El incendio en el PSOE por la falta de diligencia a la hora de tramitar las denuncias de acoso contra el exdirigente y exasesor de la Moncloa Paco Salazar ha tenido ya su primera consecuencia interna. La Secretaría de Igualdad del partido, liderada por la valenciana Pilar Bernabé, convocó de urgencia para este miércoles a las 21.30 una reunión telemática con las responsables de Igualdad de los territorios y portavoces. Ferraz precisa que este tipo de reuniones se producen "con cierta frecuencia", pero admite que en el de hoy se abordará el caso Salazar, "entre otros temas".
La reunión fue adelantada por el diario El País y confirmada posteriormente por fuentes de la dirección federal, y coincide con la publicación de la literalidad de las denuncias que dos mujeres presentaron en julio pasado de manera anónima a través del canal antiacoso habilitado en el partido. Expedientes que durmieron durante cinco meses sin que se hiciera ninguna gestión, ni siquiera la llamada a las afectadas, y que solo se reactivaron cuando elDiario.es dio cuenta de ellos. La portavoz de la ejecutiva, Montse Mínguez, confirmó el lunes pasado que el procedimiento no había concluido, que se seguiría indagando pese a que Salazar se dio de baja como militante la semana pasada, justo cuando el periódico se interesó por la tramitación de las dos denuncias.
Sin embargo, el escándalo cobró más fuerza aún cuando elDiario publicó, el lunes por la noche, el relato de las víctimas. Tenebroso y al tiempo clarificador. El comportamiento de Salazar, decía una de ellas, "destilaba misoginia y baboseo en cada comentario disfrazado de broma que hacía". "Su lenguaje era hipersexualizado hasta para dar los buenos días —continuaba—. Salía del baño que tenía en su despacho a medio vestir y no se subía la cremallera hasta que estaba cerca de tu cara (porque tú estabas sentada y él de pie)".
La mujer era una empleada de la Moncloa que había estado trabajando a las órdenes de Salazar y que había presentado su denuncia el 28 de julio, unas semanas después de que se conocieran los comportamientos "inadecuados" del sevillano y que provocaron que renunciara a su ascenso dentro de la ejecutiva socialista —iba a formar parte de la poderosa área de Organización, la que había dirigido Santos Cerdán, como segundo adjunto a la nueva titular de la cartera, la valenciana Rebeca Torró— y también que abandonara su cargo de secretario general de Coordinación Institucional en el Gabinete del presidente. Salazar era un hasta entonces un hombre de la entera confianza de Sánchez, y por eso su caída no era una cuestión menor ni intrascendente.

"Escenificó un día en medio del despacho una felación con todo lujo de detalles sin venir a cuento. En privado, sobrepasaba otras líneas. No entro en detalles por este medio de denuncia porque no me transmite la seguridad de que esto no vaya a tener consecuencias. Y, en resumidas cuentas, porque sigo teniendo miedo", sostenía la mujer. Ella misma describía cómo utilizaba su poder para amedrentar a las mujeres que trabajaban con él. "Si le ponías límites, pagabas las consecuencias. De repente, no tenías nada que hacer porque te sacaba de los proyectos. O llamaba a reuniones a todo el equipo y tú te quedabas fuera. O te gritaba sin ningún motivo delante de todo el mundo diciendo que habías hecho o dicho algo mal".
Otra víctima reportó al partido "comportamientos explícitos, bromas humillantes y comentarios sobre la vida sexual, la vestimenta o el aspecto físico" en su escrito de 8 de julio. O sea, tres días después del comité federal que consagró el destierro orgánico e institucional de Salazar. "Llegaba por la mañana y te decía el buen culo que te hacía ese pantalón o te pedía que le enseñaras el escote —narró esta última denunciante a elDiario.es—. Si te veía mala cara, te preguntaba en mitad de la oficina si habías dormido poco por haber mantenido relaciones sexuales. Y nos sometía a situaciones humillantes que para muchas de nosotras fueron traumáticas. Si te agachabas a coger algo del suelo, te decía que te agacharas otra vez para demostrar lo flexible que eras".
Conductas que la ministra portavoz, Pilar Alegría, tachó de "vomitivas" cuando los periodistas le preguntaron ayer martes en la rueda de prensa posterior a la reunión del Gabinete. Pero ella misma había comido el pasado 3 de noviembre en un restaurante cercano a su departamento, en la calle de la Libertad, en Madrid. Para entonces Salazar ya estaba fuera del poder orgánico e institucional por las denuncias de acoso. No se conocía la textualidad, pero sí qué motivos le habían arrastrado. Porque fueron esas acusaciones las que le sacaron de Ferraz y de la Moncloa en julio.
El partido no hizo ningún tipo de indagación después de que las denuncias quedaran registradas. Es más, a las mujeres les había desaparecido su expediente cuando intentaron acceder a él. Ferraz argumentó que no se habían eliminado los historiales, que simplemente se había producido una "interrupción momentánea del acceso al canal de comunicación por parte de las denunciantes anónimas, una interrupción que no es fruto de un error sino de una acción automatizada del propio sistema, para la protección de los datos personales". La comunicación sería recuperada "a la mayor brevedad posible", prometieron en el cuartel general.
Este miércoles el partido contactó con las dos mujeres para iniciar la tramitación de sendos expedientes, según avanzó elDiario.es. Ferraz insiste en que no puede confirmar que ese paso se haya dado por una cuestión de confidencialidad. La instrucción es una cuestión que compete al comité antiacoso, cuya composición no se ha dado a conocer, también por razones de privacidad, se escuda la dirección, y por "independencia" del órgano. Tendrá que redactar un informe de conclusiones y elevarlo a la Secretaría de Organización que dirige Torró.
Pero que Bernabé, también delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, convocara este miércoles de urgencia esa reunión con las responsables y portavoces de Igualdad del partido da buena cuenta del malestar interno que recorre las filas socialistas. Distintas dirigentes consultadas inciden en que se ha actuado tarde, que no se entiende qué ha ocurrido y exigen mano dura, "sin contemplaciones" con el presunto agresor. El problema es que el PSOE no puede actuar orgánicamente contra una persona que ya no tiene carné.
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