Uno agoniza y al otro se le empieza a agotar el oxígeno. Y ninguno de los dos tiene el control de los suyos. La ‘UVI electoral’ que requieren con urgencia en Euskadi la conducen en Madrid y la dirección que tomará sigue sin aclararse. En el País Vasco quedan 12 días para que el rescate que Ciudadanos y el Partido Popular vasco requieren de cara al 5 de abril se concrete. El escollo en Galicia puede acabar con sus esperanzas. Ambos atraviesan su peor momento electoral y ansían que el entendimiento entre el equipo de Arrimadas y el de Casado fructifique y la alianza ‘Mejor juntos’, u otra similar, engorde su escaso músculo de cara a la cita con las urnas de dentro de mes y medio.

La debilidad de los naranjas se interpreta en clave de supervivencia y la de los populares amenaza con un cambio de ciclo que incluya el relevo de sus dirigentes como medida frenar la sangría si el panorama no mejora tras el 5-A. Por eso en las direcciones de Ciudadanos Euskadi y el PP de Alfonso Alonso hace tiempo que defienden el entendimiento electoral, tanto como elemento "motivador" para el centro derecha no nacionalista como para unificar el constitucionalismo. La exigencia de Arrimadas de que el acuerdo sea global en Galicia, País Vasco y Cataluña y la línea roja de Feijóo de no alterar la todopoderosa marca PP que le ha revalidado sucesivas mayorías absolutas está complicando la negociación exprés que los adelantos electorales han precipitado.

Formalmente ninguna de las dos formaciones está escenificando la necesidad de acuerdo como un salvavidas, pero para ambos lo es. Ciudadanos corre el riesgo de que llegado al actual escenario sea insuficiente. Ser una anécdota en el tablero electoral vasco es hoy una realidad, desaparecer, una posibilidad tras las autonómicas. Su techo de 50.000 votos en las generales de 2015 es hoy una aspiración inalcanzable. En los últimos comicios a Cortes apenas rebasaron en el País Vasco los 13.000 votos en los últimos. En las municipales del año pasado tocó suelo con 11.287 votos. Su peso en el entramado institucional de Euskadi es inexistente; ni un solo concejal.

El propio presidente del PP, Alfonso Alonso se ha dedicado a recordarlo estos días, mientras los contactos por un ‘Mejor unidos’ están en marcha. Lo ha hecho destacando que Ciudadanos no podrá imponer nada en el País Vasco, al representar el 1,1% del voto. El presidente popular subraya que en caso de querer aliarse serán ellos los que tendrán que asumir las bases irrenunciables de los populares en Euskadi: foralidad y Concierto Económico.

La debilidad de Alonso

Es el único rincón ideológico al que el PP puede mirar con algo de superioridad. Su situación interna no está para mucho más. Alonso registra durante su tiempo al frente de los populares -cuatro años y medio- los peores resultados de la formación. En los comicios municipales del año pasado registró 78.676 votos. En las dos convocatorias generales, 28-A y 10-N, la horquilla del PP se movió entre los 95.000 y los 104.000 votos. Y lo que es peor, los sondeos auguran un nuevo hundimiento del partido en las elecciones autonómicas del 5-A, dejándose al menos dos de los 9 asientos que hoy ocupa en la Cámara Vasca.

El líder de los populares achaca parte de su desgaste al abandono del PP del centro político. También a la incapacidad para reavivar las estructuras internas, diezmadas por décadas de amenaza terrorista, y la dificultad para imprimir la ‘singularidad vasca’ por resistencias de la dirección nacional del partido.

Desde que Casado accedió a la presidencia del PP el tono de Alonso ha ido variando, modulándose. Sabe que enfrentarse a la dirección de Génova no es una opción, menos aún en la posición de debilidad en la que se encuentra. La carta de apoyo a Soraya Sáez de Santamaría que jugó la mayoría de la dirección del PP vasco hubo que cambiarla sobre la marcha tras la victoria de Casado. En Génova barajan ya el escenario de relevo en el PP si tras las elecciones el resultado vuelve a marcar un suelo para los populares. La demora en la confirmación de la candidatura de Alonso a lehendakari es muestra evidente de la resistencia a avalar al presidente del PP vasco, que persiste en algunos dirigentes del PP. Un sector del PP, liderado por Cayetana Álvarez de Toledo no ve con buenos ojos el modelo y discurso que representa Alonso. La toma de control del partido para iniciar un nuevo tiempo bajo el manto de Madrid toma fuerza.

Por eso, para salvarse de la muerte súbita en un caso y de la agonía mortal en otro, PP y Ciudadanos en el País Vasco hace meses que entendieron que no deberían hacerse la competencia en el competido terreno electoral vasco. El PP ofreció en dos ocasiones un acuerdo a la formación naranja. En ninguna de las dos fructificó. En el último intento, el que más se avanzó, incluso se llegó a consensuar por un sector minoritario de Cs en Álava un documento para aceptar aspectos como la foralidad o la defensa del Concierto Económico. Aquel intento terminó con la desautorización de la operación por parte de Albert Rivera y la expulsión de Ciudadanos de su responsable en Álava.

'Mantra foralista'

Ahora el líder de Ciudadanos en Euskadi, Luis Gordillo, se ha mostrado dispuesto a entenderse. Lo hace avanzando que no “vetarán” a nadie pero sin descartar que en aras a la coalición no se deberían cerrar opciones. “No nos oponemos al concierto Económico”, repitió en la Ser Euskadi, “sino que reclamamos un cálculo transparente del Cupo”. Ante la foralidad no fue tan claro. Gordillo llegó a acusar al PP de haberse subido “al mantra foralista del PNV”. Sin embargo, el nuevo escenario puede relegar discursos y aflorar matices posibilistas. No parece que la foralidad pueda situarse en una barrera insalvable para una formación que en la vecina Navarra se ha unido en una alianza con UPN y el PP con el fuero navarro como seña de identidad. Así, Navarra Suma se convirtió en el partido más votado de las pasadas elecciones autonómicas.

Por el momento, a Gordillo y a Alonso sólo les queda esperar. Encontrar una vía para salvar las exigencias de Arrimadas de un acuerdo a tres (Euskadi, Galicia y Cataluña) es un deseo necesario. No lograrlo reforzaría aún más su ya débil posición. Tampoco alcanzar y formalizar un ‘Mejor Unidos’ en Euskadi mejoraría de modo sustancial sus opciones pero sí abriría una vía novedosa. “Tendría un efecto motivador”, ha reconocido el presidente del PP en Euskadi, más que cuantitativo. Alonso asegura que el proyecto del PP “no es negociable” y la posible incorporación de Ciudadanos sólo permitiría “fortalecerlo” pero en ningún caso alterarlo.

Por si la sintonía entre ‘naranjas y azules’ no sale adelante, en el PP vasco han comenzado a hacer llamamientos a “socialistas desencantados” con el actual Gobierno Sánchez-Iglesias respaldado por el nacionalismo vasco para castigarles en las urnas con un voto constitucionalistas que sólo sitúan en el PP. También a los votantes que se les marcharon al PNV o incluso a Vox, que en Euskadi logró más del doble de votos que Ciudadanos en las últimas generales, 29.000.