El país se enfrenta a una crisis sin precedentes para la que no hay recetas. Los más de 4.200 casos y los 120 fallecidos por el coronavirus han acelerado los procesos y han llevado al Gobierno a decretar el estado de alarma -en democracia sólo ha ocurrido una vez, en 2010, con motivo de la huelga de controladores- que será efectivo a partir de este mismo sábado.

Y España mira con recelo a Madrid, la región más golpeada por el brote con casi 2.000 casos, en la que podría decretarse en cualquier momento el confinamiento de la población. Se trata de un escenario que la región aguarda con resignación, mientras que en diversos puntos del territorio nacional la esperan casi con desesperación por el incesante goteo de madrileños que viene produciéndose desde que se decretase el cese de la actividad educativa el pasado lunes.

Primero fueron los miles de universitarios los que abandonaron Madrid para volver a su hogar. Cristina, una estudiante de 23 años de la Universidad Autónoma, fue un ejemplo de ello. "Yo me volví a Segovia el miércoles. Lo decidí porque obviamente prefería estar con mi madre y con mi novio en mi casa que quedarme sola. Que la gente abandone Madrid para irse con sus familias... obviamente yo lo he hecho, pero sí reconozco que así no frenaremos la pandemia", señala en conversación con El Independiente.

"Hay universitarios que se vienen aquí para estar con sus familias", relata Laura, una residente de toda la vida de Torrevieja (Alicante), y "eso es medio comprensible. Yo entiendo que un chiquillo de 20 años que se va a quedar solo en Madrid quiera estar con su familia. Lo que no puedo entender es que familias enteras se hayan venido aquí, en plan vacaciones". Se queja esta vecina de 35 años de un fenómeno que ha llevado a regiones de la costa levantina a colgar directamente el cartel de 'prohibido madrileños' a golpe de decreto.

Ni recomendaciones ni campañas parecen disuadir a algunos madrileños que en los últimos días han salido de Madrid. Contrasta la imagen de algunas carreteras con la del centro de Madrid prácticamente vacío por el impulso del teletrabajo o las recomendaciones de aislamiento decretadas desde el Ministerio de Sanidad, Ejecutivo, Gobierno autonómico y Ayuntamiento de Madrid. Las autoridades instan a salir de casa solo en circunstancias especiales y, por ende, no viajar salvo que sea estrictamente necesario.

El registro de positivos importados de Madrid en localidades de la costa ha desatado una campaña de odio en redes sociales

Pero el caso omiso de miles de madrileños a las restricciones han generado psicosis, enfado y medidas desesperadas en poblaciones del litoral este como La Manga, Cullera, Torrevieja, Calpe, Jávea, Santa Pola, Gandía, Benidorm, Cartagena o Pilar de la Horadada. Aunque las quejas llegan también desde el norte -en el caso de Cantabria ruegan especialmente a los vascos, segundo territorio con mayor número de casos de coronavirus, que no salgan de sus casas-, Galicia -una de las regiones con menor cifra de contagios-, la costa andaluza o pueblos cercanos a la capital. Es el caso de pequeñas poblaciones segovianas como Navafría o Trescasas que, según referencian, registran una ocupación similar a la que se regitra en el mes de agosto.

Prácticamente desde que se iniciaron las restricciones en Madrid comenzó también el fenómeno de los casos importados dentro del territorio nacional. El primero se registró en Santiago de Compostela el pasado jueves: una estudiante universitaria de 22 años que regresó de Madrid tras el cierre de aulas. Y en las siguientes horas se confirmaron en Gandía, Torrevieja o la Manga del Mar Menor. Todos los positivos procedían de Madrid, lo que ha desatado una campaña de odio y de rabia en redes sociales.

La etiqueta #CerradMadrid lleva días siendo tendencia en la red social Twitter. En ella se agolpan miles de comentarios en los que, desde dentro y desde fuera de Madrid, exigen el confinamiento de la capital. Se trata de un escenario que podría llegar este mismo sábado, en que Pedro Sánchez reúne al Consejo de Ministros extraordinario para aprobar un nuevo paquete de medidas de contención del Covid-19.

Algunos vecinos de la costa litoral dan cuenta a este medio de la realidad que viven en los últimos días. Confirman que, como es el caso de Torrevieja, la mayor parte de los forasteros son madrileños con segundas residencias. "En las calles, en los aparcamientos, en los supermercados... se nota muchísimo. Parece verano, está todo saturadísimo de coches", continúa la vecina de la localidad alicantina. "Estamos preocupados, y mucho. La medida debería haber sido que se quedasen en sus casas", lamenta.

Alberto, un profesor de 27 años que imparte clases de inglés en la localidad costera de San Pedro del Pinatar (Murcia) no duda en manifestar su enfado. "En vez de quedarse en su casa actuando con responsabilidad se vienen aquí a la playa de vacaciones, como si los madrileños fueran inmunes. Que se queden en su ciudad con la llave echada y Netflix y que cada uno pase la cuarentena en su casa, pero nada de irte a otro sitio, y menos de vacaciones", se queja. Advierte una gran afluencia de gente no sólo en San Pedro, sino también en Torrevieja y La Manga. "En la zona del Mar Menor vive muchísima gente mayor, porque ahí está su casa de toda la vida. Son unos egoístas. Cabreadísimos es poco", sentencia Alberto.

En vez de quedarse en su casa actuando con responsabilidad, se vienen aquí a la playa, de vacaciones

En medio de la flagrante descoordinación entre las autonomías a la hora de aplicar medidas de contención del coronavirus y ante la ausencia de una orden gubernamental, el presidente de Murcia, Fernando López Miras, decidió tomar cartas en el asunto y confinar todas las zonas de costa para así repeler a más ciudadanos procedentes del foco activo más peligroso de España. La medida no fue casual: llegó tras confirmarse varios positivos de madrileños desplazados a la Región. Más de 500.000 personas de Águilas, San Javier, Los Alcázares, Mazarrón, Cartagena, La Unión y San Pedro permanecen aisladas.

"Es vergonzoso ver cómo las oficinas turísticas de algunas localidades estaban llenas de gente de fuera de nuestra comunidad", argumentaba López Miras. "Una persona con la enfermedad viajó en tren y llegó a la costa (...). Esto es inadmisible".

En la costa valenciana la situación es parecida. "En Madrid no se está haciendo caso a las recomendaciones y se está viniendo aún conociendo el riesgo. Calpe y la zona de Campomanes están plagados", asegura Bea, de 45 años y natural de Altea (Alicante). El Ayuntamiento de Cullera informa también de una afluencia "anormal" de gente para esta época del año y apela a la "responsabilidad" de todos. Mientras, la vicepresidenta de la Generalitat, Mónica Oltra, reclamaba hace unos días al Gobierno que suspendiese las líneas de AVE entre Madrid y la Comunidad Valenciana.

El sistema sanitario de Madrid está colapsado, pero Cádiz no tiene la infraestructura hospitalaria de una gran capital

Y Andalucía tampoco se queda atrás. En concreto, municipios como Chiclana o Conil de la Frontera han dado cuenta de la presencia de ciudadanos procedentes de otras comunidades en riesgo, aunque Pablo Maza, un periodista gaditano de 36 años muestra otra realidad de los desplazamientos de personas procedentes de Madrid. "Un amigo que vive en Madrid vino el miércoles. Me comentó que el tren estaba lleno, algo que no es habitual un miércoles de marzo", relata. "Él y su mujer son funcionarios, así que decidieron venir con su hijo, que tampoco tiene colegio. Reconocen que lo hacen por miedo al coronavirus".

Pese al miedo, sigue Maza, "es una tremenda irresponsabilidad. Sé que el sistema sanitario de Madrid está colapsado, pero Cádiz no tiene la infraestructura hospitalaria de una gran capital, y aquí ya tenemos a 11 contagiados", advierte.

La angustia y el miedo: la otra cara de la moneda

"Una lucha, una guerra". Así describe Carmen Sanpedro, una estudiante cacereña de Medicina en la Universidad Europea las primeras horas posteriores a la suspensión de la actividad educativa, hace ya seis días. Se refiere a la "psicosis" que se desató en los supermercados cuando comenzaron a multiplicarse los casos en Madrid. "Te quedas anonadada, ¿qué está pasando aquí? Eso no te produce una sensación de tranquilidad".

Consciente de las recomendaciones y del posible contacto con algún positivo, Carmen, como muchos otros, decidió volverse a Cáceres. Y lo hizo simple y llanamente por miedo. "Asustaba pensar que te pudieras quedar encerrada. Fue un factor muy importante para decidir marcharme", justifica. En Madrid la situación era de "psicosis absoluta". "Y en esos momentos de angustia piensas en estar con tu familia. Te sientes protegido", zanja esta universitaria.