La vicepresidenta tercera del Gobierno, Yolanda Díaz, está negociando directamente con Pedro Sánchez el incremento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) "puenteando" a la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, que este martes insistió en que no se dan las condiciones para una nueva subida. Aseveran en el entorno de Díaz que esta es una cuestión que "no afecta a las competencias de Economía sino de Trabajo" por lo que la interlocución es directa con el jefe del Ejecutivo.

Sánchez y Díaz han celebrado al menos una reunión en los últimos días sobre un asunto que enfrenta al sector morado del Gobierno con el socialista, porque la oposición a una nueva subida del SMI la encabeza Calviño, pero la secundan la ministra portavoz y de Hacienda, María Jesús Montero, y el titular de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, entre otros.

De momento parece que Sánchez está del lado de Calviño, aunque Díaz asegura en público y privado que "el presidente lo va a pensar". Este lunes, durante una entrevista en RNE apeló a la misma "valentía" que el Ejecutivo había mostrado a la hora de indultar a los presos condenados por sedición, malversación de fondos públicos y desobediencia en torno a los acontecimiento de octubre de 2017 en Cataluña.

Díaz pide "valentía" y Calviño esperar a la evolución del empleo

"Mi posición es conocida. Un Gobierno progresista debe mirar por los más débiles", dijo al arranque de esta semana. Y añadió: "La misma valentía que tuvimos en el Gobierno con el despliegue de los indultos toca ahora tenerla con la gente que lo está pasando mal. En 2023 no se nos vamos a juzgar por los indultos. Se nos va a juzgar por la gente que está sufriendo y ahí es donde hay que estar".

Pero Calviño ha insistido este martes en la necesidad de  ver cómo evoluciona el empleo en la segunda parte del año "y espero que cuanto antes se recupere la senda de subida del SMI en la que estábamos cuando nos golpeó la pandemia». En todo caso, no se evaluará este asunto hastga al vuelta del verano.

De momento las posiciones parecen irreconciliables. Pero también ocurría lo mismo con la Ley Trans hasta que Sánchez y Díaz la desbloquearon y los ministros Juan Carlos Campo e Irene Montero terminaron de perfilar el nuevo texto, en ese caso, sin el concurso de la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, y ahora parece que con la voluntad de los morados de sortear a la responsable del área económica del Gobierno.

De hecho, uno de los inconvenientes que se plantearon con que Díaz fuera la vicepresidenta segunda, ocupando la vacante de Pablo Iglesias, es que llevando un Ministerio del área económica no podía quedar orgánicamente por delante de Calviño. La gallega no hizo batalla de este asunto en su deseo de "no generar ni un problema a Pedro Sánchez" y aceptó bajar en el escalafón gubernamental.

Interlocución directa con Sánchez

Pero esa cesión tenía su "trampa". En calidad de principal representante del sector morado del Gobierno también heredó de Iglesias la interlocución directa con Sánchez, con quien habla mucho y al que ve con cierta frecuencia, sola o en compañía de las otras tres vicepresidentas. Asimismo, el secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez, se relaciona con el director de gabinete de Sánchez, Iván Redondo, sin escalones intermedios, lo que ha generado más de una vez reticencias de no pocos ministros socialistas.

En este sentido, crece como la espuma el rumor de que la crisis de Gobierno tocará a Carmen Calvo muy debilitada tras resultar derrotada en la Ley Trans. Incluso hay quien ha apuntado a la propia Calviño, aunque en el entorno presidencial aseguran que "eso sólo lo sabe Sánchez" y de momento no ofrece pistas.

Nervios en Moncloa

Los que están menos nerviosos son los ministros de Unidas Podemos. Si Sánchez quiere sacrificar alguna pieza morada lo tendrá que negociar con Díaz y eso supone abrir una caja de pandora, pues existe el pacto tácito, algunos dicen que secreto y por escrito, de que si se toca el actual equilibrio en el reparto de fuerzas entre los socios de gobierno hay que volver a renegociar todo desde el principio.

No deja de ser una situación anómala. En este caso y por mucho que se diga que el nombramiento y cese de los ministros es una de las competencias exclusivas de los presidentes del Gobierno, el margen de maniobra queda muy limitado cuando se trata de una coalición. Una vez más Sánchez deberá elegir entre una de sus vicepresidentas, socialistas, y otra integrante del Gobierno proveniente de Unidas Podemos y en el sector del PSOE admiten no tenerlas todas consigo.