PP y Ciudadanos alumbraron a última hora del miércoles un acuerdo histórico: el de concurrir por primera vez juntos en unos comicios vascos para "unir al constitucionalismo frente al nacionalismo" después de la satisfactoria experiencia en Navarra. Los primeros roces en la incipiente colaboración han llegado pocas horas después de sellarse el pacto, justo cuando está a punto de expirar el plazo para el registro de coaliciones en Euskadi. Y el motivo ha venido a cuenta de los problemas de interlocución entre la dirección nacional y el PP vasco, donde lamentan haberse enterado de los flecos del acuerdo, como es el caso del reparto en las listas anunciado en la mañana del jueves por el portavoz de Ciudadanos en la negociación, José María Espejo, precisamente por los de Arrimadas, y no por Génova. En el pacto sellado en Madrid, los naranjas contarían con el segundo puesto en las listas por Vizcaya y Álava, algo "inasumible" para el candidato a lehendakari, Alfonso Alonso.

Pero la negociación en Euskadi no es el único obstáculo que tendrán que esquivar Pablo Casado e Inés Arrimadas en las próximas semanas. De hecho, la suerte de experimentos territoriales de la otrora propuesta del PP, España Suma, rechazada por Albert Rivera podría tener los días contados también en Cataluña, igual que ha muerto en Galicia. Al menos así lo conciben en tejado naranja, donde dan por "suspendidas" las negociaciones en todo lo referido a los comicios catalanes por la "decepcionante" experiencia con Alberto Núñez Feijóo.

Es evidente que no se puede pedir en un sitio lo que no das en otro", advierten en Ciudadanos

"No he escuchado ninguna fórmula. Sólo no, no y no, y que Ciudadanos se diluya en sus listas", lamentaba este jueves José María Espejo, interlocutor de Ciudadanos en las negociaciones, al tiempo que deslizaba la amenaza que tendrá que enfrentar el secretario general de los populares, Teodoro García Egea en Madrid y el candidato a la presidencia de la Generalitat por el PP, Alejandro Fernández en los próximos días. "Es bastante evidente que no se puede pedir en un sitio lo que no das en otro", advertía, deslizando la trágala con la que pretenden que los de Casado transijan cuando Quim Torra fije la fecha de los comicios: que dirigentes del PP se integren en las listas de Ciudadanos, fuerza mayoritaria en este territorio.

"Ciudadanos gobierna para 20 millones de españoles, en cuatro autonomías, en más de 400 municipios y somos la primera fuerza en Cataluña". En efecto, de la mano de Inés Arrimadas el partido liberal hizo historia ganando las autonómicas de 2017, las convocadas a tenor de la aplicación del 155, lo que les granjea una posición hegemónica en el Parlament de 36 escaños, frente a las cuatro plazas que ostenta el PP. Pero, en este caso, de aquellos barros no vienen estos lodos. Tres años después, Ciudadanos ha experimentado una caída progresiva pero casi constante desde las elecciones generales del 28 de abril de 2019. El partido defiende su capacidad de presión en base a las cifras, pero éstas son su principal enemigo.

18 meses después del apoteósico triunfo del constitucionalismo en Cataluña encarnado en Inés Arrimadas, que cosechó más de 1.100.000 votos, los naranjas se resintieron en las municipales del 26-M, cuando Ciudadanos recabó 800.000 votos menos. El naufragio entonces quedó reflejado en las 15 grandes ciudades de la comunidad autónoma. En Barcelona, sin ir más lejos, la formación que capitaneaba entonces Manuel Valls obtuvo 99.494 votos frente a los 218.746 papeletas que recogió el 21-D.

La sangría siguió el 10-N, cuando el partido que entonces dirigía Albert Rivera casi firma su pena de muerte. A nivel nacional pasaron de los 57 a los 10 escaños, pero en Cataluña la situación no fue mejor: allí obtuvieron 215.000 votos -menos de los votos que Arrimadas cosechó en 2017 sólo en la ciudad condal- y sólo conservó dos escaños, cayendo por detrás de ERC, PSC, JxCat, En Comù, de la CUP, Vox... y PP.

Y a estas cifras se aferran en las filas populares catalanas para pedir "humildad" a sus potenciales aliados, a los que acusan de vivir en un "mundo virtual". La formación que en Cataluña dirige Alejandro Fernández se remite, más allá de la mermada fortaleza de los liberales tras varias experiencias electorales nefastas, a los datos poco halagüeños que reflejan las últimas encuestas para Ciudadanos para convencerles de que "por mucho que quieran, no se puede comparar la situación en Cataluña con lo que ocurre en Galicia". Los sondeos más optimistas cortan la sangría de la formación que ahora capitanea Lorena Roldán tras la salida de Arrimadas al ámbito nacional en los 17 escaños; otros, como el de Sociométrica o GAD 3 entre los 12 y los 14 -entre 22 y 24 asientos menos-; y algunos, como el de Electomanía del pasado 29 de enero ya pronostican que los populares quedarían incluso por encima de Ciudadanos en el tablero.


La batalla dialéctica entre ambas fuerzas ha vuelto a Twitter, donde el líder catalán del PP pedía a los naranjas "volver a la realidad", unas palabras que eran respondidas por el también cabeza visible de Ciudadanos en Cataluña, Carlos Carrizosa, quien inscribía la tesis mantenida ahora por su partido. "Pedís para los constitucionalistas catalanes lo que negáis a los gallegos", defendía. Por su parte, dirigentes como Cristiano Brown, presidente de UPyD -de cuyo partido proceden algunas de las apuestas de los naranjas en País Vasco, como Maite Pagaza o Fernando Savater- piden la suma y "altura de miras. Basta ya de estrategias partidistas", escribía.

Una candidata cuestionada

Inés Arrimadas abandonó Cataluña como parte de la estrategia de Albert Rivera de extender el éxito y el tirón de su caballo ganador a nivel nacional. Y el relevo de la jerezana no parece convencer a los potenciales electores de Ciudadanos ni tampoco a destacados cuadros de la cúpula naranja. A Lorena Roldán, según argumentaban hace unos días para este medio algunas fuentes consultadas, "le ha podido lastrar una constante comparación" con su antecesora.

Y, de acuerdo con el CEO (Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat) del pasado mes de octubre, los votantes 'naranjas' preferían ya al jefe de filas del PP, Alejandro Fernández, e incluso al líder del PSC, Miquel Iceta, que a ella. Valoraban los entrevistados con un 7,5 y un 6,15 a ambos candidatos respectivamente, mientras que Lorena Roldán suspendía con un 4,5.

Tampoco levanta pasiones la actual líder de Ciudadanos catalana entre las filas del PP, que descartan que Roldán pueda encabezar la hipotética Cataluña Suma. "Saben que esta operación supone la liquidación de la actual dirección de Cs en Cataluña", alertaban fuentes populares a este diario.

Con Roldán prácticamente fuera, y en caso de que prospere la coalición en Cataluña, no se descarta la posibilidad de que ambos partidos apuesten por un 'mirlo blanco' para la candidatura, es decir, un perfil procedente de la sociedad civil y no adscrito a ninguna de las dos formaciones. También suena con fuerza el nombre del diputado de Ciudadanos en el Parlament, Nacho Martín Blanco, un habitual de tertulias y debates, aunque por el momento no hay ninguna cabeza de lista, además de la propia Roldán, confirmada.