Batacazo histórico de Ciudadanos en la noche más difícil de la trayectoria política de Albert Rivera. El presidente naranja llevaba meses asomado al abismo y, finalmente, no ha podido evitar un descalabro de tal calibre que ni los sondeos más pesimistas supieron pronosticar: han perdido la mayor parte del capital ganado el 28 de abril, dejándose más de tres millones de votos en todas direcciones, gran parte a favor de Vox que se convierte en primera fuerza en Murcia y segunda en Andalucía.

Ni la insistencia en su discurso de erigirse como solución al conflicto catalán, ni el impulso de los debates electorales y de los últimos días de campaña, ni la estrategia de apelar al voto útil para activar al 2% del electorado naranja para lograr, al menos, salvar el suelo de la treintena de escaños -que a estas alturas se consideraba el mal menor- han sido suficientes para evitar el mayor descalabro de la jornada electoral, que deja a Ciudadanos al borde de la muerte: 10 escaños, 6,79% de los votos y sexta fuerza política, no sólo por detrás de Vox y Podemos como llegaba a ser previsible, sino también por detrás de ERC (13 escaños). Rivera consigue grupo propio, aunque no por mucho: en su caso, el corte está en el 5% a nivel nacional.

Con estos resultados, a Albert Rivera se le complica enormemente su continuidad al frente de Ciudadanos después de 13 años al frente del partido. El líder de los liberales ha encabezado un partido que consiguió en el mes de abril el mejor resultado de su historia, con 57 escaños, casi el 16% del voto y a tan sólo nueve del sorpasso al PP, al pero de los siniestros.

Y es que del discurso del liderazgo de la oposición, impulsado por el fulgurante crecimiento de los naranjas y el hundimiento sin precedentes de los populares, han pasado a quedar relegados hasta sexta fuerza política con Unidas Podemos, Vox y ERC por delante de ellos, un descalabro que, para más inri, han experimentado en un tiempo récord: apenas siete meses.

Las cifras de los sondeos a pie de urna ya vaticinaban la noche de pesadilla y 'shock' en la sede de Alcalá, 253: el de GAD3 para RTVE y Forta -realizado en base a 13.000 entrevistas en las dos últimas semanas- otorgaban a los de Rivera entre 14 y 15 escaños (42 menos que en el mes de abril), situándole como quinta fuerza política, que finalmente se ha quedado corto. El estudio demoscópico justificaba la fuerta caída naranja en una fuga de dos millones de votos, de los que 1,3 millones se fueron a Vox y el resto al Partido Popular.

Antes de conocerse los resultados, Ciudadanos ya había abandonado todo resquicio de optimismo y ya no ocultaban que no habría buenas noticias esta noche, pero nadie en la sede naranja esperaba que el resultado fuese tan nefasto. Las primeras aproximaciones fueron valoradas antes del escrutinio por un prudente José Manuel Villegas, que ya no escondía el pesimismo: "Esperemos que durante la noche electoral vayan a mejor", rezaba el número dos de la formación.

En la sede naranja sabían que no habría nada que celebrar, por lo que a diferencia con el mes de abril, Ciudadanos desistió esta vez de instalar un escenario para que la militancia del partido se concentrase junto al núcleo duro del partido tras el recuento.

Media cúpula sin escaño

La hecatombe de Ciudadanos tiene sus primeras consecuencias en la pérdida de escaños de importantes pesos pesados del partido.

Los primeros confirmados de la noche fueron el ya ex portavoz parlamentario naranja, Juan Carlos Girauta, y el secretario general de la formación, José Manuel Villegas, que han perdido su asiento en la cámara de representantes por Toledo y por Almería, respectivamente.

Pero la sangría es mucho mayor. La mitad de la cúpula del partido se quedan sin escaño, entre ellos el secretario de Organización Fran Hervías; el secretario general del grupo parlamentario, Miguel Gutiérrez; la portavoz adjunta, Melisa Rodríguez; o el secretario de acción institucional, José María Espejo.

Los naranjas han perdido representación en la mayor parte de territorios de la geografía española, y sólo obtiene representación en Madrid (3), Cataluña (2); Andalucía (3); y Comunidad Valenciana (2). Pierde todos sus escaños en Castilla y León -el 28 de abril obtuvo ocho diputados- y en infinidad de territorios más, como Aragón, Cantabria, Castilla La Mancha, Extremadura, Galicia, La Rioja, Asturias o Murcia -donde gobierna en coalición con el PP-.

Una estrategia errática

El electorado que el 28-A dio a Ciudadanos el podio político ha castigado este domingo los bandazos de un líder que durante meses -y con el apoyo de la Ejecutiva- mantuvo un veto explícito e inquebrantable a Pedro Sánchez, lo que le costó al partido una crisis interna y la dimisión en cadena de importantes cargos del partido, al tiempo que sumaba gobiernos regionales en coalición con el PP, que se convirtió en socio preferente.

La intransigencia con el 'sanchismo' y la criticada deriva a la derecha llevó a los de Rivera a perder la oportunidad de formar un Gobierno estable de 180 escaños (123 del PSOE más los 57 que obtuvieron entonces los naranjas) y reclamar parcelas de poder para, una vez convocadas las elecciones, levantar el cordón sanitario al dirigente socialista arguyendo la situación "extraordinaria" ante la que se encontraba España con la repetición electoral y la situación de bloqueo.

Los naranjas concurrían el 10-N con la estrategia de volver a ser partido bisagra, con el compromiso del desbloqueo como principal promesa electoral, bien a izquierda desde la oposición o bien a derecha. Ante los malos presagios que daban las encuestas Rivera insistió en las últimas semanas en la necesidad de llevar a término una gran coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos.

Pero la cifra de 10 escaños deja a Ciudadanos en el peor de los escenarios posibles: la irrelevancia en el tablero político, pues con este resultado se ve obligado a abandonar uno de sus pilares fundacionales: el de partido bisagra y pieza clave para el desbloqueo, que hoy sustituye por la irrelevancia política.