, PNV, PRC y Compromís se quedaban en 173 diputados, por lo que necesitaban a ERC o a JxCat para gobernar. Si ese bloque supera la barrera de los 175 diputados, Sánchez intentará reeditar su Gobierno en solitario para sacar adelante sus proyectos con esos apoyos. En caso de que no lo consiga optará por pedir el apoyo de Podemos y la abstención de PP y Cs para lograr una investidura que le permita pactar con ellos a izquierdas y a derechas para aprobar medidas sociales y económicas, respectivamente, liberado ya del yugo de los independentistas.

Ese plan se le complica por las tendencias que señalan las encuestas: un PSOE en retroceso, un avance del PP y la caída libre de Ciudadanos. En Ferraz restan importancia a estos movimientos electorales al considerar que la ciudadanía todavía no ha entrado en campaña, algo que confían que ocurra a partir de la semana próxima con la sentencia del procès y la exhumación de Franco.

Hasta entonces, el candidato socialista se ve inmerso en una tormenta perfecta que amenaza su hoja de ruta. Tanto es así que está reconfigurando su estrategia electoral y su discurso en los mítines. De pedir un apoyo mayoritario del electorado de centro para "salir del desbloqueo", Sánchez ha vuelto a mirar a su izquierda para intentar restar votos a Unidas Podemos y afrontar la amenaza que supone el partido de Íñigo Errejón atacando con dureza al centro-derecha.

Así se explica las promesas de campaña realizadas esta semana, consistentes en una subida de las pensiones, una bajada de las peonadas para cobrar el subsidio agrario y la recuperación de la antigua estrategia del dóberman para infundir miedo a la derecha, "La receta de la derecha es trabajar hasta que el cuerpo aguante y contaminar hasta que el planeta explote", reitera en sus mítines tras hablar no de Pablo Casado -que ya no genera rechazo- sino de José María Aznar.

El motivo de ese giro es que Sánchez no logra atraer al votante desencantado de Ciudadanos como esperaba. Los estudios cualitativos que utilizan los partidos para conocer la visión del electorado señalan que el votante de Cs es eminentemente contrario al proyecto socialista. Eso permitió su espectacular subida el 28 de abril de 32 a 57 escaños gracias a una campaña basada en el 'no es no' a Pedro Sánchez. Por ese motivo, los votantes de Cs decepcionados ahora con la actitud de Albert Rivera no recalan en el PSOE, sino que vuelven al PP o se marchan a la abstención.

En segundo lugar, Sánchez ha iniciado una precampaña de intensa actividad mitinera y presencia en los medios de comunicación con el objetivo de movilizar al votante progresista, defraudado y triste por el fracaso de la investidura. "El PP no hace campaña porque no le interesa la movilización. Una España movilizada es una España desbloqueada. A quien le interesa que la gente vaya a votar no es al PSOE, sino a los ciudadanos que quieren que acabe el bloqueo", insistió ayer en un acto en Valladolid. La desmovilización es la principal amenaza para el PSOE el 10 de noviembre.

Con una baja participación por esa "tristeza" en el electorado de izquierdas, el PSOE pierde hasta un millón de votos en sus principales graneros, Andalucía y Cataluña, según apuntan las encuestas. En esas dos regiones, junto a la Comunidad de Madrid, Sánchez logró en abril 47 de sus 123 diputados, por lo que la desmovilización en esos territorios se convierte en un auténtico problema para el Comité Electoral socialista.

En Andalucía, la participación en las generales de abril alcanzó el 73,3% del electorado; en Cataluña se situó en el 77,58% y en Madrid rozó el 80% con un 79,7%. La repetición de elecciones de junio de 2016 tras el bloqueo surgido en los comicios de diciembre de 2015 provocó una caída en la participación de 3,2 puntos que en esas comunidades podría ser letal para el PSOE.

Especialmente preocupante es la desmovilización en Andalucía, el territorio que más diputados aporta al Congreso y feudo tradicional de los socialistas. La fatiga electoral en la comunidad ya permitió que el PP arrebatara el Gobierno a Susana Díaz tras el desgaste que arrastraba el PSOE por casi 40 años de gobierno en la comunidad y numerosos casos de corrpución que hoy día vuelven a la palestra lastrando las promesas electorales de Sánchez de "limpieza" en la vida pública.

A la espera de que se conozca la sentencia por el caso de los ERE, que este mes podría condenar a dos ex presidentes de la comunidad y del propio PSOE, la compra de votos en el municipio sevillano de Huévar, con anotaciones por escrito sobre cómo se ofrecía un empleo público durante tres meses a cambio del apoyo en las urnas resucita el malestar entre los votantes socialistas, invitándoles a quedarse en casa el 10 de noviembre como ya ocurrió el 4 de diciembre en las autonómicas.

La última encuesta sobre intención de voto en Andalucía, realizada por Publicaciones del Sur, señala que el PSOE tiene un 23,35% de intención directa de voto en la comunidad con el PP a sólo tres puntos de distancia con un 19,9%. Una vez realizadas las estimaciones demoscópicas (la cocina) el sondeo apunta que Sánchez volvería a ganar, con entre 21 y 24 escaños frente a los 24 logrados en abril, seguido por el PP, que subiría a una horquilla de 15-18 diputados frente a los 11 logrados en primavera.

La encuesta de SW Demoscopia muestra un descalabro de Ciudadanos en la comunidad después de quedar como segunda fuerza política en Andalucía tras el PSOE el 28-A, empatado con el PP a 11 escaños. Ahora, el sondeo le vaticina entre cuatro y siete, junto a la irrupción de Más País de Íñigo Erejón con entre dos y cinco diputados andaluces que se cobraría a costa de los socialistas y de Unidas Podemos, que podría caer hasta a seis escaños de los nueve obtenidos en abril.

En Cataluña también preocupan los efectos de una eventual aplicación del artículo 155 de la Constitución en vísperas de las elecciones que podría pasarle factura electoral al PSC, como lo hace el lema de campaña de Sánchez, 'Ahora, España', que no está siendo bien recibido en territorios nacionalistas como también el País Vasco.

Precisamente la aparición del partido de Errejón es una amenaza para el PSOE en Barcelona, por lo que Sánchez ha empezado a criticar al candidato madrileño, al que acusa de presentarse "junto a la CUP", por contar con un cabeza de lista soberanista. Más País empieza a restar más votos al PSOE que a Unidas Podemos según sondeos como el de El Español, que señala que un 9,5% del electorado socialista y un 9,4% del que apoya a Pablo Iglesias optarían ahora por Errejón. Según una encuesta de Abc, la irrupción de su partido pone en peligro el último escaño de izquierdas en 11 provincias.

A ese dato cuantitativo se suma el efecto desmovilizador que supone el "ruido" que supone la fragmentación de la oferta de izquierdas y la bronca entre distintas opciones como Más País y Unidas Podemos, tras los sonoros desencuentros entre Iglesias y Errejón.