Consumo

Los españoles cada vez toman menos carne

Radiografía de un consumo a la baja, que tiene que coincide con el auge de las corrientes vegetarianas, la concienciación respecto al cambio climático y la tendencia a lo saludable.

Imagen de una carnicería, donde los españoles cada vez compran menos carne. EP

La dieta de los españoles incluye cada vez menos carne. Las corrientes vegetarianas, el cambio climático – el agua necesaria para producir un kilo de carne de ternera es 15 veces mayor que para un kilo de trigo y 100 más que para un kilo de zanahorias -  o la tendencia a lo saludable arrastran un consumo a la baja que se mantiene ya desde 2012. Cada español tomó en 2018 una media de 46,19 kilos de carne, un 2,9% menos que el año anterior.

También suben los precios, en concreto un 2,2% respecto a 2018, según último el Informe de Consumo Alimentario del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Así, se sitúa el precio medio en 6,69 euros el kilo. Con el descenso en el consumo cayó también el gasto, que con 308,98 euros anuales por persona es un 0,8% menos que en 2017.

Solo un tipo de carne presenta un aumento en el consumo, precisamente la menos sana: la carne transformada, tal como salchichas o embutidos. No obstante, la carne fresca representa el 72% del consumo.

Los jubilados, los más carnívoros

Los jubilados son quienes más carne toman, hasta un 41% más que la media nacional con algo más de 65 kilos por persona. Les siguen los hogares con hijos medianos o mayores y los de parejas adultas sin hijos. Quienes menos toman, las parejas con hijos pequeños.

El informe revela cómo son los hogares donde el responsable de comprar tiene más de 50 años aquellos donde más se compra. Otro factor que determina un mayor consumo de carne es la clase social, pues la gente de clase media alta toma un 13% más de carne – 6,18 kilos – que la media nacional.

Castilla y León vs Extremadura: los dos extremos del consumo de carne

En el norte se come, en general, mayor cantidad de carne. Aunque con excepciones como la de Asturias. Así, en Castilla y León con casi 53 kilos es donde más carne se toma, un 30% más que en Extremadura, donde se quedan en 38 kilos por persona anuales.

Carne fresca: sobre todo menos conejo, vaca y cerdo

Dentro de la carne fresca se incluye la de vacuno, pollo, oveja y cabra, cerdo, conejo y otras (avestruz y pavo, principalmente). También los despojos de la carne. De todas ellas, el consumo se redujo un 3,8% pero unas variaron mucho más que otras.

En concreto, el conejo se llevó la peor parte, que pese a las recientes campañas públicas para incrementar el consumo cayó un 16,5%. Cayó también la ingesta de ovino/caprino – un 8,5% - y la de carne de vacuno, un 5,2%.

Más de uno de cada tres kilos de carne que consumimos es pollo fresco, casi un 30% es carne de cerdo fresca y no llega al 15% el consumo de vacuno.

La excepción, sin embargo, son las carnes transformadas, es decir, las menos sanas. No obstante la OMS las tiene clasificadas como “cancerígenas”. Ahí se incluyen los embutidos, longanizas y fiambres fundamentalmente. Su consumo va en aumento y se concentra en los hogares con hijos mayores o medianos. Aquí el consumo es mayor en Castilla-La Mancha, Andalucía y Murcia y menor en Navarra y La Rioja.

Greenpeace, contra el consumo de carne

Pese al descenso en el consumo, algunas ONG como Greenpeace tienen una cruzada contra el que consideran un "consumo exacerbado de carne y otros derivados animales". Según un reciente comunicado de la organización, España es el segundo país europeo y el decimocuarto mundial que más carne consume por persona al año.

Entre las razones que exponen para limitar el consumo de carne están el daño a la salud, su contribución al cambio climático, el "monopolio de la tierra cultivable", la merma de la biodiversidad, la contaminación del agua, que favorece un sistema de grandes capitales y el perjuicio del bienestar animal.

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