"Sí, sí. Seguro que lo haré. Esto es algo que ya he hablado con mi familia y con mi partido". Pocas palabras, en realidad. Una respuesta tajante y esperada. Era la confirmación de Pedro Sánchez a la pregunta de si será el candidato socialista a la reelección en las generales de 2027. Lo dijo el presidente del Gobierno en una entrevista en Bloomberg el miércoles en Nueva York. Casi de inmediato, su contestación ocupó titulares en los medios españoles. Uno tras otro.
Pero no era una noticia. No había "nada nuevo" en sus palabras, recordaban tanto en la Moncloa como en distintas federaciones del partido. No lo había porque Sánchez ya había avanzado en varias ocasiones anteriores que será la cabeza de cartel del PSOE en las siguientes elecciones. Pero, sin embargo, su respuesta tenía importancia: "La noticia es la actitud", resaltaban en su equipo este jueves. El presidente se reafirmaba en su decisión, y en una entrevista con un gran medio internacional (y prestigioso), Bloomberg, y en la capital del mundo esta semana por el arranque del 80º periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU.
Se ratificaba además después de dos jornadas de malas noticias para él, ambas del mundo judicial: la confirmación del procesamiento de su hermano, David, por presunta prevaricación, y la propuesta de que su mujer, Begoña Gómez, sea juzgada por malversación por un jurado popular. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, había asegurado que Sánchez no merece ser diputado, que ha convertido la política en un "lodazal". "Es una manera de decir que no va a tirar la toalla por mucho que se lo digan. Algo así como: '¿Me pinchan? Pues clavo espuelas'", explicaban fuentes del Ejecutivo.
Distintos dirigentes consultados por este diario, algunos más alineados con Ferraz y otros muy alejados, subrayan que el revuelo ha sido más mediático que interno, porque se daba por descontado desde hace mucho que el secretario general será de nuevo el candidato del partido. "No hay debate sucesorio", repiten todos con rotundidad. Y no lo hay porque el propio Sánchez lo cerró después de sus cinco días de reflexión en abril de 2024. Aquel fue un momento de absoluta zozobra interna: el PSOE se sentía cerca del abismo con la sola posibilidad de que su líder se marchara. Las dudas se sucedieron, el partido se preguntó quién debía suceder al presidente, en el Gobierno y en Ferraz, quién podía ser la mejor opción. Preguntas sotto voce. Pero estaban. Él, sin embargo, en cuanto comunicó su decisión de seguir adelante, "con más fuerzas si cabe", se encargó de confirmar a las pocas horas que su intención era repetir como cartel electoral y continuar en el Ejecutivo.
No fue la única vez. En el cierre del 41º Congreso Federal del PSOE, el pasado 1 de diciembre, en Sevilla, lanzó su candidatura, explicó que él también debía "dar un paso al frente", y que lo hacía además con convicción y con el apoyo de los suyos: "He hablado mucho con mi familia al respecto, porque ellos son también víctimas del odio de los odiadores profesionales". El pasado 12 de junio, cuando se conoció el devastador informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil sobre Santos Cerdán, Sánchez reiteró que encabezaría las listas socialistas en los próximos comicios, que en todo momento ha situado en 2027. Días más tarde, el 25 de junio, al término de la cumbre de la OTAN en La Haya, lo repitió. Porque su voluntad, repetida hasta la saciedad, es agotar la legislatura. Con o sin nuevos Presupuestos.
El miércoles, en Bloomberg, llegó la reconfirmación. "No pretendíamos nada, simplemente respondió una pregunta. No hay nada de precipitación, lo hemos dicho en múltiples ocasiones. Y no hay debate sucesorio", aseguran tajantes en la Moncloa. Y añaden: "El PP lleva años intentando destruir la imagen del presidente y se empeña en vivir en una realidad paralela donde España no funciona. La realidad es que Sánchez lidera un Gobierno de éxitos, sólido y solvente, con proyección internacional. Lo extraño es que nos cuestionemos su continuidad. Es uno de los grandes líderes del momento. Jamás un presidente español tuvo tanta influencia en la política mundial".
En la cúpula del partido, mientras, recuerdan que el hecho de que el secretario general manifieste su voluntad de ser el candidato en 2027 no yugula las primarias, que están tasadas en los estatutos. Es obligatorio abrir el proceso para la elección del representante socialista a las generales, pero cuando el partido ocupa la Presidencia del Gobierno de España, solo hay primarias si lo acuerda la mayoría del comité federal —el máximo órgano de poder entre congresos— o lo pide más del 30% de la militancia.
"Pedro lleva tiempo afirmando su disponibilidad. Cuando llegue el momento, si alguien quiere competir con el, ningún problema... se harán primarias", recalca una integrante de la dirección federal. Esta dirigente no ve por ahora, como coinciden todos los consultados, "ningún debate sucesorio". "Veremos de aquí a cuando se convoquen elecciones. Lo que creo que ha hecho Pedro es lanzar un mensaje de fortaleza. Y no lo veo huyendo. Por el momento, se ha recuperado del bajón post-Santos", añade.
La huida. El recuerdo conduce al PSOE a 2011. A abril de ese año, cuando José Luis Rodríguez Zapatero anunció al comité federal que no repetiría como candidato en las generales siguientes, que se adelantaron a noviembre. La noticia llegaba apenas mes y medio antes de las autonómicas y municipales. Los socialistas perdieron la mayor parte de su poder territorial —hasta Asturias, aunque luego la recuperó en 2012— y más tarde perdieron la Moncloa con Alfredo Pérez Rubalcaba como candidato (sin necesidad de primarias, porque la entonces ministra Carme Chacón se retiró). Rubalcaba se haría con las riendas del PSOE en el 38º Congreso, el celebrado en Sevilla en febrero de 2012, con Chacón —ahí sí— como contrincante, y a la que venció por apenas 22 votos de los delegados. La traumática salida de Zapatero, sumergido el país en una monstruosa crisis económica, hizo sufrir al PSOE. "Aquello marcó también a Pedro, y no lo hará igual", sostienen en la Moncloa. Es decir, que Sánchez irá a las urnas aunque pueda ceder el Gobierno central, aunque corra el riesgo del naufragio. Un peligro que, de hecho, estaba presente en las generales del 23 de julio de 2023, pero que logró conjurar al retener el Ejecutivo.
"No nos abatirán las urnas"
"No hay novedad en lo que dijo desde Nueva York. Pero si alguien tenía alguna duda, lanzamos el mensaje de que seguimos a tope. Es una muestra de fortaleza del presidente, no de resistencia. Porque no estamos resistiendo, estamos gobernando, que aun quedan dos años de legislatura. Y vamos a seguir llevando a España a los mejores indicadores sociales y económicos. Al contrincante político se le abate en las urnas, no con artimañas. Pero tampoco nos abatirán en las urnas", manifiesta otro mando del núcleo de confianza de Sánchez, confiado, como otros dirigentes de su entorno, en que no está todo dicho de cara a las siguientes generales, porque el PSOE ha lanzado señales de tímida recuperación tras el caso Cerdán, porque ha recobrado el control de la agenda política en este primer tiempo de juego del curso político y porque el líder es, para muchos responsables contactados, todavía "el mejor activo" para movilizar al electorado progresista.
Que no existe debate sucesorio en el PSOE ahora mismo lo confirman múltiples dirigentes, más o menos próximos a Ferraz. "No lo hay, no. Hay revuelo porque se anticipa, innecesariamente", valora una dirigente que en absoluto comulga con las tesis de la dirección federal. No lo aprecian, desde luego, en Castilla-La Mancha, la federación más crítica con Sánchez, la única oposición real interna al líder. El propio presidente regional, Emiliano García-Page, insistía este jueves en una entrevista en Espejo público (Antena 3) en que no tiene "ninguna ambición orgánica", en que no forma parte de "ningún grupo ni corriente crítica", ya que sus "intereses e ilusiones" se sitúan en su tierra.
"No estoy en ningún tipo de operación", proclamó. Y ante la ratificación de Sánchez como candidato, garantizó que su voto será para el PSOE: "El día que yo deje de pedir el voto para mi partido es que no militaré en mi partido". Él, que es militante socialista "mucho antes que Pedro Sánchez, entre otras cosas por edad", no pretende marcharse. "Me resistiré todo lo posible a que me obliguen a irme. De ninguna de las maneras, solo faltaba". García-Page presentó su planteamiento crítico con la dirección como un "servicio" que presta al PSOE, pues aunque él no es poseedor de "toda la verdad", sí intenta "mantener una luz encendida, una especie de alarma de emergencia frente a los apagones para que la gente recuerde lo que es el PSOE o lo que era", y para que cuando pase esta etapa, "que va a pasar, como todas", la formación se mantenga en los postulados de la socialdemocracia.
En el entorno del presidente de Castilla-La Mancha rubrican que no se plantea en ningún caso ascender como sucesor de Sánchez. Y rechaza, como hacen otros dirigentes, la hipótesis de que un grupo de excargos e incluso exmilitantes socialistas, reunidos esta semana en un restaurante cercano al Congreso, como avanzó Vozpópuli, se conforme como una suerte de plataforma crítica para pilotar el futuro del partido. Entre el medio centenar de comensales, el expresidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra, el exministro Jordi Sevilla, la exportavoz en la Cámara baja (y exeurodiputada de Ciudadanos) Soraya Rodríguez, el exdiputado nacional y exalcalde de Alcañiz Ignacio Urquizu, el exlíder de los socialistas vascos (y ya fuera del PSOE) Nicolás Redondo o el expresidente del Senado Juan José Laborda.
"De 50 viejas glorias, algunas de ellas ya se fueron del partido y otras son muy mayores. Lo de Soraya, que se fue a Ciudadanos... tela. Nada, no es significativo —apuntan fuentes muy próximas a Page—. No saben por dónde salir con tal de inventarse una conspiración más contra Pedro. Emiliano no está en esto. Él va directo. Todo el mundo sabe lo que piensa y se lo ha dicho a Pedro en el comité federal. Pero él no es ingenuo ni se deja manejar por nadie. Él no quiere liderar el PSOE en el futuro: lo hemos hablado mil veces y es categórico. No quiere ni está en sus planes, y si alguna vez cambiase de postura nos sorprendería".
En las contiendas internas, siempre es capital el ejército de cada aspirante. La tropa. García-Page sí controla su territorio, el PSOE de Castilla-La Mancha, aunque en caso de postularse tendría mucha más dificultad de pegada en otras federaciones porque su posición más a la derecha del partido genera más rechazo en unas bases más escoradas a la izquierda —"al 75% de los militantes nos produce urticaria", subraya un veterano— y que han mantenido firme su apoyo a Sánchez. Pero los excargos que se reunieron esta semana en Madrid "no mueven ni un voto", no tienen ejército, reiteran varios responsables socialistas. "Es el centro de día de jubiletas resentidos de siempre. No pisan una sede o un acto del partido desde hace años. Resultan entre ridículos y vomitivos. Los jubiletas cascarrabias derechizados (pero sobre todo resentidos) buscan desesperadamente un mirlo blanco", subraya esta última fuente. "Ya hay bastantes opciones de derecha, ¿no?", se pregunta con mordacidad un miembro de la cúpula federal. En el PSOE castellanomanchego rubrican que su jefe no tiene nada que ver con esos exmandos y exafiliados.
Un debate interno casi inexistente
"El postsanchismo, salvo desastre electoral que no vislumbro, será con un sanchista", abunda una dirigente alejada del oficialismo. Y es que el análisis compartido es que el PSOE cambió con las primarias de 2017 que Sánchez ganó a Susana Díaz. El secretario general ha sabido construir una organización a su medida, con unos órganos federales bajo control, una formación más vertical —"cesarista", le reprochan sus críticos—, en la que el líder responde ante las bases y en la que los estamentos intermedios han perdido fuerza. La consecuencia, que los veteranos lamentan, es que el debate interno ha desaparecido prácticamente, con excepciones como la del último comité federal, el celebrado el pasado 5 de julio bajo el trauma de la marcha de Cerdán (para entonces ya en prisión, donde continúa), que resultó catártico para la organización.
"Es que nadie cuestiona la repetición de Pedro como candidato. Ni ahora ni antes —tercia un barón con línea propia y con diferencias en ocasiones con la posición de Ferraz—. La sucesión de Pedro es una utopía irrealizable ahora mismo. Ese debate se cerró tras sus cinco días de reflexión. La militancia está con él, y no tiene rival interno ahora mismo. Sigo creyendo que él es nuestro mejor activo. Tiene un enorme desgaste, ttambién dentro... pero a pesar de ellos es un modelo que solo puede darse por amortizado en las urnas. No antes de unas elecciones". Es decir, que el modelo Sánchez, su liderazgo, su perfil, su forma de hacer política, hasta sus alianzas, deben someterse a la validación de los ciudadanos en unas elecciones, no morir antes.
Es la tesis que manejan en Castilla-La Mancha: Sánchez "no puede políticamente" renunciar a ser candidato en 2027. "Por su trayectoria, su relato y sus circunstancias actuales, y por su propio carácter. Aparte de la experiencia que tuvimos con Zapatero, pasan dos cosas —completan en el entorno de Page—: él tiene derecho a presentarse desde la Presidencia del Gobierno y los españoles tenemos derecho a juzgarla, y eso es muy democrático".
Si algo se tiene claro en el PSOE es que Sánchez, para bien o para mal, es de una pasta muy distinta a la de otros líderes. Se recompone frente a la adversidad, prefiere ir al frente de guerra, no retirarse. Su marca personal es la resistencia. En junio, cuando estalló el escándalo Cerdán, valoró dimitir. Irse, convocar elecciones. Pero al final renunció. Quiso seguir adelante para salvar su obra de gobierno, porque sería una "irresponsabilidad" entregar el Ejecutivo a PP y Vox. Los que hablaron con él aquellos días coincidían en el retrato: conversaban con un dirigente muy tocado anímicamente. Sin embargo, supo rehacerse y este septiembre logró recuperar el control de la agenda y con su actitud vitaminó a su partido.
Ahora mismo, pensar por tanto en un relevo es impensable. "Todos sabemos y nadie discute que el líder sigue y repite salvo que él mismo diga 'basta'. Así es con Pedro y ha sido antes con todos —sentencia un dirigente con mucha trayectoria orgánica—. En este partido, salvo excepciones, como ocurrió en septiembre de 2016 [las semanas que precedieron al tortuoso comité del 1 de octubre en el que se provocó su caída], y no creo que se repita, no hay debate sucesorio hasta que lo abra el propio secretario general. Porque esté cansado, sea consciente de que esté políticamente agotado o perciba, le guste o no, que pierde apoyos. Pero el proceso sucesorio lo abre el líder saliente. Es la cultura del partido. Al declarar que será candidato simplemente cierra de raíz la expectativa de un posible debate sucesorio. Pero nadie está en eso, sencillamente porque nadie vislumbra la alternativa".
Illa tampoco está en la ecuación
Porque ahí está la siguiente pregunta: y si no es Sánchez, ¿quién? Nadie sabe dar una respuesta. No afloran mirlos blancos, ni nombres que susciten consenso, ni que estén circulando como alternativas viables. En los cinco días de reflexión se oyeron los de la vicepresidenta primera, María Jesús Montero; la portavoz, Pilar Alegría, hasta el ministro de Transportes, Óscar Puente. Pero las dos primeras lideran ahora sus territorios, Andalucía y Aragón, y serán candidatas por ellos, y el último se descarta de cualquier ecuación sucesoria. El president, Salvador Illa, el socialista con más poder tras Sánchez, también. "Y hay que contar con otro elemento: el odio de la derecha fortalece a Pedro", agrega un buen conocedor del partido. Coincide otro responsable con interlocución muy fluida con la Moncloa: "La coalición tácita contra el sanchismo es amplia, obsesiva y con poder. Pero les pierde la ansiedad. No hay debate sucesorio. En absoluto".
"Es que todo esto es un debate absurdo —resuelve un ministro—. Le preguntaron a Pedro y él respondió lo ya sabido. Es un síntoma de fortaleza tras todo lo que ha pasado. Una señal de que no huirá, de que se mantendrá. Pero para nosotros claro que sigue siendo el mejor activo. Claro que no hay un melón sucesorio abierto". "Novedad ninguna, disipa especulaciones absurdas —conviene un cargo territorial—. Y lo hace en medio del acoso. Pedro tiene que ir a elecciones aunque vaya a perder, y es el mejor activo en la situación actual".
Sánchez solía emplear en sus mítines una sentencia con la que intentaba arengar a los suyos, para que no desfalleciesen aunque las encuestas pintaran mal: "El futuro no está escrito". La máxima aplica también ahora para el mañana del PSOE. "Es que, como ha pasado siempre, no sabemos quién va a suceder al líder. No lo podemos ni imaginar. Además, este no es un partido dividido en facciones, en la que hay un papa y un antipapa. El partido ha saltado una generación". El secretario general del futuro —o secretaria general, porque hay coincidencia interna en que debe liderar el PSOE una mujer— no tiene nombre. Y puede que no lo tenga hasta dentro de un tiempo. Quizá hasta después de las próximas generales. No es ese el horizonte del presidente: él quiere seguir en la Moncloa, elecciones mediante, después de 2027, para un nuevo mandato.
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