En la era de la globalización y del afán de instantaneidad, se acortan los tiempos para gestar una sacudida económica y para que ésta se convierta en mundial. Aún no han pasado dos meses desde que las autoridades de Hubei, una provincia interior china, informaran de apenas una treintena de casos de una “extraña neumonía” que parecía tener como foco un mercado de animales vivos.

Hoy son más de 83.000 las personas contagiadas en medio centenar de países (entre ellos, una treintena en España) y hay más de 2.800 víctimas mortales. El brote de esa extraña neumonía, causada por un tipo de coronavirus (el Covid-19), se ha convertido en el principal factor de riesgo para la economía global a corto plazo, desbancando a un Brexit ya encarrilado y a la guerra comercial entre EEUU y China tras apaciguar las tensiones.

Hace unas semanas, instituciones internacionales y estatales y todos los centros de análisis apuntaban a que, si China conseguía controlar la epidemia a finales de febrero, el impacto económico sería moderado para el gigante asiático y bastante leve para el conjunto de la economía internacional. En finales de febrero estamos, y la crisis está lejos de ser controlada y sólo crece.

Así que hoy algunos de esos mismos organismos y entidades ya han empezado a rebajar sus previsiones de crecimiento económico, pero apuntan a que el golpe aún puede acabar siendo relativamente limitado si el brote empieza a remitir en primavera. Nadie se atreve, sin embargo, a anticipar cuándo remitirá la epidemia y el miedo ha empezado a cundir en los mercados y en todos los sectores económicos.

Debacle millonaria en las bolsas

Menos de dos meses después de esos primeros casos en la ciudad de Wuhan, la propagación del coronavirus a otros países -singularmente su expansión por Corea del Sur y a Italia- ha desatado una debacle bursátil en todo el mundo, con fuertes caídas en todas las grandes plazas financieras y con pocas perspectivas de que el rebote sea inminente.

Todos las empresas del Ibex se han despeñado en bolsa esta semana, con la única excepción de MásMóvil

“Hasta ahora, el impacto económico de la epidemia del Covid-19 ha sido de un shock en el suministro de productos” por la concentración de sus efectos en China, la gran fábrica global, “pero la aparición de un foco de contagio espontáneo en Italia cambia la dimensión del problema”, apunta Gilles Moëc, economista jefe de Axa Investment. El vendaval de caídas arrancó en China, contagió al resto de mercados asiáticos y ahora se ha vuelto global con auténticos zarpazos milmillonarios en las bolsas europeas y en Wall Street.

El español Ibex 35 ha sufrido un desplome del 13% en siete sesiones, fulminando más de 84.000 millones de euros del precio de las grandes compañías del país. Las caídas arrancaron el 20 de febrero de manera contenida. Pero fue el pasado lunes cuando se desató la auténtica vorágine y el índice español registró la mayor caída desde el referéndum del Brexit, en junio de 2016, y borró todo lo ganado en lo que va de año.

Desde entonces, y salvo una efímera tregua el miércoles, los números rojos no han dejado de intensificarse. Una semana negra, la peor desde 2010, con todos los grandes valores de la bolsa española en negativo, con la única excepción de la teleco MásMóvil.

IAG -la matriz de Iberia, Vueling y British Airways- ha sido con mucho el peor valor, golpeado como el resto de compañías del sector aéreo y turístico en toda Europa. En una semana, IAG ha perdido un 26% de su valor en bolsa, más de 3.100 millones fulminados por el miedo a cómo evolucionará un negocio directamente afectado por la epidemia internacional.

La perspectiva de un parón del crecimiento económico internacional, y la incertidumbre por la intensidad en un momento que aún no se puede calibrar, es lo que se ha sacudido las bolsas mundiales. Y los centros de análisis van rebajando sus previsiones en cascada.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ya ha avisado de que su previsión de crecimiento del PIB mundial del 3,3% para 2020 -anunciada hace menos de un mes- se recortará entre una y dos décimas. Algunas casas de análisis van mucho más allá, y anticipan que el coronavirus recortará entre cuatro décimas e incluso más de un punto porcentual del crecimiento global de este año. Todo dependerá de la duración y la gravedad de la crisis sanitaria.

IAG, la dueña de Iberia y Vueling, ha perdido en una semana un cuarto de su valor: 3.100 millones evaporados

Los expertos tratan de calcular el golpe del coronavirus mirándose en el espejo de la epidemia de SARS de 2003, que tuvo una incidencia sanitaria menor y que se saldó con la pérdida de una décima de PIB mundial. Pero en aquel momento China era casi un país emergente, la sexta economía mundial y tenía un peso del 4,3% en el PIB global. Ahora es uno de los corazones industriales y económicos del planeta, la segunda mayor economía y concentra un 16,3% del PIB mundial. Las consecuencias pueden ser mucho peores.

La Comisión Europea reconoce que el coronavirus ya ha empezado a tener un impacto en la economía europea. De momento, mantiene sus previsiones, pero ya admite el golpe. “Los recientes acontecimientos apuntan a una materialización parcial de este riesgo, así que tendremos impacto. Pero una evaluación, una previsión seria, todavía no es posible”, zanjaba el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni.

S&P sí anticipa que la crisis sanitaria le costará entre 0,1 y 0,2% de crecimiento a la eurozona y a Reino Unido, y Bank of America calcula un 0,3% (ya ha rebajado su previsión del 3,1% al 2,8% para este año). Y eso con las grandes economías españolas ya zozobrando con anterioridad, con Italia y Francia ya en negativo en el último trimestre de 2019 (-0,3% y -0,1%, respectivamente) y con Alemania y Reino Unido en total estancamiento (con solemnes 0%).

Dudas sobre el crecimiento de España

España seguía creciendo, pero la ralentización ya había empezado. El Gobierno de Pedro Sánchez acababa de rebajar su previsión de crecimiento de PIB para este año, del 1,8% al 1,6%. Y lo hizo ya antes de la zozobra económica internacional vinculada al Covid-19. “Es prematuro hacer estimaciones sobre el impacto económico” en España, insiste desde hace días la vicepresidenta económica, Nadia Calviño.

El Gobierno ya bajó al 1,6% el alza del PIB sin calcular el impacto del coronavirus. Bank of America cree que no superará el 1,4%

Pero en Moncloa se monitoriza al minuto por el alto riesgo que representa el brote y empieza a valorarse la posibilidad de volver a rebajar la estimación para 2020 si las incertidumbres persisten. La mayoría de los centros de análisis aún no han movido ficha y mantienen su previsión para este año entre el 1,5 y el 1,7%. Bank of America ya la ha rebajado hasta el 1,4% y S&P calcula que la crisis le costará a España 0,14 puntos de PIB. Cada décima arriba o abajo son unos 1.250 millones de euros de riqueza nacional en juego.

El Gobierno trata de arrancarle a Bruselas una nueva relajación de los objetivos de déficit público. España reclama a la Comisión Europea una nueva senda que le permita un déficit del 1,8% en 2020, lo que le permite liberar casi 9.000 millones para ejecutar parte de las políticas comprometidas en el pacto de PSOE y Unidas Podemos para el Gobierno de coalición. Paradójicamente, el coronavirus y su impacto económico pueden jugar a favor de los intereses del Gobierno español y facilitar que Bruselas flexibilice su postura.

De la caída del Mobile a la del Salón de Ginebra

De momento, España es uno de los países que ha sufrido directamente y de manera más concreta las consecuencias que provoca la extensión del miedo en torno al coronavirus. La suspensión del Mobile World Congress (MWC) de Barcelona, programado para esta semana, representa un zarpazo de cerca de 500 millones de euros en el país.

La cascada imparable de renuncias por parte de empresas tecnológicas y de telecomunicaciones a acudir al congreso por miedo al virus acabó por hacer inviable su celebración. El pánico de las compañías a registrar contagios entre las delegaciones que enviaban a la gran cita mundial de la industria del móvil acabó por tumbarla.

Fue una cancelación que a muchos les pareció exagerada por el bajo riesgo que entonces se percibía. Ejecutivos de varias de las compañías que tenían previsto acudir al MWC apuntan ahora que la suspensión ha acabado siendo una suerte, teniendo en cuenta que el primer caso de coronavirus detectado en Cataluña se registró esta semana, justo cuando estaba prevista la celebración del congreso. “El revuelo de esa coincidencia habría puesto en peligro el Mobile mismo para el futuro”, alertaba un directivo. “Habría sido un escándalo, a pesar de que se ha demostrado que no hacía falta el Mobile para que el virus llegara a España”.

No es el único gran evento que se ha caído por el impacto del coronavirus. El Salón del Automóvil de Ginebra, que arrancaba la próxima semana, ha quedado suspendido por la prohibición decretada por las autoridades suizas de celebrar eventos que impliquen la concentración de más de 1.000 personas para evitar contagios. Una de las grandes cumbres globales del automóvil, KO mientras el conjunto del sector teme un golpe en su producción y en sus ventas por el impacto de la propia epidemia.

Y otro tótem cayó pocas horas después. La ITB de Berlín, la mayor feria de turismo del mundo, también quedó cancelada por temor a la epidemia. Facebook también ha decidido cancelar su gran conferencia anual de desarrolladores, prevista para mayo en Estados Unidos, por seguridad ante la incertidumbre sobre cómo evolucionará la epidemia. De momento, Apple y Google no han movido ficha y mantienen sus cumbres de desarrolladores con las que congregan a miles de personas del sector tecnológico procedentes de todo el mundo.

Es el tratamiento, no la enfermedad

“El coronavirus amenaza con convertirse en un corona-crack económico y financiero. No ya por la incidencia de su mortalidad, sino por la parálisis que está provocando la prevención” de los contagios, sostiene Santiago Carbó, director de Estudios Financieros de Funcas.

El petróleo se ha desplomado un 14% en una semana y su precio es el más bajo desde 2017

Las medidas para frenar la propagación de los casos y las expectativas de que se alarguen si no se controla la epidemia son las que han desatado el miedo a los mercados por la expectativa de que se produzca un frenazo en la actividad de empresas de múltiples sectores y, con ello, un parón económico general.

Las cuarentenas, las restricciones de movimientos en algunas zonas, las vacaciones forzosas impuestas por Pekín... han paralizado la actividad industrial en regiones del país, poniendo en jaque las cadenas de suministro globales y amenazando con desabastecimientos a medio plazo a empresas internacionales de todos los sectores.

Gigantes globales tecnológicos, las grandes automovilísticas y los colosos de la moda y el lujo han ido advirtiendo que no cumplirán sus objetivos financieros por el impacto del coronavirus, tanto por una contracción de la demanda en el gran mercado chino como por los eventuales problemas de suministro que se avecinan en sus cadenas de producción.

El parón en China está provocando un derrumbe del precio del petróleo. El barril europeo Brent ha caído más un 14% en apenas una semana, hasta el entorno de los 50,4 dólares, su nivel más bajo desde agosto de 2017. También ha caído los precios de otras materias primas, como el cobre, el aluminio, el zinc o el níquel. Por el contrario, como en todos los momentos de zozobra en los mercados, los inversores se vuelcan en los valores refugio, como el oro (que ha llegado a escalar hasta los 1.700 dólares por onza, su máximo de siete años) o la deuda pública de las economías más estables.

Del mismo modo, la extensión de la epidemia a Italia ha paralizado la actividad económica y turística del norte del país, donde se concentra un tercio del PIB italiano, lo que pone a la economía transalpina en peligro de recesión técnica si no hay un giro rápido de la situación que nadie espera.

La crisis llega a las fábricas

El golpe de la crisis del coronavirus para muchas empresas es por partida doble. Por un lado, porque el cierre de grandes fábricas en China para evitar contagios amenaza con provocar problemas de suministro en varios sectores (textil, automoción, tecnológico…) si se extiende durante varias semanas más. Por otro, porque el parón del consumo en el gigantesco mercado chino castiga las ventas de algunos colosos tecnológicos, de distribución, de moda o del sector del lujo.

En el sector tecnológico, gigantes como Apple o Microsoft ya han alertado de que no van a cumplir sus objetivos financieros por este doble golpe. El cierre de fábricas también castiga las producciones de Sony, Amazon, los fabricantes tecnológicos locales como Huawei y Xiaomi o de los grupos de chips estadounidenses Qualcomm o Broadcom.

Compañías textiles desvían parte de su producción a Turquía o Marruecos por el parón en China

La industria textil y de la moda maniobra para sortear los problemas si la crisis sanitaria se alarga. Adidas, Puma o Nike han reconocido un parón de las ventas, los fabricantes con proveedores o con producción propia en China buscan alternativas. La Confederación España de Empresas de la Confección (Fedecom) ha recomendado a sus asociados sopesar el traslado de producción a países como Turquía, Marruecos o directamente España, y algunos ya han empezado a hacerlo.

La temporada primavera verano ya está resuelta, pero si el cierre de factorías se alarga –abril se señala desde el sector como fecha límite- puede generar problemas para la temporada de invierno. Una situación similar sufre el sector juguetero español, que concentra en torno al 80% de su producción en China y que ahora vive un periodo de calma tras la campaña navideña, pero en marzo la producción ha de reactivarse.

El sector de la automoción vive pendiente de la evolución del virus. La provincia china de Hubei, el primer foco del brote, es uno de los centros neurálgicos de la industria automovilística con decenas de factorías. El parón de la actividad allí y en otras zonas de China complica la organización de gigantes de los componentes, con Gestamp o Grupo Antolín buscando otros proveedores alternativas de transporte más rápidas…

Las marcas automovilísticas con factorías en España, agrupadas en la patronal Anfac, de momento no están sufriendo directamente la situación gracias a sus stocks de piezas y componentes, pero temen los problemas que generaría la prolongación de la emergencia sanitaria y de las medidas de prevención.

Temor en el turismo mundial

La Organización Mundial de Turismo (OMT) de momento se resiste a revisar sus previsiones de viajes internacionales y mantiene la estimación de que los desplazamientos entre países crecerán en 2020 entre un 3% y un 4%, por lo que las llegadas de turistas marcarían un récord de hasta 1.560 millones en todo el año. Las compañías turísticas tienen otra perspectiva y muestran un temor más evidente.

Las aerolíneas internacionales temen que la epidemia de coronavirus suponga un golpe millonario para el sector este año. La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) cifró en 29.300 millones de dólares (unos 27.150 millones de euros) el impacto en los ingresos de las aerolíneas mundiales del brote de coronavirus. Un dato que suponía una rebaja del 5% en los ingresos mundiales previstos hasta ahora para el conjunto de 2020 por la IATA.

La patronal mundial de aerolíneas ya previó un golpe de 27.000 millones... pero bajo la hipótesis de que el virus sólo afectaría a China

Además, la situación provocada por el coronavirus puede implicar la caída de la demanda mundial del tráfico aéreo del 0,6% con respecto al año 2019, frente al crecimiento del 4,1% previsto, lo que sería la primera caída en la demanda desde la crisis de SRAS en 2003. Solo en Asia y el Pacífico, el descenso de la demanda será del 8,2%, frente a la previsión de un 4,8% del crecimiento que la asociación manejaba hasta hace unas semanas.

El problema es que estas previsiones las fijó la IATA bajo la hipótesis de que la emergencia no se extendiera de manera significativa fuera de China y, si ocurría, el impacto sería mayor. Hasta ahora, las aerolíneas internacionales han eliminado temporalmente alrededor del 80% del total de las conexiones aéreas con China y han empezado a suspender vuelos a Italia (easyJet, Brussels Airlines...) o reorganizar la capacidad de las rutas para atender la menor demanda (Iberia, Vueling…)

IAG, la matriz de Iberia, Vueling y British Airways, ya ha advertido de que en 2020 sufrirá una caída de sus ingresos y que se resentirá su beneficio por la caída de la demanda provocada por el coronavirus, pero no ha cuantificado el golpe a la espera de saber cómo evoluciona la crisis. El grupo Air France-KLM sí ha precisado que la epidemia le va a costar entre 150 y 200 millones de euros de resultado de explotación este año, y eso sólo si puede empezar a recuperar los vuelos suspendidos hacia China a partir de abril.

Las hoteleras españolas y las agencias de viajes reconocen que ya están sufriendo cancelaciones hacia destinos comprometidos por el brote, singularmente China e Italia. El caso del país transalpino es especialmente comprometedor para las cadenas hoteleras por su amplia presencia. NH Hoteles, AC Hotels by Marriott o Meliá cuentan conjuntamente con una setentena de establecimientos en Italia y admiten el golpe que la epidemia va a provocar en su negocio este año.

Amadeus, el gigante mundial de servicios tecnológicos para el sector turístico, admite que es “indudable” que sus cuentas y las de toda la industria turística global sufrirán este año el impacto del coronavirus. “Anteriores episodios como el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS) o la gripe A, tuvieron un patrón en V, con una caída fuerte seguida de una recuperación igualmente apuntada", explica Ana de Pro, directora financiera de Amadeus. Con este patrón, “deberíamos ver cierta recuperación ya en 2020”. Una esperanza a la que se agarran empresas de todo los sectores.