El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, finalizaba su intervención este miércoles en el Congreso haciendo un llamamiento a la "concordia", al "diálogo" y a la "altura de miras parlamentaria", pero la crispación ha vuelto a la Cámara Baja en apenas unos segundos.

Más allá del bronco discurso del jefe de la oposición, Pablo Casado, la intervención más dura ha venido a cuenta del líder de Vox, Santiago Abascal, quien ha respondido al alegato final de Sánchez -intentaba dar portazo a la polémica en torno a la organización del Día de la Mujer con un sonoro "viva el 8 de marzo"- asegurando que "gritar 'viva el 8 de marzo' es como gritar que viva la enfermedad y que viva la muerte".

Como viene siendo habitual, Abascal ha culpado al Gobierno de los "millones de muertos y arruinados" a causa de su gestión durante la pandemia que, a su juicio, "han aprovechado para todos sus propósitos de destrucción y de división de España".

Una vez ha despachado a Pedro Sánchez, Abascal ha dirigido parte de su intervención al vicepresidente segundo, Pablo Iglesias. El líder de Vox ha defendido en este punto a Cayetana Álvarez de Toledo cuando la pasada semana acusó al líder de Podemos de ser "hijo de un terrorista" -por el pasado del padre de Iglesias en el FRAP-, al que ha tildado de ser un "fanfarrón de poca monta", además de otros apelativos.

Y no se ha quedado ahí. Abascal ha respondido a también a las acusaciones que Iglesias vertió sobre su formación la pasada semana, cuando en el marco de la comisión para la reconstrucción, el vicepresidente segundo denunció que Vox pretendía dar un golpe de Estado, pero que "para eso hay que atreverse".

Este miércoles, Abascal ha elevado la tensión al límite acusando a Iglesias de "desear una guerra civil en España", porque "su vanidad y su fanatismo es capaz de provocar cualquier drama".