El eco es aún demasiado reciente. En algunos casos da muestras incluso de no ser la replica de un recuerdo sino una realidad que pervive, debilitada pero latente. El pasado de violencia vivido en Euskadi acumula años sin muertes ni heridos. También de crímenes sin resolver, de reconocimientos de víctimas pendientes, de hechos por esclarecer y de reparaciones por saldar. El ruido sigue siendo aún intenso. Las agresiones, las pintadas, los reproches y las resistencias a reconocer daños cometidos, que aún se resiste a desaparecer, no ayudan. La inauguración ayer del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo demostró que el camino aún será largo, que la posibilidad de consensuar una memoria justa y veraz de lo ocurrido, en la que todas las sensibilidades sociales se vean reconocidas, será difícil de alcanzar. Quizá imposible.

Actualmente, a sólo cuatro meses de que se cumpla una década desde que ETA anunciara el cese de sus acciones terroristas, Euskadi sigue intentando cerrar la herida. La mejor medicina para cicatrizar el dolor, reparar el daño y abordar un nuevo tiempo de paz y convivencia pasa por reconocer lo ocurrido, documentarlo y legarlo para futuras generaciones con la esperanza de que no vuelva a suceder. La senda la reconocen en todo el espectro político vasco, de izquierda a derecha y de nacionalistas a constitucionalistas. Las diferencias radican en los matices, en los silencios, en los subrayados y en los olvidos que en cada una de ellas aún practica.

El Centro Memorial subraya la violencia de ETA sobre todas las demás, por representar el 70% de las víctimas de las distintas formas del terrorismo padecidas en nuestro país, recuerda. Pero en su exposición también aparecen otros modos de violencia sufridos, como los GAL, la violencia de extrema izquierda como los Grapo o la de extrema derecha como el Batallón Vasco Español. Cierto es que estos últimos lo hacen con una menor presencia. Desde algunos sectores se les ha reprochado que apenas figuren episodios clave en la historia reciente, como la desaparición de Mikel Zabalza, el caso Lasa y Zabala, las víctimas de la tortura o los crímenes del 3 de marzo de 1976 en Vitoria.

En los procesos de memoria abiertos las intensidades y los focos dirigidos se pueden detectar fácilmente. El entorno de la izquierda abertzale también lo hace. La Fundación Euskal Memoria constituida en 2009 se centra en las víctimas producidas en ETA, en su entorno. En quienes padecieron los abusos policiales.

'Las violencias'

En la otra formación nacionalista, el PNV, la actitud es distinta, de respeto ante la labor del Centro Memorial pero de impulso a su propio centro de memoria, el Instituto Gogora, promovido por el Gobierno vasco. Lo hace con su visión, con una apuesta por avanzar en una suerte de “equilibrio” entre “violencias”, de reconocer la ejercida por ETA y otros grupos terroristas, pero también la violencia practicada por algunos poderes del Estado o por grupos extremistas.

Las ‘memorias’ que se construyen en torno al pasado de violencia en Euskadi y el conjunto de España tienen abordajes distintos. Es el caso del Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco, que ya elaboró el llamado ‘Mapa del Terror’, en el que se recogen los datos de cada atentado de ETA pero también del resto de crímenes terroristas. A ello, suma cada año el registro de los episodios de posibles exaltaciones del terrorismo o humillación a las víctimas en forma de ‘Ongi etorri’ a terroristas condenados o de carteles de apoyo a presos.       

Los procesos de construcción de memoria en marcha en el País Vasco dan fe de que la fractura sigue siendo grande. En la inauguración ayer a cargo del Rey, el presidente del Gobierno y el lehendakari del Centro Memorial, no estuvieron todos. En la izquierda abertzale arremetieron con dureza contra la institución impulsado por el Ministerio de Interior por considerarlo parcial, por “centrarse sólo en una parte de la realidad violenta”: “Es un instrumento que pretende mantener abierta la herida del pasado”, afirmó Sortu. La víspera, la izquierda abertzale había evitado apoyar una declaración de condena a la agresión sufrida por un exconcejal del PP en la capital alavesa.

Las 'memorias' en marcha

En este contexto, las ‘memorias’ en Euskadi continúan avanzando en paralelo, sin encontrar por el momento un camino de confluencia.

Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo. Es la institución a la que el Ministerio del Interior y la ley de víctimas encomienda preservar la memoria de las víctimas del terrorismo. Su labor abarca el periodo que comprende desde 1960 hasta la actualidad. Desde un punto de vista de rigor histórico, documenta todos los crímenes cometidos por los distintos grupos de carácter terrorista que han existido en España. ETA, por su duración y la envergadura de su acción criminal, es la que mayor espacio ocupa. También se aborda el rastro dejado por el yihadismo, los Grapo, el GAL o los grupos extremistas. En los últimos años ha editado numerosos trabajos y estudios sobre distintos aspectos como los llamados ‘años de plomo’, las víctimas y los heridos, unidades didácticas para centros educativos o la trilogía sobre la historia del terrorismo en el País Vasco. El centro inaugurado ayer se concibe como una suerte de ‘banco de la memoria’, como lo definió su presidente, Florencio Domínguez. Alberga el mayor archivo documental referido a ETA, así como parte de las armas que le fueron incautadas y otros elementos como cientos de testimonios de sus víctimas. Asimismo, almacena material vinculado a distintos atentados cometidos por otras organizaciones terroristas.

Instituto ‘Gogora’. Es el centro impulsado por el Gobierno vasco. Su campo de actuación abarca desde la Guerra Civil hasta la actualidad. Muchas de sus actuaciones de memoria se han centrado en las víctimas de la contienda civil, en particular en la recuperación e identificación de los desaparecidos y la localización de fosas. Junto a ello, el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos ha promovido estudios y análisis sobre el impacto de la violencia terrorista de ETA en la sociedad vasca. Ha llevado a cabo estudios específicos de la coacción sufrida por distintos colectivos como los empresarios, la clase política, la Ertzaintza, los cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado –aún por presentar- y para el próximo año elaborará un informe sobre el padecimiento de los funcionarios de prisiones. En Gogora también se aborda la memoria incluyendo, con un peso significativo los abusos policiales, las víctimas de torturas y las vulneraciones de derechos humanos cometidos en la lucha antiterrorista.

Euskal Memoria Fundazioa. Esta fundación creada en noviembre de 2009 se fija como objetivo “recuperar y reconstruir nuestra memoria histórica”. Apunta que se propone así “contrarrestar” lo que considera que es una “falsificación” de la memoria real sobre lo ocurrido en las últimas décadas. Promovida por significados miembros de la izquierda abertzale, entre sus publicaciones figuran monográficos dedicados a registrar un listado de personas que habrían sido víctimas de torturas policiales. Su campo de estudio se centra fundamentalmente en el impacto de la violencia en el entorno más afín a la izquierda abertzale y ETA, no así a las víctimas de la banda terrorista. Abarca no sólo las últimas décadas sino un periodo que comienza en la Guerra Civil y hasta la actualidad. Uno de sus documentos concluye que la violencia del Estado habría provocado casi medio millar de víctimas en tiroteos, explosiones o accidentes. Cifra en 5.656 los casos de posibles torturas.

El ‘Mapa del Terror’. La iniciativa supuso un arduo trabajo de documentación para dejar constancia de 1.287 víctimas producidas por las acciones del terrorismo de ETA, del GAL y de otras formas de terrorismo. Covite elaboró el llamado ‘Mapa del Terror’ que es hasta el momento el trabajo más amplio para documentar cada una de las muertes producidas en estos años. Además de información sobre las víctimas, se ubica el lugar en el que se produjo el crimen y las circunstancias en las que se cometió cada atentado o informaciones periodísticas sobre el crimen. Junto a ello, Covite documenta con imágenes e información cada una de las acciones de posible apología del terrorismo o de apoyo a presos de ETA. La tarea de registro la ha llevado a cabo desde 2016. También ha puesto en marcha un Observatorio Internacional sobre Estudios en Terrorismo.    

Memorial del 3 de Marzo. El pasado 18 de febrero el Gobierno vasco, la Diputación de Alava, el Ayuntamiento y la Diócesis de Vitoria suscribieron un acuerdo para la conversión de la Iglesia de San Francisco de Asís en el futuro Centro Memorial del 3 de marzo. El proyecto, que podría estar culminado el próximo año, pretende recordar a los cinco trabajadores muertos en 1976 tras las cargas policiales contra la protesta laboral en la que participaban. Precisamente, el colectivo en recuerdo a las víctimas de aquellos hechos ha lamentado que el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo no incluya estos hechos en la exposición abierta desde hoy al público.

‘Memoria literaria y audiovisual’. En los últimos años la proliferación de producciones audiovisuales y literaria se ha convertido en otra vía de construir memoria. El fenómeno que supuso ‘Patria’ sólo fue el comienzo para un incremento de libros y publicaciones relacionadas con el pasado violento en España. De igual modo, la resistencia que históricamente ha existido en el mundo del cine y la televisión para abordar el terrorismo y, más aún, el impacto sobre las víctimas, parece haberse superado. Producciones como ‘El desafío: ETA’, ‘La línea invisible’, ‘Traidores’ o ‘Bajo el silencio’, entre otras, se han sucedido en los últimos meses.