Elecciones Andalucía

Opinión

El terremoto andaluz alza a Vox en toda España y salva a Casado

Pablo Casado tras conocerse los resultados de las elecciones andaluzas. EFE

Lo que los partidos de centro y de derecha llevan 40 años intentando con siglas variadas, lo acaba de conseguir el Partido Popular con el peor resultado de su historia y gracias a la subida extraordinaria de Ciudadanos y a la irrupción fulgurante de Vox que ha superado los cálculos más optimistas apuntados por los distintos sondeos electorales. Y lo que han conseguido entre todos es ciertamente histórico: desalojar al PSOE del poder después de haberlos ejercido durante 36 años ininterrumpidamente.

Estos resultados arrojan tres perdedores clarísimos: el PSOE, Adelante Andalucía y el PP a pesar de que dentro de poco este partido se puede convertir en el ganador porque ocupe la presidencia de la Junta. El Partido Socialista ha sido doblemente derrotado y no sólo porque ha perdido friolera de 14 escaños después de haber obtenido, como el Partido Popular, el peor resultado de toda su historia, muy por debajo de los raquíticos 45 escaños que logró en las elecciones de 1994. Los electores socialistas han castigado a su partido de siempre por el simple procedimiento, no de votar a otro sino de no acudir a votar.

Treinta y tres míseros asientos ha conseguido una Susana Díaz a la que en la sede de Ferraz van a culpar sin duda de haberse empeñado en mantener a Pedro Sánchez apartado de la campaña: esa será la excusa tras la que querrá esconderse el presidente del Gobierno, que ha recibido un palo tan contundente o más que el que le ha sido asestado a la hasta ahora presidenta de la Junta. Ese reproche se sumará a otro más que justificado: el extraordinario favor que la señora Díaz le ha hecho al partido de Santiago Abascal sacándolo del anonimato en que prácticamente existía al comienzo de la campaña para acabar convirtiéndolo al final en protagonista necesario y muy relevante en la escena política andaluza. Un  error monumental que le ha costado carísimo y que los socialistas van a pagar con creces.

Pero el PSOE es un partido doblemente derrotado porque pierde lo nunca visto hasta hoy: ha perdido el poder en Andalucía. La dimensión de esta frase es gigantesca y lo comprobaremos con el paso de los días. Esta de que el PSOE se despida de presidir la Junta de Andalucía sólo es una previsión, es verdad, pero que se basa en consideración muy reales porque ciertamente existe la posibilidad, aunque muy remota, de que los tres partidos de la derecha no se pongan de acuerdo y dejen escapar la opción de desalojar a los socialistas del poder.

Bien, eso es posible pero es extraordinariamente improbable porque un error de ese calibre les sería reclamado a todos ellos y ferozmente castigado en las urnas de mayo y en las siguientes generales. De manera que podemos dar por hecho que el PSOE abandona el palacio de San Telmo, lo que constituye un terremoto de magnitud incalculable. Un seísmo que va a hacer temblar las estructuras institucionales de arriba abajo y a todo lo largo y lo ancho de Andalucía,  Los efectos de esta derrota van a ser profundísimos para la supervivencia del PSOE a nivel nacional y van a durar muchos años. Esto va a constituir un trauma del que los socialistas, acostumbrados a considerar Andalucía como su feudo eternamente garantizado, van a tardar mucho tiempo en superar.

¿Quién ha hecho posible esta erupción volcánica? Desde luego no el PP, otro de los partidos derrotados porque aunque se mantiene como segunda fuerza en el Parlamento andaluz, un consuelo frágil pero que le servirá para negociar la presidencia, ha perdido nada menos que 7 escaños. Los que han conseguido sacar al PSOE del poder han sido Ciudadanos, que ha aumentado con 12 diputados más su presencia parlamentaria y situarse con 21 diputados. Y por supuesto Vox, que ha hecho una aparición tan impresionante como impresionante ha sido la derrota socialista. Porque Vox era un partido que hasta muy poco tiempo antes de que Susana Díaz convocara elecciones anticipadas no tenía claro si presentarse a esta comicios. Vox es además en este momento un partido con mensaje, con ideas y con algo parecido a un programa, pero sin estructura alguna.

Eso quiere decir que son sus hasta ahora adversarios y desde hoy posibles socios de gobierno andaluz los que le han hecho hueco entre los electores, hueco que principalmente Susana Díaz le ha ayudado a ocupar. Inútiles han sido los esfuerzos de Pablo Casado por acercarse a esos antiguos votantes del PP a los que ha querido recuperar a base de radicalizar su discurso porque esos votantes han encontrado en el partido de Santiago Abascal la voz que reclamaban al PP y que el PP no podía darles en asuntos como la inmigración donde Vox ha puesto un acento extremista inasumible para un partido de centro derecha. Lo de El Ejido es una demostración de lo que estoy diciendo: en El Ejido Vox ha ganado las elecciones con casi el 30% de los votos, seguido por el PP y por Ciudadanos. El Ejido es la población con mayor índice de inmigrantes de Andalucía pero también es la que tiene los índices de paro más bajos de la comunidad y un nivel de renta por encima de la media andaluza.

Estos datos de los comicios andaluces significan que los del partido verde -habrá que acostumbrarse a ese color que hasta ahora no existía en la paleta cromática de la política española- van a encontrar gran acomodo en el resto de España pero no necesariamente por el problema de la inmigración, que no forma parte de las preocupaciones principales de los españoles, sino por la necesidad que tienen muchos votantes de que haya una voz contundente que se enfrente a los desafíos planteados por los independentistas catalanes y también vascos en la medida que el gobierno del lehendakari Urkullu siga coqueteando con Bildu para atacar a la Constitución española y para lanzar desafíos, en tono menor pero desafíos al fin y al cabo, de tipo secesionista. Cataluña está en buena parte en el origen del ascenso meteórico de Vox y eso se comprobará en las siguientes elecciones de mayo y en las generales cuando se convoquen.

La tercera derrota ha corrido a cargo de Teresa Rodríguez y su Adelante Andalucía. Otra a la que su jefe o semijefe Pablo Iglesias va a castigar en el rincón de pensar para que no vuelva a retarle con exigencias de autonomía incluso en el Congreso de los Diputados donde la andaluza reclamaba grupo propio. Iglesias es, junto con Pedro Sánchez, otro de los gravemente damnificados en estas elecciones porque han perdido tres de los escaños que sumaron en 2015 cuando concurrieron Podemos e Izquierda Unida. Un fracaso sin paliativos que deja a la izquierda y a la extrema izquierda sin posibilidades de disputar el sillón de la presidencia. Teresa Rodríguez no habría conseguido sumar mayoría de gobierno con un PSOE que no ha pasado de los 33 escaños pero es que con los de Adelante Andalucía se quedan a nada menos que cinco escaños de la mayoría absoluta. Fracaso total de la izquierda andaluza y en consecuente, fracaso verdaderamente histórico del que el líder morado va a tener que pagar una buena parte de la factura.

Albert Rivera sale victorioso de esta prueba a pesar de tener un candidato flojo pero al que él junto con Inés Arrimadas han llevado en volandas hasta más que doblar sus escaños, éxito que esgrimirá para disputarle al Partido Popular la primogenitura y le presidencia de la Junta. Rivera refuerza con ello muy considerablemente sus expectativas electorales de ámbito autonómico y también nacional. Y Pablo Casado, con estos malísimo resultados obtenidos se alza sin embargo como el gran triunfador de la jornada por dos motivos. Primero, porque tiene la posibilidad de colocar a su candidato al frente de la Junta y sacar así un evidente rédito político de un cambio que pasará a los anales de la historia reciente de España. Y segundo, porque ha conseguido mantener al PP en la segunda posición, un mérito que le debe ser imputado a él en solitario.

La nueva situación del PP que queda dibujada tras el recuento -no desde luego por los resultados obtenidos- le da oxígeno en toda España y le permite afrontar las elecciones de mayo con mayor seguridad. Pablo Casado se jugaba en Andalucía su liderazgo político y a partir de ahora -sobre todo si las negociaciones para formar gobierno en Andalucía se saldan, como parece probable, con Juanma Moreno en la presidencia- queda reforzado ante los suyos que, a pesar del desastre de la pérdida de 7 escaños, van a obtener seguramente el regalo más preciado de cualquier líder político que no pertenezca al PSOE: ocupar la codiciada plaza después de haber fracasado tantas veces en el intento.

Esto es lo que más vale en la noche del domingo: que después de 36 años de ejercicio ininterrumpido del poder, el socialismo ha sido desalojado de él por primera vez en democracia. Y, por las carambolas de la política, es el candidato del PP, el hombre de Pablo Casado, el que tiene todas las papeletas para resultar agraciado con el sillón de presidente.

Esta noche será inolvidable para muchos.

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