Dar peso en campaña a dos figuras que no siguen precisamente los estándares discursivos prefijados por el partido es un coste que Pablo Casado está dispuesto a asumir con tal de completar una hoja de ruta que comienza el 13 de febrero y que no finalizará hasta las elecciones generales, que pueden celebrarse en cualquier momento de 2023 o a principios de 2024 si Sánchez decide agotar la legislatura al máximo. Isabel Díaz Ayuso y José María Aznar se han convertido en una herramienta del PP para frenar la pretensión de Vox "entrar en los gobiernos" autonómicos de los populares, empezando por el de Castilla y León. Allí, la demoscopia privada avanza que Alfonso Fernández Mañueco arrasará, pero esa fuerza, según marcan algunas de las últimas encuestas, podría haber remitido y no ser suficiente como para negarle a Vox una cuota de poder en un hipotético ejecutivo regional del PP.

Las de Castilla y León no son unas elecciones autonómicas más para el PP, sino que sientan la base del castillo de naipes que quiere construir Casado hasta llegar a Moncloa. Cargos populares coinciden en señalar que sería un "error" pecar de triunfalismo en unos comicios con factores externos que podrían empañar la victoria del barón del PP. Por ejemplo, las autonómicas de Castilla y León serán las primeras de la historia que no coincidirán con unas municipales, y en el primer partido de la oposición son conscientes de que sus siglas serían las potenciales perjudicadas de que este factor se tradujese en una baja participación. La incógnita de los partidos locales -la llamada España Vaciada-, puede jugar también en contra del PP, toda vez que formaciones como Unión del Pueblo Leonés o Soria Ya se inclinen hacia el bloque de la izquierda y dejen a Mañueco en manos de Vox.

Tal y como informó El Independiente a finales de diciembre, la hoja de ruta pasaba por copiar en la región la estrategia que llevó a Isabel Díaz Ayuso a la cima en Madrid, y que le permitió gobernar sin deudas políticas: personalizar en Pedro Sánchez la afrenta política e "ignorar" a Vox para minar su crecimiento. Pero el tirón de la madrileña va más allá de estrategias políticas y de fronteras autonómicas, y el equipo de Alfonso Fernández Mañueco pidió a la dirección nacional intensificar la presencia de Isabel Díaz Ayuso en campaña. De hecho, el presidente de la Junta se dejó ver en varias ocasiones con la líder madrileña en los días previos a la convocatoria electoral con varias visitas a la capital, e inauguró la precampaña 'arropando' a Ayuso en un desayuno informativo en Madrid el pasado 10 de enero.

Alfonso Fernández Mañueco e Isabel Díaz Ayuso en un desayuno informativo el pasado 10 de enero | EUROPA PRESS

Pero explotar el arrastre mediático y electoral de Isabel Díaz Ayuso hubiese sido imposible con una guerra interna aún latente. Tras unos meses de alta tensión y de reproches cruzados, Génova desactivó temporalmente la batalla contra Ayuso por el control del PP de Madrid y dio orden a todos los barones, incluida la madrileña, a aparcar las cuestiones orgánicas y centrarse en "sumar" en período electoral. Ayuso acató la orden, y fuentes de su equipo reiteran que "estará donde se le diga" para que Mañueco alcance el objetivo de gobernar en solitario. El 'alto el fuego' se escenificó también el pasado 10 de enero, cuando Isabel Díaz Ayuso y Teodoro García Egea -acompañados por el presidente de Castilla y León- se dejaron ver juntos por primera vez en meses.

En el PP entienden que el desgaste por un enfrentamiento con uno de sus principales activos políticos no les hace ganar precisamente enteros frente a Vox, pero la cuestión del congreso autonómico sigue siendo un asunto sin resolver. En la Puerta del Sol han aceptado con resignación los tiempos marcados por Génova, pero no cederán en la intención de la dirección nacional de que Isabel Díaz Ayuso no sea quien guíe a los populares madrileños. "Será presidenta [del PP de Madrid] antes de verano", reiteran en su equipo.

Con la guerra parcialmente soterrada, la participación de Isabel Díaz Ayuso en campaña está confirmada, pero su papel no distará del protagonismo del resto de barones a los que el PP ha fiado también su triunfo en la región. Génova no quiere dar excesivo protagonismo a la dirigente madrileña -que suele acaparar todos los focos en los actos de partido- y apuesta por equiparar su papel al del resto de presidentes autonómicos. La presidenta de la Comunidad de Madrid estará el próximo 4 de febrero en Burgos y participará junto a Alberto Núñez Feijóo, Juanma Moreno, Fernando López Miras y Juan Jesús Vivas en el acto de cierre de campaña del próximo 11 de febrero, un evento que tendrá a Pablo Casado y Alfonso Fernández Mañueco como protagonistas.

Los dardos de Aznar

Aunque no ha tenido un papel destacado en campaña -no estuvo en la apertura ni tampoco se prevé su presencia en el cierre-, la dirección nacional del PP ha explotado el respeto del electorado de Vox hacia la figura de José María Aznar. El ex presidente del Gobierno, máximo representante en el PP de esa 'derecha sin complejos' con la que Santiago Abascal roba votos a Pablo Casado, participó en un mitin el pasado sábado en Valladolid. El resultado de su contundente discurso fue el esperado: Aznar volvió a separar a las siglas del PP del marco de la "derechita cobarde" en el que pretende encuadrarle Vox, y ejerció como muro de contención frente al avance de la fuerza situada justo a su derecha.

Pero los reproches del que fuese presidente de Castilla y León entre 1987 y 1989 no se dirigieron en exclusiva a Santiago Abascal: a Aznar no le tembló la voz para señalar a Pablo Casado como culpable último del avance de Vox. "Hay muchas personas que se agarran a supuestas soluciones baratas y mágicas, a populismos mentirosos o falsos, porque no tienen un referente fuerte en el que confiar", espetó. Ante medio millar de personas y sin mencionar el nombre del líder del PP, el ex presidente del Gobierno instó a Casado a construir un partido "fuerte" centrado en "no sembrar la división ni mucho menos la discordia". Y enfatizó la "importancia" de los barones autonómicos y en la necesidad de cerrar heridas internas para construir "una sólida referencia en la que se pueda confiar".

El discurso de Aznar no dejó indiferente a nadie en la sala. No profundizó en el conflicto entre Casado y Ayuso por el PP de Madrid, pero sí enmendó el objetivo vital del presidente de los populares, centrado en preparar peldaño a peldaño su camino hacia la presidencia del Gobierno. "Oigo decir que hay que ganar para que llegue no sé quién a La Moncloa. Pero oiga, la pregunta es para hacer qué", pronunció ante un auditorio entregado. Aunque sin una mención explícita, criticó también la intención de Génova de diluir el protagonismo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, e instó a Alfonso Fernández Mañueco a rodearse "sin reservas" de "los mejores", en alusión nuevamente a Isabel Díaz Ayuso.

En el PP quitan hierro a las palabras del ex presidente del Gobierno y defienden que, pese a sus controvertidas palabras en la Cúpula del Milenio de Valladolid, la capacidad de movilización de Aznar entre el electorado de la derecha en un territorio especialmente conocido por el veterano político es un "activo" para frenar a Vox del que no pueden renegar. Fue el tono en el que se movió el propio Pablo Casado este domingo. No incidió en el encendido discurso de su 'padre' político, pero sí reivindicó su proyecto "reformista" con el que pretende llegar a Moncloa.

El líder de la oposición aprovechó no obstante el tirón de Aznar para continuar su crítica hacia Vox, hacia su "arrogancia" y hacia su "estridencia". Con la izquierda desactivada en Castilla y León, la batalla estas elecciones se juega en el tablero de la derecha con dos fuerzas completamente enfrentadas, pero condenadas a entenderse.