Irritación. Indignación absoluta. El Gobierno trata de reponerse de un golpe que no esperaba y que le ha levantado en armas contra el PP y contra su líder, Alberto Núñez Feijóo. El pacto para la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), reitera, estaba prácticamente cerrado, a falta de los últimos flecos, como la presidencia del órgano, pero estaban listos los nombres de los vocales y hasta sus suplentes. Pero el castillo se vino abajo porque, para la Moncloa, Feijóo no supo resistirse a las "presiones" de las "fuerzas más extremistas de la derecha, que nunca han querido el acuerdo". No saldrá gratis al jefe de los populares, estiman en el Ejecutivo y en el PSOE: la "ruptura unilateral" de las conversaciones le pasarán factura, creen, porque "ha perdido credibilidad y autoridad". Y su palabra "no vale nada". Por eso para el Gobierno él ya no es un "interlocutor válido", alguien confiable con quien sentarse. Lo que queda por delante es una guerra, ya sin cuartel, entre los dos grandes partidos, de aquí hasta las generales de dentro de un año. "A sangre y fuego", como admite una dirigente de primer nivel.

En el equipo de confianza del presidente sostienen que aún no se ha hablado de los siguientes movimientos que darán, que se irá viendo cuando "las cosas se asienten". Porque ahora duele la "decepción" con el PP. "Le han temblado las piernas, no es autónomo", apuntaba Sánchez a los periodistas que viajaban con él en su gira por África. Lo hacía en Luanda, en la escala técnica que estaba obligado a hacer su Airbus oficial para poder proseguir su ruta hacia Madrid. El líder socialista había conversado una hora con Feijóo, en el trayecto por carretera entre Johannesburgo —donde había visitado la prisión en la que estuvo Nelson Mandela— y la base militar aérea de Pretoria, la capital sudafricana.

No sé si instigó o vio la oportunidad, pero Ayuso gana. Ella va a por Feijóo, quiere ser su sucesora", indica una fuente de primer nivel del PSOE

En esa charla, contó, ya percibió que el jefe del PP parecía arrugarse, pero quedaron en verse el 2 de noviembre para atar los últimos extremos del pacto. Pero Génova decidió romper la baraja poco después vía comunicado, con Sánchez en pleno vuelo, y filtró la llamada entre los dos líderes, hecho que soliviantó al jefe del Ejecutivo. Los conservadores se escudaron en la reforma del delito de sedición, que el presidente no aparcaba. Este le respondió que el PP no podía dictar la "agenda legislativa" del bipartito y que nada había cambiado en las últimas horas: la posición era "la misma".

Para los socialistas, lo ocurrido es "muy claro". Que Feijóo se rindió ante la derecha "más reaccionaria", en su partido y fuera. Ocurrió que "una vez más se ha impuesto Isabel Díaz Ayuso", recuerdan en el corazón del partido y del Gobierno. La presidenta madrileña escribió a su jefe de filas para pedirle que no acordara el desbloqueo del CGPJ porque Sánchez pretendía "engañarle". "Ella va a por él, quiere ser su sucesora después de las autonómicas y municipales de mayo, y él le tiene miedo", abundan. Feijóo también conversó con el presidente andaluz, Juanma Moreno, o con el murciano, Fernando López Miras, que le aconsejaron lo mismo: romper. Aunque para la Moncloa la dirección popular contó esos otros contactos para que "no se viera tan claro que Ayuso impuso su relato".

A echar más fuego a la caldera contra el acuerdo contribuyeron, siguen en el Ejecutivo, editoriales de medios como El Mundo o las advertencias radiofónicas de Federico Jiménez Losantos. "Ella gana. Ayuso gana —valora una fuente socialista de máximo nivel a El Independiente—. No sé si ella lo instigó o simplemente vio la oportunidad de apuntarse el tanto".

"Lo hemos jugado con honestidad"

En el equipo de Sánchez juzgan que el fiasco de la negociación daña "al país, al Gobierno, a todo el mundo", por la prolongación de un bloqueo institucional ya insostenible, ya que el CGPJ, cuando concluya esta legislatura, arrastrará cinco años con el mandato caducado. "Nosotros lo hemos jugado con honestidad, sinceramente. Pero, ¿a quién desgasta esto más en términos personales? A Feijóo. Muchísimo. Y él se lo ha ganado. Pierde credibilidad, autoridad. Palabra y capacidad de que en el futuro pueda imponerse. Le está pasando como a Pablo Casado", analiza una ministra. Es el planteamiento que exponía el ministro Félix Bolaños a la prensa este viernes: ahora comienza el "declive" del jefe de Génova. "Feijóo se queda a los pies de los caballos. Tenía la oportunidad de demostrar que no era como Casado, pero no ha sido capaz. Y esto no le ayuda", observa otro cargo de la Moncloa, que insiste en que se ha visto que el líder del PP estaba "solo en su partido" en su defensa del pacto para el CGPJ.

Para los socialistas, el líder del PP pierde "autoridad, credibilidad, palabra y capacidad para imponerse en el futuro"

No todos en la cúpula del PSOE piensan esto mismo, que creen que en el PP "sí hay mucha gente incómoda con el hecho de no cumplir con la ley y la Constitución", pero al final venció "la derecha más extrema y el PP de Madrid, siempre más activo". Y señalaban no solo la labor de zapa de Ayuso, sino las palabras elocuentes de este viernes de la expresidenta regional Esperanza Aguirre: advirtió a su líder de que la "coalición Frankenstein" está "más unida que nunca" y urgió a dar "la batalla de las ideas". Sin embargo, un miembro del Consejo de Ministros estima errónea esa lectura del papel de Feijóo: "Él nunca quiso pactar. No quiso tampoco Casado y desde entonces han buscado excusas. Pero esto le hace fuerte porque para su parroquia él ha puesto pie en pared ante un ataque a España por la reforma de la sedición, y frente al presidencialismo de Sánchez, puede presumir de que atiende a sus barones". O sea, que sale "reforzado".

Los populares, en estos casi cuatro años de bloqueo, han venido alegando en privado que la no renovación del CGPJ no tenía coste electoral. En la sala de máquinas de la Moncloa cuestionan esa reflexión porque ya es una cuestión de "salud democrática", de "trumpismo", de "intento de control de las instituciones de manera ilegítima". Sánchez, en su conversación con los periodistas en el avión, lamentaba que se cuestionara su legitimidad como presidente, algo "antidemocrático".

No se avanzó más en la sedición

En el Ejecutivo continúan remarcando que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, no pretendía lanzar ningún mensaje a ERC cuando subió el jueves a la tribuna del Congreso y prometió que la coalición llevaría la reforma de la sedición al Parlamento, olvidando apostillar que solo ocurriría si atara una mayoría absoluta, de la que hoy no dispone. "Ni ella habló con el presidente por esto, ni Bolaños la llamó, como dijo el PP, para decirle que frenara. Ella se sorprendió del revuelo cuando los periodistas se lo dijeron al salir del pleno", cuentan fuentes muy próximas a la también vicesecretaria general del PSOE. Pero el núcleo duro de Sánchez concluye que el PP se aferró a ese desliz de Montero para romper, "como podría haber buscado cualquier otra excusa". Dos días antes, como incidía Bolaños este viernes, la número dos de los conservadores, Cuca Gamarra, subrayaba que reforma del Código Penal y CGPJ eran "dos cuestiones distintas".

Yo veo muy difícil salir de la ratonera. Lo único que cabe es que haya presión a Feijóo en su partido para que pacte", señala una ministra

En la Moncloa apuntan a que, "a día de hoy", no se ha pensado aún en la estrategia que se desplegará a partir de ahora, más allá de la obvia: combate durísimo contra el PP. Ni siquiera está claro aún si se nombrará ya a los dos magistrados que le corresponde al Gobierno designar para el Constitucional (los otros dos los debe aupar el Poder Judicial), movimiento que cambiará el signo del Alto Tribunal, de conservador a progresista.

Pero no se repescará, señalan, la proposición de ley firmada con Unidas Podemos para rebajar las mayorías necesarias para elegir a los miembros del CGPJ, texto que fue cuestionado por Bruselas y que el Ejecutivo retiró. A priori, tampoco se plantea llevar el acuerdo a punto de ser sellado por el PP a las Cortes para poner en un aprieto a Feijóo, porque "seguro que lo tumbaría". "La única alternativa es el cumplimiento de la ley y la Constitución. Yo veo muy difícil salir de la ratonera —señala una ministra de peso—. Lo único que cabe es que haya presión a Feijóo en su partido para que pacte. No tenemos más margen". Una salida muy poco probable. Otra compañera de Gabinete coincide en que no hay vías: "Hay que acusar al PP de haber obstaculizado, poner en valor que hemos hecho todo lo que podíamos hacer y que hemos cumplido. No abramos más frentes".

Pero ya ni siquiera cree el Gobierno posible abrir más conversaciones con Feijóo, porque "no tiene sentido tener enfrente a un líder de un partido sin que sea una voz autorizada". "Sin liderazgo" y sin "autonomía", en palabras de Sánchez. "En una negociación te tienes que sentar con el que manda. ¿Y aquí quién es? ¿Quién manda en el PP? ¿Ayuso?", se preguntan en la Moncloa. "Es que trabajar cansa", ironiza un alto cargo. Feijóo no puede ser ya un "interlocutor válido de la derecha española" para el Gobierno, "ha perdido todo su crédito como líder de un partido moderado, democrático, europeo, pactista y constitucional", recalcaba Bolaños a los medios.

En la Moncloa se preguntan "¿quién manda en el PP? ¿Ayuso?". Y prevén un largo año electoral "a sangre y fuego" con el PP

En el círculo del presidente no hay autocrítica a cómo se gestionó la negociación con los populares: se aduce que se actuó "de buena fe", bajo la premisa de que se creyó que Génova se comportaría "con buena intención". Pero hay quienes creen en el Gabinete que quizá se confió en exceso en el PP, cuando "nunca" quiso pactar el CGPJ.

En cualquier caso, esta ruptura ya enfila un final de legislatura durísimo, sin puente alguno entre los dos grandes partidos. "A sangre y fuego". Pero tampoco será muy distinto, asume un alto mando, a como hubiera discurrido este curso de haber cuajado el acuerdo, porque el entendimiento se habría limitado a esta materia. Nada más. El CGPJ, pues, "no iba a ser preludio de nada". Ahora, definitivamente, ya no lo será. Si acaso, de una escalada sin fin y abrupta durante un largo año electoral.