El cara a cara con Alberto Núñez Feijóo no salió como se esperaba. En absoluto. Los socialistas confiaban en que su líder asestara el golpe de gracia, en que atinara con la tecla que les permitiera afianzar los aires de "remontada", en que lograra romper la campaña. Pero eso no ocurrió. Pedro Sánchez se vio sobrepasado por el líder del PP durante su debate del lunes en Atresmedia, desarbolado casi desde el primer minuto, hasta tal punto de que le fue imposible retomar la riendas, coger vuelo y brillar. El PSOE es consciente de que el presidente no ganó y no consiguió imponerse, sabe que la oportunidad se "perdió". Pero la dirección prefiere mirar ya hacia adelante, afrontar el resto del camino hacia las generales del 23-J sin cambios —al menos, por ahora— en la estrategia, procurando vencer en el posdebate. El partido, comenzando por el propio Sánchez, se centró en comenzar a denunciar la "montaña de mentiras" y "falsedades" de Feijóo, advirtiendo de que un "embustero" como él no puede alcanzar la Moncloa. E insiste en que quedan días por delante para revertir el clima.

El propio equipo del jefe del Ejecutivo había alimentado las expectativas sobre el cara a cara. Dado el batacazo del 28-M, Ferraz y la Moncloa giraron la maquinaria para articular una campaña mucho más mediática y menos de mítines, que pivotaba sobre una sobreexposición del líder y sobre los debates. En plural, porque quería más de uno. Pero el líder del PP, favorito en todos los sondeos, no quiso arriesgar y solo aceptó una invitación: un duelo entre los dos y en una casa privada, en Atresmedia. Así que la carta era una y era la del lunes. Sánchez se enclaustró cuatro días y despejó su agenda para preparar su combate contra Feijóo.

El presidente "se indignó" con la "sarta de falsedades" de Feijóo, "se descompuso y a partir de ahí fue tropezando", reconoce uno de sus asesores

Los suyos anticipaban que sabían que el dirigente gallego es un político bregado y rocoso. Por eso sorprendió el nerviosismo del presidente —ya lo delataban las vueltas sobre sí mismo, de pie, que daba por el plató minutos antes del arranque del cara a cara— y que perdiera el control de la escena muy pronto. En el primer bloque, el económico, el que teóricamente era más favorable para él, porque le permitía lucir su gestión. Pero Feijóo entró a degüello enseguida, rebatiéndole las cifras. Y esa "sarta de falsedades", que Sánchez no esperaba, hizo que "estallara". "Se indignó", cuenta uno de sus asesores, recordando que el propio presidente del Gobierno lo verbalizó a mitad del cara a cara, "se descompuso y a partir de ahí fue tropezando. No fue capaz de recomponerse en todo el debate, aunque tuvo momentos buenos", como cuando combatió al jefe de los conservadores por "claudicar ante el machismo" o cuando repasó la lista de los dirigentes de Vox aupados a las instituciones con los votos del PP. "Le faltó frialdad a Pedro y a Feijóo le sobró", resume otro veterano dirigente.

"Combatir la mentira y al tiempo ofrecer tus propuestas es mucho más complicado que mentir sin pestañear, que fue lo que hizo Feijóo. El presidente lo intentó. Lo que pasa es que el ruido impedía trasladar con más claridad sus argumentos", aducía una responsable del Ejecutivo muy cercana al líder socialista. En el núcleo duro de Sánchez, por tanto, admiten que él tuvo serias dificultades para colocar sus mensajes y rebatir al jefe del PP, y recuerdan que no es igual una entrevista, por muy escarpada que sea —como las que tuvo que afrontar en El hormiguero o en El programa de Ana Rosa—, que un debate, más vivo, tenso y en el que se exige refutar múltiples argumentos.

En la dirección niegan que se subestimara a Feijóo, aunque en las federaciones socialistas —y también en el ala morada del Ejecutivo— señalan que sí pudo haber algo de eso, de que la Moncloa "nunca le acabó de tomar la medida" al jefe del PP, "un gran adversario", y que su estilo de campaña es un calco de aquella que le llevó a derrotar al PSdeG en 2009 y hacerse con la Xunta. "El problema no fue de preparación —rebate otro miembro del Gobierno, muy próximo al líder y que ha estado a su lado estos días—. El problema es de utilización sistemática de la mentira sin medida, por docenas, en cascada, interrumpiendo sin parar. El lunes Feijóo se cargó con un sambenito de por vida: es un embustero, como [Santiago] Abascal, como todo ultraderechista que se precie".

Sánchez no acabó de desmontar las "falacias" del jefe del PP y penetró en su terreno de juego al sacar a colación él mismo temas como el Falcon o el grito "que te vote Txapote"

Sánchez no acabó de desmontar las "falacias" del líder conservador ni pudo colocar muchas propuestas, pero además penetró en el terreno de juego del PP, al sacar a colación él mismo temas como el Falcon —explicó que fue José María Aznar quien compró tres de esas aeronaves, y desde entonces ningún otro presidente, tampoco él, ha vuelto a adquirir más unidades— o el grito "que te vote Txapote", cuyo uso Feijóo no condenó, pese a que víctimas del terrorismo como Covite o la Fundación Fernando Buesa han cargado contra la utilización de ese lema. En la cúpula defienden que Sánchez debía entrar en ese campo, como había hecho en las entrevistas previas, porque sabían que esas críticas habían erosionado su imagen y las expectativas electorales del partido, y era el momento de salir a combatirlo, ante una gran audiencia.

Sin explicar Extremadura o Vara

Feijóo tenía un golpe de efecto preparado: el papel que firmó en directo por el que se comprometía a dejar gobernar a Sánchez si el PSOE queda primero el 23-J, para que a su vez hiciera lo mismo el presidente si el PP vence en las urnas. El jefe del Ejecutivo remitía constantemente a "Fernández Vara" y a "Ayuso y Almeida". Pero no desgranó por qué. Sus referencias eran claras, pero algunos echaron en falta explicaciones detalladas para un espectador medio: que explicitara que el PP arrebatará la Junta de Extremadura al socialista Guillermo Fernández Vara pese a haber ganado él las elecciones del 28-M y que tanto Isabel Díaz Ayuso como José Luis Martínez-Almeida se hicieron con las riendas de la Comunidad y del Ayuntamiento de Madrid en virtud de un pacto con Ciudadanos y Vox en 2019, aunque la izquierda había ganado en ambas plazas. Lo cierto es que en todo el debate prevaleció el ruido, y en la dirección culpan en parte a los moderadores —los periodistas Vicente Vallés y Ana Pastor— por no haber puesto más orden en plató.

Le faltó contención para dejarlo hablar y que se hubiera equivocado él solito", señala un barón socialista. El presidente quedó "aturdido", no tuvo su "mejor día", apuntan otros dos líderes territoriales

El análisis entre la dirigencia socialista era coincidente. Lo expresaba así un barón de una federación importante: "Pedro pensó que podía ganar por goleada con argumentos o contraatacar con los mantras previstos, pero no esperaba que Feijóo fuera tan descarado en cuestionar o mentir en cosas que él daba por hecho que eran sus fortalezas y Feijóo no le reconocía. Esto lo tensó en exceso y a mi juicio le faltó contención para dejarlo hablar y que se hubiera equivocado él solito. Al no dejarlo hablar mucho también reducía su espacio de error y en cambio sí colocaba sus mentiras. Quiso desmentir los clásicos que está utilizando el PP y perdió tiempo para usar sus propios marcos y llevar la iniciativa o cambiar el escenario de juego".

Este máximo responsable territorial juzga que a Sánchez quizá "no le fue bien tenerlo todo tan preparado y con la visión de tantos asesores", porque al final el debate "no es natural, es forzado". "Cuando tienes las ideas claras y más habilidad que tu oponente, hay que dejarse llevar un poco y surfear. Si no, te chocas con la ola y te tumba". Otra baronesa regional se pone en la piel de Sánchez y le reconoce que discutir "en un marco de lealtad institucional" contra una persona "amoral, sin pudor, sin escrúpulos ante una mentira tras otra", no es sencillo. Así que cree que el presidente se quedó "aturdido" al principio, y que apenas consiguió "recomponerse en varios momentos". "Pero debatir frente a una persona así, que además utiliza el asesinato de Miguel Ángel Blanco [Feijóo lo uso para enfatizar que él jamás pactaría con Bildu], es imposible". "Pedro no estuvo en su mejor día", reconoce otra líder autonómica, verbalizando el desánimo que este martes impregnaba las esquinas del partido.

"Vimos todos lo mismo. Mala estrategia, mal día de Pedro —, observa otro secretario regional—. Caímos en la misma trampa que en los últimos cinco años. Una derecha trumpista que miente sin pudor y nosotros a la gestión. Si Pedro va sin fichas como en las entrevistas lo mata. No entendí nuestra estrategia. Sabiendo lo que están haciendo, no sé qué esperaban que hiciera Feijóo. Es posible que le subestimaran, pero no cuadra con toda la preparación que llevaban. Es que Pedro no parecía Pedro". Esa es otra lectura recurrente, que el líder no brilló, que estuvo más torpe de reflejos, que no supo rebatir a su oponente como sí había hecho en tantas otras ocasiones en el Senado. En el núcleo duro insisten en que a Sánchez "le indignaron las mentiras" de Feijóo. "Le debió de parecer increíble que un mentiroso compulsivo pueda aspirar a presidente. Es que una ametralladora de mentiras es muy difícil de desmontar", tercia otro ministro.

"No hay nada"

De cualquier modo, el PSOE no se quiere quedar atrapado en el 10-J, en la noche del cara a cara, sino pasar página y encarrilar el 23-J. Ahora pelea por ganar el posdebate y se concentra en intentar superar el desánimo y en la denuncia de las "mentiras" de Feijóo. Lo hizo el propio presidente desde Vilna (Lituania), adonde voló desde Madrid a primera hora de la mañana para asistir a la cumbre de la OTAN. Sánchez se declaró "satisfecho" de su desempeño y subrayó que tras la "montaña de mentiras" de su rival "no hay nada", "lo que hay es una ausencia de proyecto político", mientras que "quien tiene un proyecto de país de presente y de futuro es el PSOE".

Sánchez habla de "montaña de mentiras" del jefe del PP y de que el debate mostró que quien "tiene un proyecto de país es el PSOE"

El partido y los ministros se emplearon en redes sociales y en entrevistas en desmontar las "falsedades" del jefe de los populares. Los socialistas hicieron hincapié, por ejemplo, en que el PP no apoyó la reforma para la revalorización de las pensiones conforme al IPCç, que la Comisión Europea no pretende derogar la solución ibérica, que el Gobierno sí ha logrado recuperar el PIB prepandemia y obtener cifras récord de empleo, o que la investigación del espionaje al móvil del presidente se ha cerrado por la falta de colaboración no de él, sino de Israel.

Pero el Ejecutivo y la izquierda en su conjunto desplegó otro movimiento: el de arengar a sus huestes. Para empezar, promocionó una foto tras el Consejo de Ministros que llevaba meses sin verse, la de una comparecencia de los responsables socialistas con la líder de Sumar, Yolanda Díaz. La propia vicepresidenta segunda subrayó en la tele, en Al rojo vivo (La Sexta), que el lunes, con el debate, "no acabó nada", y que aún "quedan 12 días de campaña en los que hay que volcarse", y lanzó el mensaje a la ciudadanía "disgustada" con el cara a cara: el 23-J está en juego "la vida de la gente" y hay que movilizarse. En la misma dirección remó el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, segundo gran protagonista de esta campaña del PSOE. En dos semanas "va a haber una mayoría progresista en el Parlamento y Pedro Sánchez será nuevamente presidente del Gobierno", auguró.

Zapatero y Díaz animan a las bases. En la cúpula defienden que Sánchez no cometió errores de bulto y que las mentiras "se volverán en contra" del candidato del PP

Ferraz y la Moncloa habían elevado las expectativas sobre el debate, pero tras lo ocurrido sintieron la necesidad de limitar su alcance, también por su audiencia: éxito en cuota de pantalla para Atresmedia (25,1% en Antena 3 y 21,4% en La Sexta, 46,5% en total), pero menos espectadores que confrontaciones anteriores en televisión, la menor de la historia de los debates (5.910.000). "Es un elemento añadido en una campaña y no creemos que vaya a condicionarla", señalaban en el entorno más directo del presidente, en la Moncloa, donde recordaban que este no cometió "ningún error de bulto" en el cara a cara. Además, el "ruido" del careo provoca sobre todo, decían, "desapego" en la ciudadanía, que directamente desconecta. En el equipo del líder socialista no creen que Feijóo pueda sentirse "victorioso", porque consideran que no puede premiarse la "mentira". "Se le volverá en contra", vaticina un ministro.

Por el momento, en la dirección de campaña entienden que no hay que corregir en absoluto la estrategia en los días que restan. El presidente continuará con "máxima exposición pública" en entrevistas —le quedan al menos TVE, RNE, Al rojo vivo (La Sexta) y Espejo público (Antena 3), además de los pódcasts Hora veintipico (se emite este miércoles), de la SER, y con La Pija y la Quinqui — y en medios de comunicación. Y también seguirá con la ronda de mítines. Este jueves, el secretario general estará en Santander, porque en Cantabria, ahora que no se presenta el PRC de Miguel Ángel Revilla, aspira a captar un segundo escaño. Y el sábado y domingo se desplazará a Valencia y Barcelona, antes de la cumbre de la UE-CELAC en Bruselas, a la que asistirá en calidad de presidente del Gobierno. El 19 de julio, otro debate, el de RTVE, que será a tres, con Díaz y Abascal, por la negativa de Feijóo a acudir.

¿Cabe todavía la remontada? "No veo nada grave como para no dar la batalla", indica un veterano. "Queda campaña aún y el PSOE va ganando posiciones —responden en el núcleo duro de Sánchez—. Vamos a ver las siguientes encuestas, que hasta ahora dicen que podemos gobernar. Y en el PP no van sobrados".