“Un Estado que empequeñece a sus hombres, a fin de que puedan ser más dóciles instrumentos en sus manos, aún cuando sea para fines beneficiosos, hallará que con hombres pequeños ninguna cosa grande puede ser realizada; y que la perfección del mecanismo, a la cual todo lo ha sacrificado, terminará por  no servirle para nada por falta del poder vital que, en aras de un más fácil funcionamiento de la máquina, ha preferido proscribir”. He aquí –literalmente– el último párrafo de una obra maestra de la civilización occidental, Sobre la libertad, escrita en 1859 por el simpar erudito John Stuart Mill; un texto emblemático y de culto del liberalismo político.

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